Tortilla española, Navidad y felicidad
Feliz fin de semana, feliz Navidad y feliz entrada en el invierno, porque estos días aúnan este encuentro de circunstancias felices.
Cuando lean estas letras, si es que sacan tiempo para ello, ustedes estarán preparando turrones y mazapanes para celebrar la Nochebuena, habrán recibido, o no, un premio de la lotería y estarán buscando, si no la han encontrado ya, la felicidad. Yo les avanzo que la felicidad tiene una receta tan sencilla como humilde. Lo comentaba con un excelente amigo, hace apenas unas horas, la felicidad es como la tortilla española, precisa dos componentes muy básicos, sencillos, la patata y el huevo, después un poquito de sal y aceite, luego el calor del fuego hace el resto.
Para ser feliz estos días, sólo tienen que entregar amor a las personas de su entorno familiar y a los amigos, que a veces son más familia que los propios, y dedíquense a disfrutar, del tiempo, de las conversaciones, de las comidas y de los ratos compartidos. Olvídense de aquello que les separa y céntrense en lo que les une.
Dice mi amigo y compañero de fatigas Juan Carlos Beléber, que los políticos viven de no hacernos felices, porque el día que seamos felices nos plantearemos que para qué los necesitamos. Es por esto que generan, de forma continuada, problemas para resolver, que luego no resuelven y se enquistan. Porque díganme ustedes, si hasta hoy no se ha podido renovar el Consejo General del Poder Judicial es, sencillamente, porque hay un error en el procedimiento. Un error que permite que así suceda.
Así que hay que irse al procedimiento y proponer un cambio que garantice que nunca más tendremos una situación de bloqueo similar. En lugar de ponerse de acuerdo y trabajar en eso, ahora, PP y PSOE, o el Presidente y Felijó, han acordado buscar la intermediación de la UE, para que podamos salir del atasco. Más gente en el problema, viviendo del problema. Mi duda es: Si la UE no consigue ayudarnos ¿tendremos que recurrir a la ONU?. Como diría el desaparecido y célebre Mingote, "Panda de taraos".
He pasado algunas Navidades con Juan Carlos Beléber, hace ya alguna década, cuando teníamos unos sistemas informáticos alemanes, que nos obligaban a cerrar el ejercicio, de forma real, a final de año y no había vuelta atrás, allí nos veíamos los dos haciendo de todo, durante horas. No se nos ocurría protestar a los Sindicatos. Juan Carlos era un entendido en informática, pero entendía de mucho más, sin embargo, no le gustaba asesorarse con el conocimiento de nadie, él lo tenía que saber todo de primera mano, generando sus propias experiencias, así le iba.
Yo siempre he pensado que no terminó la carrera porque le chocaba aprender de lo que otros habían hecho y eso es básicamente la Universidad, aprender el conocimiento que otros dejaron. Les cuento esto porque Juan Carlos es la antítesis del Gobierno actual, que cuenta con centenares de asesores, alguno de ellos que no sabe bien por qué está como asesor, pero que allí cuenta, generando un gasto terrible cada año. Nos lo mostrará Sánchez cuando apruebe los siguientes presupuestos. Terminarán teniendo más asesores que parados hay en el censo.
Juan Carlos, me cuenta que le ha llamado la atención que los que han estudiado los casos de abusos sexuales de la Iglesia y la propia Iglesia, anden fijándose en las diferencias de cifras ¿Qué más da? Lo que hay que hacer es que cualquier abuso sea denunciado. La Iglesia debe de seguir mostrando que no permite ni una "grieta" en este propósito. Este apartado tiene que ir mejorando, Me guardo reflexiones sobre este asunto, porque no quiero que me aparezcan enemigos de debajo de las piedras.
La desgraciada noticia de la muerte de dos militares en unas maniobras en un embalse de Córdoba, nos ha traído a la memoria, a Juan Carlos y a mí, el tiempo que él estuvo en Cerro Muriano, un campamento en el que en verano no había agua, se evaporaba por el calor, y en invierno no salía de los grifos porque estaba congelada en las cañerías. Al parecer el mando que dirigía las maniobras no fue consciente de la hipotermia que podían padecer los militares que se encontraban a cuatro grados y recibieron órdenes de meterse en el pantano. Y es que hoy los militares son pura fibra, no como antes, que tenían "tocino" y eso les ayudaba a soportar las bajas temperaturas del lugar. Esto ha terminado con dos cadáveres y un mando retirado de la actividad de momento, hasta que no se aclaren bien las causas de tan dramático desenlace.
Nos hemos reído mucho, mientras celebrábamos la Navidad, cañita en mano, porque el Gordo de Navidad no salía. Ha sido el Gordo más tardón de la historia de la lotería. He encontrado una fácil explicación. El Gordo estaba avergonzado. Hoy sales a la calle y el que no hace running, hace pádel y el que no, hace caminata nórdica, total, que van todos ustedes hechos unas sílfides y el pobre Gordo de Navidad, asomaba y se volvía a meter en el bombo. Si es que a mí me pasa lo mismo, hay días que me da vergüenza salir con mi "sobrepeso".
En fin, si les ha tocado la lotería, enhorabuena, disfrútenla, pero recuerden que el dinero no lo es todo. Si van a vivir la Navidad en familia, aprovechen cada minuto, cada segundo, porque será irrepetible. Llévense una "mochila desechable" para ponerla a la espalda e ir echando allí las cosas que podrían molestarles, pero que en estas fechas no las van a tener en cuenta. Y, sobre todo, sean felices, o mejor, FELICES, que es más grande.
Como siempre, servidor de ustedes... Sergio Morales Parra