Sánchez y la Tía Felisa
Feliz fin de semana, feliz mes de febrero, que a ustedes les llueva bien podría ser un deseo maravilloso para decir a partir de ahora. La Naturaleza nos castiga con una época de sequía que supone ya restricciones en el consumo de agua en algunos lugares como Cataluña o Andalucía.
La tía Felisa, con la que nunca tuve una relación de familia, sino que entró en mi vida fruto de muchas "carambolas" de mi vivir adolescente, era una persona prudente, sentenciosa y cabal, teniendo estas tres cualidades repartidas por igual. Lo que suponía que estar delante de ella era ser evaluado en términos muy serios, nunca se permitía un exabrupto, y siempre daba el consejo oportuno para que mejoraras. Salías de los encuentros con ella como si te hubiera pasado una apisonadora por encima, sin hacerte daño, pero planchado.
Si la tía Felisa viviera hoy no sé si hubiera sido capaz de contenerse y no lanzar algún insulto que otro, después de ver la charlotada que hemos vivido en el Congreso con la votación de la Amnistía.
Mientras tomo un café mirando al mar, con la vista puesta en el horizonte y la mente intentando encontrar a la tía Felisa, oigo la que podría ser una frase de ella: "Lo que ha pasado es como preparar la fiesta de cumpleaños para alguien, después de haberle preguntado cómo le gustaría que fuera y que llegado el momento, asistiéramos todos al evento, menos él". Pues eso, todos los progresistas votaron a favor de la Amnistía hecha a medida de los "indepes", menos Junts, así que salió denegada por una cumplida mayoría del Congreso.
La tía Felisa se marchó de este Mundo antes de que estas subastas de leyes y reformas hicieran del Parlamento español un "mercado persa". Éstos que allí habitan ya debían ser campeones en cambiar estampitas, cuando eran pequeños. Así que por mucho que nos repitamos que representan "al Pueblo", están perdiendo esa credibilidad y uno piensa que realmente se representan a sí mismos y a sus intereses.
En cierto paseo que di con nuestra protagonista de hoy, porque ella no hacía ejercicio, ella paseaba, se ayudaba de un bastón precioso, que acababa en un mango dorado que ella cuidaba siempre para que estuviera reluciente, la tía Felisa me dijo: "Hijo, nuestra vida tiene que ser como la de un instrumento musical, siempre afinado, porque cuando no lo estás, no puedes hacer música con ningún otro instrumento". Su disertación no se quedó ahí, hizo tal desarrollo de esta frase que fue una auténtica conferencia llena de sentido común. La sensatez de los años, aviva la genialidad.
De los paseos cortos con la tía Felisa siempre aprendí mucho, aprendí que cuando eres un instrumento desafinado, ni aun haciendo "solos", el común de los mortales se para a oírte, porque no estás haciendo música, que es la vida, estás haciendo ruido.
Ella, nuestra protagonista, condujo parte de mis días, me ayudó a conocer a otras personas, otros entornos y yo notaba que, cuando me presentaba a un grupo, estudiaba mis gestos, mi conversación y, después, al cabo de los días, me pasaba la "lija", para corregir lo que no había sido del todo correcto. Todos deberíamos tener una tía Felisa, para ayudarnos en nuestro crecimiento. Aunque pensándolo bien, tal y como hoy se ven las cosas, alguien podría pensar que esa educación es represiva y que los niños deben actuar libremente y que ya se educarán con el tiempo. Así están las cosas.
Sánchez y su Gobierno no tuvieron una tía Felisa. Ellos tienen en su cabeza que si hay que amnistiar a unos, se les amnistía, que si hay que modificar el código penal para justificar que determinadas cosas no son delito, pues se cambia, lo que nos lleva a pensar, tras oír al Presidente hablar en estos días, que pronto cambiarán el delito de terrorismo, para que no se pueda condenar por ello a ninguno de los implicados en el "proces". Y así iremos haciendo una sociedad permisiva con cualquier posición, aunque sea contraria a la salud de la convivencia, porque lo importante es quedarse en el poder.
Mirando el Mediterráneo he llegado a cerrar los ojos y he entrado en una desconexión de la realidad que me rodea. No sé cuánto tiempo ha sido. Las voces de unos niños me han devuelto a la vida. Veo que en la taza ya no queda café y que el camarero, en mitad de mi "desconexión", me ha traído la cuenta. Habrá dudado entre despertarme o traerme una mantita. Pago y me levanto esbozando un pequeño "quejío", porque, a partir de una edad, cuando nos levantamos siempre notamos más nuestro cuerpo.
La temperatura es buena. Depende de si estás al sol o a la sombra, sientes frío o no. De momento no nos lloverá en este Mediterráneo, así que aprovechemos para disfrutar lo que sí tenemos, que es algo de sol y de naturaleza.
Como siempre, servidor de ustedes... Sergio Morales Parra