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Andrés Pedreño ingresa en la Academia de Ciencias Morales y Políticas

Impacto de la economía digital, desafíos para Europa en la era digital y llamamiento a la transformación de políticas económicas, claves de su discurso

Andrés Pedreño ingresa en la Academia de Ciencias Morales y Políticas

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El reconocido economista, emprendedor y exrector de la Universidad de Alicante, Andrés Pedreño Muñoz, fundador de 1 Million bot y del campus tecnológico de Torre Juana, ha ingresado por fin en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas cuyo presidente, Benigno Pendás, le impuso la medalla acreditativa. Aunque su discurso de ingreso titulado Transformación y disrupción digital: implicaciones para la política económica lo tenía redactado desde 2020, el texto conserva plena actualidad.

Una frase refleja la intención de Pedreño en su discurso: “La economía digital exige eficiencia y su desarrollo es rápido e intenso. Normativas y trabas ineficientes suponen una restricción relevante” y tres contribuciones interesantes destacamos de su discurso:

1. Impacto de la economía digital. El discurso destaca cómo la digitalización de las actividades productivas y financieras está transformando radicalmente la base de la economía tradicional, al punto de describirla como un «asesino rápido y silencioso» que actúa con la contundencia de un felino. Este cambio afecta la producción, los precios, el sistema financiero y la posición económica de sectores, empresas y países, marcando un nuevo paradigma en la economía global.

2. Desafíos para Europa en la era digital: Se aborda la preocupación específica sobre cómo Europa está quedando rezagada frente a Estados Unidos y China en la adopción de nuevas tecnologías digitales, como la Inteligencia Artificial. El informe sugiere que Europa necesita una estrategia urgente que integre la regulación digital efectiva y el fomento del talento y la innovación, para no perder relevancia en el nuevo orden económico internacional

3. Llamamiento a la transformación de políticas económicas: El informe insta a los economistas y políticos a salir de la «zona de confort» de las políticas económicas tradicionales y adaptarse a las exigencias de la nueva economía digital. Esto incluye la expansión en campos como la regulación digital, la educación en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), y el desarrollo de ecosistemas digitales y políticas de investigación y desarrollo más eficaces.

Para el nuevo académico, lejos de ser algo puntual cada vez más se generaliza el proceso de digitalización de la economía. “Recogiendo esta tendencia, los expertos en tecnología afirman que “todo lo que pueda ser software se convertirá en software” ampliando a más y más ámbitos de la economía los procesos de transformación digital y de “disrupción”.Cada vez se va generando una nueva economía digital en paralelo que convive y compite con la tradicional. Incluso ya tiene asignada una denominación sectorial.

Estamos hablando de las “fintech” (finanzas), “agrotech” (agricultura), “protech” (sector inmobiliario), “traveltech” (turismo), “edutech” (educación), “insurtech” (seguros), “wealthtech” (salud), incluso “regtech” (regulación), entre otros. En opinión de Pedreño, a través de la tecnología se alteran profundamente el funcionamiento, estructura del negocio y el propio producto, y acaban desplazando a las empresas o las actividades existentes por lo que la “economía digital” debe dejar de asimilarse a una “economía de internet” o a cualquier otra tecnología asociada a una evolución lineal y pasar a contemplarse desde una perspectiva de crecimiento exponencial velocidad con la que se concatenan los propios avances tecnológicos y sus impactos.

La “transformación digital” la define como un tipo del concepto de innovación, sin olvidar la diferencia entre una innovación lineal y otra exponencial. Mientras que el concepto de disrupción debería diferenciarse y asociarse a cambios de mucha entidad y muy rápidos -en algunos casos pueden ser concatenados y exponenciales- que alteran de forma muy relevante el producto o servicio, el proceso productivo o el mercado. “Se trata de un impacto que implica la sustitución o la alteración del propio funcionamiento, naturaleza o la distorsión del status quo existente”.

Y por dejarlo más claro, el nuevo académico afirma: “El concepto de disrupción nos acerca a una “destrucción creativa” schumpeteriana radical, con nuevos bienes o procesos que transforman la naturaleza de sus antecesores incluso aun tratándose del mismo producto. Una destrucción en un contexto global, con cambios muy acelerados y complejos y una extensión que afecta a la inmensa mayoría de sectores y empresas”. De esta forma, el término “transformación digital” propone que “se utilice para referirnos a la innovación vinculada a la tecnología digital que se integra en los productos, procesos productivos y mercados, sin alterar su naturaleza”.

En cuanto al término digitalización –del que dice que frecuentemente se confunde con transformación digital- “quizás fuera lógico utilizarlo como equivalente a otros procesos como industrialización o terciarización. Es decir, el proceso que nos describe el paso de una economía convencional a una digital. Aquí lo importante sería encontrar indicadores válidos que nos descubrieran a medir de forma efectiva el progreso de la economía digital”.

Andrés Pedreño considera que España no tiene bien definida una estrategia de Inteligencia Artificial. “Es uno de los pocos países que todavía tiene pendiente este objetivo pese a tener casi concluido desde la época del Gobierno de Mariano Rajoy un libro blanco sobre este tema. Cada país de alguna forma proyecta su “impronta” y finalmente contribuye a una puesta en escena coordinada para instituciones o agentes económicos.

El informe Obama vino a representar la confirmación de lo que ya se venía haciendo en el Silicon Valley y la constatación de gran apuesta de los gigantes tecnológica en Inteligencia Artificial con compromisos gubernamentales relevantes que veían a afianzar una declaración de intenciones para asegurar un claro liderazgo mundial. Mientras que el conjunto de Europa más allá de alguna declaración de intenciones no ha reaccionado en esta materia, China en cambio no sólo lo hizo sino que dejó muy claro su propósito de lograr la hegemonía económica y militar con el concurso de su ambiciosa apuesta en Inteligencia Artificial”.

Uno de los beneficios de una estrategia sobre IA es que el país en cuestión puede reivindicar el liderazgo de un ámbito específico de desarrollo o de aplicación y por ello, para Pedreño, “sería lógico que España no esperara a que otros países tomen el liderazgo de la IA aplicada al sector turístico. Ni tampoco a otras muchas actividades que van desde la banca a la gestión de la energía solar. No se trata sólo de una reivindicación sino de la puesta en escena del papel gubernamental, sus centros de investigación y la toma de conciencia de la entidad de esta apuesta por parte de los diferentes agentes económicos implicados en cada caso.

Pero no olvidemos que estas estrategias son un brindis al sol sino se resuelven correctamente las bases para su desarrollo. Al respecto el asunto clave aquí son los datos. Sin datos, sin datos masivos no hay Inteligencia Artificial. La disponibilidad y tratamiento de los datos es un tema crucial”.El nuevo académico utiliza el símil de que la economía digital es algo como así como un “asesino rápido y silencioso” que “actúa con la celeridad y contundencia de un felino y devora a su presa sin que pueda hacer nada. De esto ya son conscientes muchos colectivos como por ejemplo los taxistas, los hoteles, la prensa tradicional o los propios bancos.

Sencillas aplicaciones o “plataformas” digitales que empleando un nuevo término -que quizás justificadamente ha hecho fortuna- causan una gran “disrupción” en muchos sectores tradicionales y sus empresas, propiciando cambios muy acelerados o incluso su crisis y desaparición”.No debe pasar desapercibido –sigue diciendo Andrés Pedreño- que estamos inmersos en un debate mundial en el que se aspira a “reimaginar el capitalismo”. Esto es, la necesidad de desarrollar modelos que generen un fuerte crecimiento económico que garantice la prosperidad y el bienestar de los seres humanos al mismo tiempo que garantizan la sostenibilidad del planeta. Esto se traduce en infinidad de tareas ligadas a la educación creativa, la atención sanitaria, al ocio o a las relaciones personales.

Campos tan “inagotables” como la atención emocional a enfermos y personas con discapacidad, la lucha contra la pobreza y la cohesión social, la preservación del medio ambiente, poner fin a la violencia de género, el desarrollo de la creatividad literaria, o directamente incrementar la felicidad del ser humano.“¿Cómo funciona una economía completamente automatizada, capaz de generar los bienes y servicios indispensables para el ser humano? ¿Cómo se podría dotar de una renta básica universal a todos los habitantes?”.

Reconoce el nuevo académico que la respuesta no es sencilla de abordar, y requiere adoptar un prisma que tome muy en serio la disrupción que está viviendo la economía tradicional. “Este futuro escenario con los empleos rutinarios automatizados sólo puede ser entendido con una IA centralizada capaz de anticipar las necesidades del “mercado” y traducirlas en órdenes directas a las cadenas de producción. La oferta y la demanda de todo tipo de bienes y servicios convencionales quedarían así cubiertas, eliminando la incertidumbre empresarial a partir de las indicaciones de los algoritmos, y garantizando la distribución eficiente y centralizada de los productos”.

Añade Pedreño que estas nuevas sociedades “requerirán rentas básicas garantizadas bajo criterios políticos y sociales consensuados. Y una vez estén todas las necesidades cubiertas, necesitarán nuevas reglas, nuevos incentivos a partir de la “tokenización” para cubrir empleos sociales, emocionales o creativos, además seguir premiando”. (Un token es “una unidad de valor que una organización crea para gobernar su modelo de negocio y dar más poder a sus usuarios para interactuar con sus productos, al tiempo que facilita la el emprendimiento, los avances tecnológicos o la responsabilidad social y medioambiental). “Puede que todos estos avances suenen demasiado lejanos en el tiempo.

El empleo no desaparecerá de momento. Los dólares y los euros seguirán manteniendo su valor pese al avance de Bitcoin. La economía circular cohabitará con la economía de mercado. Pero aun así sería oportuno recurrir a John Kenneth Galbraith, quien popularizó en la década de los cincuenta el término “sociedad opulenta”. Para el influyente economista norteamericano la existencia de pobreza era sinónimo del fracaso de las economías desarrolladas, capaces de generar excedentes de riqueza y empleo, pero movida más por la acumulación que por la “distribución de las recompensas”.

Y concluye Andrés Pedreño: “Si las nuevas tecnologías pueden ser la respuesta para que el capitalismo y la política de la opulencia den paso a un sistema y una reglas con capacidad de producir y redistribuir lo que la gente necesita, si la Inteligencia Artificial puede servir para que el valor social se convierta en un elemento vertebrador, al menos deberíamos explorar esa posibilidad. Quizás la sociedad ha sido esclava de la servidumbre de las limitaciones del mercado durante excesivo tiempo. Puede que la IA sea la llave para dar respuesta a las hipótesis de Galbraith”.

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