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OPINIÓN

Alicante Gastronómica, del éxito a la internacionalización

Cualquier iniciativa en pro de mesa y mantel puestos, será beneficiosa creando riqueza, puestos de trabajo y popularidad externa, ya que hoy el turista es más culto y la cocina y el servicio de sala son cultura

El alcalde de Elche, el conseller de Agricultura, el presidente de la Generalitat, la directora de Alicante gastronómica y el presidente de la Diputación de Alicante

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Es un hecho constatado y constatable que Alicante Gastronómica ha triunfado en su ya sexta edición, situándose entre las primeras ferias de la alimentación y de la gastronomía de nuestro país; pero, y ahora, deberá intentar saltar el peldaño que la lleve a categoría internacional. Y ese es el gran hándicap del mentor y organizador Rafael García Santos, quien empeza en Vitoria, triunfó con “Lo mejor de la gastronomía” en San Sebastián (hoy San Sebastián Gastronómika) conociendo al entonces presidente de la Diputación alicantina José Joaquín Ripoll que le convenció para traerse esta feria a Alicante, donde y por cierto tenía buena vivienda entre Elda y Petrel, y empresa familiar relacionada con las pieles.

García Santos pudo aportar una buena parte de su clientela-expositora en Donostia, y de una primera convención alimentaria y gastronómica bastante limitada en IFA, si la comparamos con el actual número de presentadores de productos, demostraciones culinarias (no me gusta el anglicismo “Show Cooking”), talleres y catas gustativas, destacando las enológicas, didáctica culinaria infantil, etc., pero sobre todo profesionales que aquí tienen la oportunidad de reencontrarse e intercambiar asuntos personales y profesionales, se ha consolidado como la cuarta feria (añaden los organizadores el término “experiencial”) al sur de los Pirineos, por delante de otras capitalidades como Valencia, Asturias, Valladolid, etc., aunque todavía quedamos muy lejos de un Madrid Fusión o Alimentaria en Barcelona, algo lógico por la capacidad de convocatoria y peso socioeconómico que tienen las dos mayores ciudades de España,

Desde luego son las instituciones políticas y empresariales quienes más carne y pescado deben poner en el asador, llenar despensa y nevera publicitarias, empezando por la Diputación como primer patronato provincial si aspiramos a una internacionalización real, que es la que en realidad cuenta en Europa y en el mundo. Y eso sólo se consigue abriendo mercados, mucha visita, muchos contactos y convicción sobre una realidad tangible y demostrable.

Gema Amor, el alma gerencial de Alicante Gastronómica, apoyada siempre por su inseparable Carlos Baño desde la Cámara de Comercio y el sector empresarial, ha logrado lo que parecía imposible, pero tendrá que seguir esforzándose si quiere conseguir lo óptimo, pues ahora cada provincia tiene su feria (local o de producto), en el extranjero las hay impresionantes (Francia, Alemania, Italia, Inglaterra…) Y eso ya son palabras mayores que mueven millones de euros, simplemente por su potencial económico -alimentario, algo que evidentemente no podemos alcanzar, pero sí situándonos en la segunda línea de la Champions ferial.

Carlos Mazón, presidente de la Comunidad Valenciana y en la línea sucesoria de Feijóo, es un alicantino que tiene mejor saque que diente, y, como tal bien nacido necesita valorizar (lo de “poner en valor” me parece pedantería artificial) una provincia situada entre la cuarta y quinta en el ranking socioeconómico nacional. Alicante vive del turismo, y hoy está de moda el turismo con el añadido de “gastronómico”; cualquier iniciativa en pro de mesa y mantel puestos, será beneficiosa creando riqueza, puestos de trabajo y popularidad externa, ya que hoy el turista es más culto y la cocina y el servicio de sala son cultura (para eso están los CDTs – incluido el reciclaje –, e incluso el recién inaugurado nivel universitario). No es lo mismo “echar de comer” que “dar de comer” con profesionalidad.

Si París valió una misa, Alicante bien vale un aumento en los presupuestos, no sólo comunitarios, sino también nacionales. Me afligió no ver ni un solo socialista en la inauguración de nuestra feria gastronómica por excelencia, únicamente a Mazón seguido por una extensa tropa de conseller y directores generales, amén de los alcaldes de Alicante y Elche (PP), más mucho cargo afín de diversa laya, como si en los pueblos y ciudades que gobiernan los socialistas no se necesitase de la que hoy por hoy es la primera industria de la Comunidad Valenciana. Algo que, con toda seguridad les pasará factura en las urnas por insolidarios. A nadie, entre los actores de la feria y los posibles 75.000 visitantes, se le pregunta por su ideología, probablemente habrá muchos miles que votan al PSOE y a Compromís, incluso podemitas dado que la profesión de camarero, pinche de cocina, fregachinas, y demás nóminas apretadas en hostelería, no presagiaban ahora demasiados votos a la derecha.

Por otra parte, aunque seguí la inauguración como comentarista televisivo desde el estudio de canal 12, antes y después he tenido bastantes conversaciones con quienes detentan mayores responsabilidades en el turismo y en la gastronomía, y todos coinciden en que es necesario mejorar, mucho más de lo que ya lo están haciendo (mérito innegable, pero insuficiente), los menús hoteleros, dado que, por muy tragaldabas de tour operador que parezca el hospedado no puede estar sometido a buffetes insulsos y reiterativos, cocina preparada con mucha anterioridad al servicio, cenas de sopicaldos y congelados, y una carta de vinos de tres líneas.

El sol nos cae del cielo y la arena viene del mar, pero la fama con eco y reclamo de turistas procede del mejor servicio, empezando por el gastronómico más allá de la paella nocturna y de la sangría, sobre todo para nosotros siendo una provincia climatológicamente privilegiada con una diversidad de platos única entre el Mediterráneo, las vegas y valles hortofrutícolas y la montaña. Algo que debe saber exportar Alicante Gastronómica, pero dando el salto a los países potencialmente visitadores, auténticos nómadas vacacionales con la cartera y la tarjeta bien dispuestas para regresar a sus países originarios morenos y satisfechos de sol, pero también de estómago.