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¿Soy yo la fachoesfera?

La fachosfera es una nebulosa que no está en ningún sitio pero está en todas partes y se manifiesta fundamentalmente poniendo en tela de juicio y criticando decisiones del Gobierno.

Pedro Sánchez interviene en un mitin en Ourense

Publicado por
Manuel Avilés

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Los políticos de hoy — como los de cualquier tiempo — incluso los más analfabetos, son auténticos maestros de la manipulación y el embaucamiento, dado que viven de convencer a la gente de que sus ocurrencias son maravillosas para su bienestar - el de la gente - cuando en realidad solo son beneficiosas para ellos mismos que son quienes disfrutan de los sueldazos por pasear el folio, sus coches oficiales, sus tarimas rodeadas de aplaudidores y sus despachos con sillones de ruedas, moqueta, aires acondicionados y secretarias con faldas de tubo que realzan sus formas contundentes, sonrisas y caídas de ojos electrizantes y pantalones intramusculares con los que yo mismo — anciano que lleva contados cinco gatillazos en los últimos cinco intentos — no conseguiría ni moverme del sitio.

El lenguaje de muchos políticos, y de algunos que no lo son y van de prohombres en los menesteres más distintos, — no voy a dar ningún nombre, ponga cada lector los que considere, y asigne él nombre y apellidos a los últimos que haya oído — el lenguaje de muchos estos que he dicho se parece, como una gota de agua a otra, al lenguaje de los estafadores — incluidos esos que están causando furor ahora mismo en los medios de comunicación, los estafadores del amor —. El estafador — también el político — es un maestro en la puesta en escena. Cuando aprende, puede susurrar como si te hablara al oído, tronar como Júpiter cuando quiere demostrar firmeza y energía o preguntarse lloriqueando, hacer como que se humilla incluso, cuando lo que pretende es excitar nuestros sentimientos y transmitirnos que sufre por nosotros como si fuera nuestra mismísima madre. No hay nada de eso. Puro teatro. Efectismo que busca el voto para seguir en el sillón disfrutando del poder y de todo lo que conlleva. Porque… Si el poder desgasta, si crea problemas, si hace vivir en la zozobra permanente, si genera insomnio y tensión y noches de gatillazos por el estrés del que decide sobre cosas importantes… ¿Por qué es perseguido con tanto afán y todos sacan la navaja de la faja — noten mi ripio pareado, navaja de la faja — para conseguirlo?

Los políticos y los otros — exactamente igual que los estafadores — buscan la palabra adecuada en el momento justo para causar impacto en el receptor. Eso que vulgarmente se llama “comerle la oreja”, con el único fin de doblegar su voluntad, dejarlo sin ella para que corra, cual perrito faldero tras su dueño, el salvador, el que le va a solucionar la vida sacándolo del anonimato y la miseria. Exactamente como los estafadores pueden prometer mil cosas y… si te he visto, no me acuerdo.

Nunca olvidaré — en aquella enfermería congelada y maloliente de la cárcel de Burgos — las palabras que me dijo Kubati, entonces terrorista y hoy prohombre de la nación vasca y líder político: “Mire usted — los dos nos hablábamos de usted sin decirnos jamás nuestro nombre uno a otro —, en política, nunca jamás, quiere decir que no en los próximos diez minutos. En política, ser terrorista o estadista depende de que pierdas o ganes. Si ganas, eres un estadista. Si pierdes, un terrorista”. Era listo este tío. Sabía. El que más de los setecientos terroristas con los que, aproximadamente, me he entrevistado en mi vida. La prueba es que, él en la cárcel y yo alto cargo, él terrorista y yo el interlocutor… hoy él es un señor que se codea con las alturas del Euskadi Buru Batzar y la Lehendakaritza y yo soy un jubilado que vigila obras y al que aun no han reconocido ni el incremento de la pensión por paternidad.

Puigdemont es un estadista. ¿Lo tienen claro? ¿Qué juez, que político, que experto jurídico, que hombre con la cabeza sobre los hombros puede siquiera imaginar por un momento que Puigdemont y todas sus maniobras tienen algo que ver con el terrorismo? Nadie. Nadie salvo que sea un integrante de la Fachosfera.

La fachosfera es una nebulosa que no está en ningún sitio pero está en todas partes y se manifiesta fundamentalmente poniendo en tela de juicio, criticando, menospreciando y echando por tierra decisiones de un gobierno — la amnistía por ejemplo que es solo generosidad para normalizar y pacificar Cataluña, para integrarla en España —. La fachosfera quiere revueltas porque el gobierno pacifica Cataluña con su amnistía y ella quiere negarla. La fachosfera es una cosmovisión intrínsecamente negativa para el Estado y el gobierno, lo diga quien lo diga, no quiere su beneficio ni su sillón sino el beneficio de todos. ¿Está claro? Pues a ver si nos dejamos de bulos y de macutazos y dejamos que el gobierno trabaje por el bien de todos y nos olvidamos de imaginaciones golpistas que no han existido.

El político — y algunos otros farsantes, como los estafadores — dicen mentiras como castillos y se las acaban creyendo. Acuérdense de Josep Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler: Si uno repite una mentira mil veces, esta se acaba convirtiendo en verdad.

Había en mi pueblo un tipo que cerró su bar durante unos días y puso el siguiente cartel: “Cerrado por paternidad”. Al lado otro del pueblo añadió para advertirle porque sabía lo de Goebbels: “Pepe, abre, que el niño no es tuyo”. Eso voy a poner yo como no me reconozcan a los tres que llevan mi apellido, que me han ocasionado mil desvelos y todavía me dan sablazos de vez en cuando.

En mi trato con mil y un políticos durante mi vida funcionarial — y con varios miles de delincuentes en las cárceles — he visto que a la gente, tan pronto le das un poco de poder, se cree que puede hacer cualquier cosa.

Hoy he oído que Sánchez ha cogido el Falcon para ir de La Coruña a Santiago de Compostela, la caravana de coches aparte para dejarlo en un aeropuerto y recogerlo en otro. Esa conducta — si es cierta como he oído en la radio — integra el conjunto de desmanes que puede desarrollar el poder haciendo al autor de la misma que entre directamente en la pérdida del sentido de la realidad.

Otro ejemplo de situarse fuera del sentido común: Cuando yo creé — recuerden que no hay que fundar nada, que fundas algo y el día que más tranquilo estás te apuñalan y se adjudican cualquier logro por mínimo que sea — pues yo creé, con el inmenso apoyo de Vicente Magro y de Mercedes Gallizo, la Unidad de Coordinación para la Violencia de Género en la Audiencia de Alicante. Llamé a Magro con la idea en la Navidad de 2005, se entusiasmó. Llamé a Gallizo y se entusiasmó más y en febrero de 2006 estaba funcionando con un teléfono incluso a disposición de las víctimas que yo atendía las 24 horas del día todos los días del año.

Entonces los psicólogos en más de un caso — tampoco daré nombres para que no los breen — identificaron varios casos de Síndrome de Alienación Parental. O sea, que uno de los progenitores manipulaba al niño y lo ponía en contra del otro. Eso existe, como existe el cáncer de pulmón, los vagos, los inútiles, las buenas personas, los chorizos y los tipos honrados. Pues bien, a la ola feminazi no le gusta ese síndrome. Se empodera y dice que no existe y ya está. Se elimina de la realidad. Mañana los virólogos pueden decir que no existe la gripe y los dermatólogos que no existe el melanoma, los curas que no existe la muerte y todos tan contentos.

Que época tan bonita, aquella en la que había solamente un tonto por pueblo. Todo el mundo sabe lo que es terrorismo — afirmación del señor electricista que tiene todo mi respeto porque la electricidad es muy difícil de manejar — y los independentistas catalanes no lo son. Montan un golpe para alterar gravemente la forma y estructura del estado pero son independentistas, no terroristas. La gripe no existe y el Síndrome de Alienación Parental tampoco. De La Coruña a Santiago es normal ir en avión y yo mañana comulgaré con una rueda de molino.

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