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Orihuela Cultural: las cosas como fueron

La bochornosa sesión del Consejo de Administración de la Sociedad Pública Municipal ‘Orihuela Cultural’ ha sido objeto de múltiples comentarios ciudadanos durante las festividades navideñas.

Teatro Circo de Orihuela

Publicado por
Juan José Sánchez Balaguer

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El hecho de verme convertido en involuntario protagonista me obliga a ofrecer mi relato a través de estas líneas para dejar las cosas en su sitio ante la opinión pública interesada, porque al fin y al cabo –como dice Aristóteles- “el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”. Esta obligación moral se hace más perentoria en tanto en cuanto el causante del desaguisado se ha negado a algo tan normal como rectificar públicamente sus desafortunadas palabras. Vamos, pues, con mi relato.

A la salida de la bochornosa sesión del Consejo de Administración de esta Sociedad celebrado el pasado 21 de diciembre, el consejero D. Gonzalo Montoya me pidió perdón por lo ocurrido, dijo que no era su intención que sus palabras se tomaran como una amenaza y al propio tiempo expresó su preocupación por la transcendencia que el incidente pudiera tener en los medios de comunicación. Le contesté que aceptaba sus disculpas y que por mi parte no pensaba hacer declaración pública alguna porque consideraba que lo que tuviera que decir sería en la próxima reunión del Consejo. En cuanto a las intenciones, le dije que obviamente yo no podía juzgarlas, pero los hechos sí; y, en mi opinión, sus palabras constituían una absoluta falta de respeto, contrarias a la dignidad de la persona y, por tanto, merecedoras del mayor reproche.

Al abandonar la Casa Consistorial me pareció entender que el asunto había quedado aclarado entre él y yo; pero mi sorpresa fue grande cuando, apenas transcurridas 48 horas, veo publicadas en algunos medios de comunicación unas declaraciones de D. Gonzalo Montoya en las que no solamente cuenta un relato de lo ocurrido en la reunión que no se ajusta a la verdad sino que se permite incluso señalarme personalmente y otorgarme un inmerecido protagonismo, máxime teniendo en cuenta que mi intervención en el debate del punto 2 del orden del día no fue mayor ni más intensa que la de otros miembros del Consejo.

En efecto, resulta realmente sorprendente que el Sr. Montoya –al que tanto preocupaba la transcendencia informativa del espectáculo que tuvo a él como único responsable- acuda horas después, por voluntad propia, a los medios de comunicación para ofrecer su versión de los hechos porque quería –cito textualmente- “explicar la situación que se produjo y, aprovechar la ocasión, para defenderse de las acusaciones de amenazas y coacciones, alegando que las declaraciones de la oposición están fuera de contexto y distorsionan la realidad de lo sucedido en el consejo de administración”. Montoya afirma también que “la tensión que se produjo durante la celebración del mismo se debió a desacuerdos sobre la programación cultural y no a un comportamiento inapropiado por su parte”.

Asimismo, incide en que “lo que se ha sacado de contexto es lo que le dije al consejero Juan José Sánchez Balaguer, que ‘no lo habíamos elegido para esto’. Un comentario desafortunado en relación con la postura tan dura que estaba tomando contra la gerencia, pero no en el sentido de su voto”. El edil sostiene finalmente que “en su intervención no levantó la voz ni faltó el respeto a ninguna persona…”, etc.

Y, para que no haya dudas, D. Gonzalo Montoya afirma textualmente en otro medio: “Uno de los consejeros atacó muy fuertemente la propuesta de la gerencia y yo le dije que nosotros no le habíamos elegido para eso. Pero no refiriéndome al sentido de su voto, sino a las formas y al ataque tan destructivo que hizo. Se ha dicho que yo iba a cesar a alguien cuando saben que yo no puedo hacer eso ni puedo amenazar con ello”, asegura. “Sólo le afee al consejero su conducta por el ataque que hizo a la programación de la gerencia”, insiste.

Llegados a este punto, debo manifestar:

1.- El esperpéntico espectáculo vivido en la reunión del pasado 21 se produjo tras la justa crítica formulada por varios consejeros y consejeras a la programación presentada. Como es sabido por todos los presentes en el debate de este punto, se intentó modificar sobre la marcha el documento pero el secretario advirtió que ello no era posible. Entonces, hasta por tres veces, yo pedí que quedara sobre la mesa el asunto y se presentara de nuevo la programación, una vez atendidas las sugerencias planteadas. Creo recordar que también se manifestó en el mismo sentido el presidente en funciones, pero el Sr. Montoya se mostró radicalmente en contra y dijo que había que votar. En ese momento yo le anticipé que me abstendría, por coherencia con lo expresado en el debate. Y entonces el Sr. Montoya, ostensiblemente molesto, me dijo textualmente: “No te hemos elegido nosotros para que hagas esto. Si no votas a favor, te revoco”.

2.- El propio Sr. Montoya reconoce que afirmó que no me habían elegido para esto; “esto”, dicho después de anunciarle mi voto de abstención, no puede ser más que tratar de impedir que este consejero votara en conciencia, lo que supone una ilegítima intromisión en mi libertad de criterio.

3.- En sus declaraciones a los medios, el intento de coacción, intimidación, amenaza (o como quieran interpretarse sus palabras) contra mi libertad de criterio, trata de derivarlas –en una burda manipulación de lo ocurrido- hacia la postura tan dura o el ataque tan fuerte que, según él, yo estaba realizando contra la Gerencia, posición que no fue ni más ni menos firme que la adoptada por otros consejeros y consejeras. Obviamente, esta explicación del sentido de sus palabras tampoco es cierta por la sencilla razón de que en ningún momento del tenso debate el Sr. Montoya trató de intimidarme, sino hasta cuando concretamente le hice saber que me abstendría de votar.

4.- En el burdo ejercicio de funambulismo justificativo de su relato, donde también asegura que afeó mi conducta y mis formas (ahí es nada), el Sr. Montoya trata de enfrentarme a la Gerencia. Si el intento de coacción, intimidación, amenaza o como cada cual quiera calificarlo resulta inadmisible en una sociedad democrática, utilizar la coartada de un supuesto ataque a la Gerencia para desviar el foco del meollo de la cuestión me parece especialmente grave y deleznable, sobre todo porque se da la circunstancia de que el Sr. Gerente es amigo personal mío.

5.- Cuando se me propuso la incorporación al Consejo de ‘Orihuela Cultural’ nadie me dijo que ello conllevara acatar algún tipo de disciplina ideológica o cualquier otra propia de los partidos políticos o de las sectas. Y acepté el nombramiento como un servicio más a Orihuela, dispuesto a contribuir al mejor funcionamiento de esta Sociedad Pública Municipal, tarea que -por lo visto hasta ahora-, considero urgente e imprescindible. Desconozco el criterio que los miembros de la Corporación Municipal utilizan para designar sus asesores y consejeros. Pero pueden estar ustedes seguros de que, durante el tiempo que yo permanezca aquí, nunca seré una pieza más en el juego político. Sí me encontrarán siempre en la ética del “reencuentro, en el momento de compartir la esperanza cierta, de que entre todos podemos conseguir que el mundo sea un poco mejor”, como dice el alcalde en su felicitación navideña, y -añado yo- empezando en estos momentos por nuestro municipio, que tan necesitado está de ello.

6.- Para finalizar, permítanme recordarles que el artículo 228 de la Ley 31/2014, de 3 de diciembre, por la que se modifica la Ley de Sociedades de Capital para mejora del gobierno corporativo recoge las obligaciones básicas derivadas del deber de lealtad que obliga a los administradores de una sociedad y la letra d) dice: “Desempeñar sus funciones bajo el principio de responsabilidad personal con libertad de criterio o juicio e independencia respecto de instrucciones y vinculaciones de terceros”.

7.- Dicho todo esto, mi mayor deseo a partir de ahora es que la Sociedad Pública Municipal ‘Orihuela Cultural’ encuentre el mejor camino para realizar adecuadamente las encomiendas que reciba del Ayuntamiento, tal y como marcan sus Estatutos, y que todos los miembros de su Consejo orienten su actividad hacia la consecución de los objetivos para los que esta Sociedad fue creada.