ESdiario

Mónica Nombela

Abogada

Todos somos Paiporta

Basta de actuar de manera rastrera e interesada, y hagan el favor de activar toda la maquinaria del Estado, para auxiliar a esta pobre gente. Ya llegan tarde. Muy tarde.

Voluntarios organizan los donativos en el punto de recogida de ayuda a Valencia de Chamberí, a 3 de noviembre de 2024, en Madrid (España). El punto de recogida de ayuda de Chamberí se trata de uno de los espacios municipales habilitados para la donación a la Comunidad Valenciana tras los efectos de la DANA, que el pasado 29 de octubre arrasó la zona y que deja ya una cifra de más de 210 fallecidos.

A. Pérez Meca / Europa Press
03/11/2024

Voluntarios organizan los donativos en el punto de recogida de ayuda a Valencia de Chamberí, a 3 de noviembre de 2024, en Madrid (España). A. Perez Meca

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Se llamaba Erica y tenía 32 años. Era la hija menor de Amparito, la mujer que ayudó en nuestra crianza y vivió muchos años en casa. Iba con su novio camino de Peñíscola cuando, a la altura de Chiva, los sorprendió la DANA. Salieron del coche y sólo él resistió la fuerza brutal del agua. Ayer se confirmó su fallecimiento. DEP.

La desagracia que se ha cernido sobre la Comunidad Valenciana en estos días nos ha dejado a todos los españoles con el corazón tan arrasado como la provincia de Valencia, especialmente a los que tuvimos la DANA sobre nuestras cabezas el día anterior, y nos libramos por los pelos. Están siendo días duros, en los que hemos pasado de la incredulidad a la estupefacción, a medida que hemos conocido la magnitud del desastre. Los muertos no son mera estadística, son personas que tenían familia, planes y una vida por delante, como Erica, que se ha visto repentinamente segada. Sabemos que muchos de los fallecidos jamás serán localizados y habrán acabado en el mar. Otros tal vez aparezcan en los sótanos del centro comercial convertido en cementerio en el que, dicen, hay cientos de muertos y al que están accediendo ahora. Sabemos que las obras de canalización y desvío del Turia protegieron la capital, pero posiblemente hayan sido nefastas para los pueblos de alrededor. Sabemos que ha habido fallos humanos flagrantes, antes y después de este desastre, y que las autoridades hasta ahora no han estado a la altura ni de las circunstancias ni de la ciudadanía. Muchas de las pérdidas humanas eran evitables y sentimos un inmenso dolor, rabia e impotencia por ello.

En España jugamos demasiadas veces a la improvisación, lo que en ocasiones acarrea funestas consecuencias. Al parecer los cauces de los ríos no se limpian como sería necesario, en previsión de lluvias torrenciales, y por ello no han funcionado como deberían a la hora de distribuir de manera más equilibrada el agua. Aparte de las pérdidas humanas, los pueblos devastados, los cientos de desaparecidos y las cuantiosas pérdidas económicas, nos ha machacado esta sensación general de impotencia, ante la pésima gestión de la catástrofe por parte de las autoridades.

Desde el pasado martes se ha visto muy a las claras que tenemos un Estado fallido, gobernado por incompetentes, chupatintas y artistas del postureo, que deberían dedicarse a tareas de escasa o nula responsabilidad, como es el caso de la consellera Nuria Montes.

Ya saben lo que dice la Biblia de pedid y se os dará

Pedro Sánchez ha quedado retratado como un cínico desaprensivo, que esperaba con chulería que la Comunidad Valenciana le pidiera ayuda, y no como el presidente de todos los españoles. Me suscita varias preguntas: en caso de que el presidente de la Generalitat Valenciana hubiera sido un socialista ¿habría sido más eficaz y generosa la ayuda desde el primer momento? ¿Han muerto más personas de las esperables por un absurdo conflicto de competencias entre administraciones? Por otra parte, ¿es cierto que Mazón ha rechazado ayuda externa de otras Comunidades, cuando obviamente hacía tanta falta? ¿Ha pecado de prepotencia y creía que lo iba a poder manejar todo él solo? ¿Cómo hay tanto caos en la organización de las ayudas?

Dan ganas de salir a la calle y liarse a garrotazos con el primero que pase, como sucedió ayer en Paiporta. No comparto las malas formas ni la violencia de estos ciudadanos, pero entiendo la desesperación de la gente, que está esperando que alguien les eche una mano para enterrar a sus muertos, limpiar sus casas y recibir lo más básico. A algún asesor iluminado se le ocurrió la brillante idea de llevar a los reyes con Sánchez y Mazón al epicentro del desastre, a hacerse la foto de rigor solidarizándose con las víctimas, y se encontraron un pueblo clamando por la ayuda que ha tardado cinco días en llegar. ¿Qué esperaban, aplausos a lo “Bienvenido Mr. Marshall”? La gente estuvo hablando de tú a tú con el Rey, que hizo una exhibición de valentía, empatía y asertividad al hablar y sobre todo escuchar a varios vecinos desesperados. Aparte de la presencia de ánimo y profesionalidad del Rey, vimos al president Mazón desbordado, aunque aguantando la tensa situación que se vivió ayer en Paiporta; a un Sánchez huyendo, acosado por los insultos, los palos, las piedras y el fango -ya saben lo que dice la Biblia de pedid y se os dará-; y a una reina Letizia perdiendo el glam, con barro en la cara, pero demostrando humanidad. Ciertamente, de barro iban todos hasta las orejas. Yo creo que si Sánchez no se hubiera marchado lo habrían molido a palos. Algo habrán aprendido, o eso espero: el pueblo no está para tonterías.

Los españoles necesitamos que todas las autoridades pongan todos los medios necesarios, y empiecen a trabajar codo con codo, para manejar y solucionar la crisis urgentemente. Basta de actuar de manera rastrera e interesada, y hagan el favor de activar toda la maquinaria del Estado, para auxiliar a esta pobre gente. Ya llegan tarde. Muy tarde.

La ciudadanía ha sido muy superior en todo a los gobernantes hasta ahora. Los jóvenes, especialmente, están haciendo un despliegue y dando un ejemplo inconmensurable. Los miles de voluntarios están siendo muy generosos, pero por la pésima organización la ayuda no está siendo eficaz. No existe un liderazgo sólido que ponga cabeza en la buena voluntad. La gente hace lo que puede buenamente, sin orden ni concierto. Quienes organizan -por decir algo- les dicen a los miles de voluntarios que no es necesaria la ayuda, cuando en realidad sí lo es. Los citan y les hacen esperar dos horas, luego los llevan de un sitio para otro en autobús para al final no hacer nada, con la frustración que ello acarrea a quienes están deseando ser útiles. Ayer las autoridades esgrimieron las nuevas alertas climáticas para disuadir a los voluntarios ir a los pueblos a ayudar, cuando iban de visita los reyes y los dos presidentes a Paiporta y Chiva, ¿casualidad, o sólo querían dejarles la carretera despejada a las autoridades? Esto por no hablar de la inmensa cola de coches de efectivos de seguridad, que bloqueó los accesos. Como bien le dijo una mujer a la Reina, “no deberíais haber venido”.

Me dice mi hijo Javier, desde Valencia, que está recogiendo el sentir de muchos voluntarios, que los pueblos más al sur, como Alfafar, siguen necesitando mucha ayuda, porque son los que menos han recibido aún. No los olvidemos.

Me quiero quedar con el ejemplo del valor de la gente, que está dando lo mejor de sí para ayudar desinteresadamente a los demás. Si no fuera por la sociedad civil, este país se hundiría. Gracias a todos por el grandísimo esfuerzo, por ser los ángeles de los afectados, como esa joven que llevó seis botellas de agua a pie desde Valencia en su mochila para repartir. O como un psicólogo alicantino, que lleva tres días en Valencia, echando una mano. O como los empresarios que han ido desde Alicante con camiones y furgonetas repletos de ayuda.

Estamos consternados por el dolor del pueblo de Valencia, que está herido, pero unido. Queremos que nos sientan cerca todos los hermanos valencianos. Se acabaron las ridículas rivalidades entre Alicante y Valencia. Gracias a Dios, la gente está volcada. Todos somos Paiporta. Todos somos Valencia.

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