OPINIÓN
Barceló reta a Franco
La portavoz municipal pide que los militantes decidan la estrategia a seguir y ratifica que "incumplirará" los estatutos del PSOE hasta que lo considere necesario
Según la Real Academia Española, una mentira es una declaración realizada por alguien que sabe, cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le crean, de forma que se oculte la realidad o la verdad en forma parcial o total. Mentira y política van de la mano demasidas veces, lo que provoca un hartazgo en el ciudadano.
Algo parecido es lo que pasa en el PSOE de Alicante: los militantes están empachados y hasta los mismísimos. Todos niegan mentir, pero muy pocos dicen la verdad. Aunque la verdad nunca es absoluta, ya que depende de la valoración de las personas, y éstas se rigen por el principio de subjetividad. Pasa como con la prensa que canta una y otra vez que es independiente, quizá lo haga porque necesita reafirmarse en lo fundamental de una información: la veracidad, es lo que pasa cuando se transgrede el libro de estilo.
Lo ocurrido en la última ejecutiva del PSOE de Alicante pone de manifiesto lo que cualquier observador medianamente espabilado atisbaba. Y es que Ana Barceló ha tejido unas alianzas para algunos contra natura para “liquidar” a Ángel Franco, el exsenador -ahora a la diestra de Diana Morant de forma artificial- que es incapaz de definir una estrategia que una al partido. Son 40 o más años de luchas de victorias y derrotas, pero ahora el veterano político se ha convertido en el problema del PSOE alicantino, y Ana Barceló tampoco parece ser la solución.
Las hostilidades se desataron al final de la ejecutiva. Cuando se le insinuó a Barceló y a los allí presentes, con muy buen tono, elaborar para septiembre una estrategia común entre partido y grupo municipal para trabajar juntos y así tratar de obtener el beneplácito de la ciudadanía dentro de tres años. Objetivo: vencer a Barcala. Pero no estaba en el orden del día y varias voces, muy significativas, dijeron que si no se podía concretar al detalle la propuesta, mejor aplazarla para la próxima ejecutiva. Especialmente incisiva estuvo Mari José Adsuar, que da la impresión de haber acercado posiciones con Barceló, a la que se enfrentó en primarias. Otra columna que se le quiebra al exsenador. Esto es la política, el enemigo de mi enemigo es mi amigo
Barceló no quiere sentarse con el partido, no quiere ni ver a Franco, como no podía ni verlo Ximo Puig y una legión de dirigentes. Hasta se duda de Alejandro Soler, que fue traicionado por el propio Franco al apostar éste por Diana Morant como secretaria general del PSPV. Para no pocos, da igual lo que haga, da igual que las redes del partido y la gestión de temas locales estén dando un baño a un inoperante municipal. Solo quieren matar políticamente a Franco sin esperar a que la naturaleza siga su inapelable curso. Y así las cosas, en el PSOE ya no todo sigue igual. Franco está perdiendo el control y lo peor es que él lo sabe y Barceló, también. De ahí que las provocaciones no cesen. Hoy publica en un medio de comunicación que el PSOE de Alicante no existe, y no pasa nada; digo que cumpliré los estatutos cuando yo quiera -se niega como éstos marcan a que asista a las reuniones del Grupo Municipal Socialista un miembro de la ejecutiva- y no pasa nada; elige a los asesores sin contar con la ejecutiva; confecciona la lista sin comunicárselo a la ejecutiva, lo supo antes la Prensa; no le transfiere la aportación económica que siempre recibe el partido del Grupo Municipal para ahogarle y que deje de pagar a las redes sociales, cuyo desempeño es ejemplar (de ahí sale la polémica de la apertura de la Casa del Pueblo por turnos). Y todo está comunicado a Ferraz por si es constitutivo de expediente. Pero por lo que se ve, el PSPV, es decir, Valencia, tiene vía libre de la Federal para hacer y deshacer, o no...
En la guerra todo vale. Ahora toca otro reto de la portavoz municipal: convocar una asamblea que es soberana para cargarse al secretario general local y a la ejecutiva y ponerse ella, que llegó con el mandato claro de Ximo Puig: acabar con Franco. El problema es que no son los que mandan. Mientras tanto, el PP de Barcala gobierna plácidamente. El principal partido de la oposición está entretenido con sus batallas con su guerra.