El Desafío Inmobiliario: Un grito por la convocatoria
Nos hallamos inmersos en un vertiginoso auge inmobiliario, donde el precio de la vivienda parece no tener límites.
En los albores del lunes, resonaron las palabras de Pedro Sánchez anunciando la abolición de la Golden Visa. Este recurso, concebido durante el mandato de Rajoy en respuesta a la intervención de Europa tras el catastrófico naufragio económico de la crisis de 2008, fue una medida destinada a atraer inversiones a España. Quienes desearan obtener residencia en el país tan solo debían invertir la suma de 500.000 euros en una o varias propiedades. Desde su instauración en 2013 hasta nuestros días, se han otorgado un total de 14.576 permisos de residencia, lo que supone aproximadamente 1.356 al año.
En sus primeros años, este mecanismo se reveló como una tabla de salvación en un mar de incertidumbre, especialmente durante los turbulentos años de 2013, 2014 e incluso 2015, cuando la vivienda en España se desplomaba y las propiedades bancarias reinaban en un mercado desolado. Sin embargo, con el paso del tiempo y el creciente interés de inversores extranjeros, tanto comunitarios como extra comunitarios, la situación experimentó un giro radical. Este cambio alcanzó su apogeo tras el confinamiento impuesto por la pandemia de la Covid-19, desafiando las sombrías predicciones de ciertos profetas televisivos que auguraban un oscuro panorama para el mercado inmobiliario, incluso en la radiante provincia de Alicante.
¿Quién habría imaginado que, en el calor de la impresión de dinero y el ahorro forzado durante el confinamiento, no se desencadenaría una ola de liquidez excesiva y la tan temida inflación? Nos hallamos inmersos en un vertiginoso auge inmobiliario, donde el precio de la vivienda parece no tener límites. Si bien concuerdo en la necesidad de moderar este crecimiento, debemos proceder con cautela. España, desde su ingreso en la Unión Europea, ha perfilado su destino como un país de servicios, queramos o no. Nuestro clima benévolo, nuestra gastronomía exquisita, nuestra baja tasa de criminalidad y nuestro espíritu festivo, sumado a la generosa cantidad de horas de sol, nos convierten en un destino irresistible para residir o disfrutar de unas vacaciones, especialmente en nuestras costas.
Sin embargo, nos encontramos en una encrucijada: el creciente interés por adquirir propiedades aquí ha disparado los precios, haciendo que el sueño de la vivienda propia sea cada vez más inalcanzable para los españoles, especialmente para la juventud, que se ve obligada a compartir vivienda o afrontar alquileres prohibitivos.
Lamentablemente, el gobierno parece ignorar a los verdaderos conocedores de la situación: los profesionales inmobiliarios
A pesar de ello, yo no eliminaría las Golden Visa de manera categórica. En su lugar, propondría modificaciones sensatas, como elevar el requisito mínimo de inversión a 1 millón de euros, reservándola así para verdaderos inversionistas, y exigir la residencia efectiva en las propiedades adquiridas, evitando así el fenómeno de inversores que compran varias viviendas y las mantienen en régimen de alquiler sin declarar los ingresos, a menudo con la complicidad de una Hacienda que parece hacer la vista gorda.
La abolición de las Golden Visa, al igual que la desastrosa ley de alquileres impulsada por el actual gobierno, solo traerá más problemas. No podemos obviar la importante recaudación de impuestos que estas inversiones generan a través del IVA, el ITP AJD y las plusvalías tanto municipales como fiscales, recursos que necesitamos desesperadamente para hacer frente a unos gastos cada vez mayores.
Lamentablemente, el gobierno parece ignorar a los verdaderos conocedores de la situación: los profesionales inmobiliarios, que, a diferencia de las promotoras y sindicatos favorecidos en la convocatoria, ( se ha excluido a FADEI, nuestra patronal) están en contacto directo con compradores de todas las nacionalidades y circunstancias y conocen la realidad del mercado inmobiliario como nadie más.
Al final, como dice una buena amiga mía, ésta es solo mi opinión y al igual que el culo, cada uno tiene la suya y la tuya ¿Cuál es?