Cada cual en su peculiar batalla
A Melquiades le entristece que, mientras “el pueblo” encuentra razones para estar unido y pelear juntos en esta desgracia, los políticos se empeñan en dividirnos y separarnos.
Feliz fin de semana, allá donde ustedes estén. Disfruten de estos días en los que la lluvia se marcha, el sol se hace dueño del escenario y las temperaturas moderadas, en este levante español, nos ayudan a recomponernos de lo sufrido en algunas partes de nuestra Comunidad Valenciana.
Mi amigo Melquiades, madrileño donde los haya, del que alguna vez les he hablado, se hace ver en la lejanía, con un andar “parsimonioso”, como quien ya no tiene prisas para que suceda nada. Hemos quedado para tomar un café de esos que a él siempre le queda más que a mí, porque yo me lo bebo como si el líquido se fuera a autodestruir en unos segundos, y lo ingiero sin pensar en su temperatura, así que, las más de las veces, termino con la lengua o el paladar algo afectado.
La mirada de Melquiades lo dice todo. Hoy es una de esas miradas que te lanza de reojo, como preguntándote: “Y a ti qué te parece todo lo que pasa”. Lo conozco, viene buscándome. Sabe que soy de los que piensan que hay dos “mundos”, el que vivimos las personas normales, el cercano, el de los dramas y desgracias, el de las alegrías y triunfos, el de los sentimientos, el amor, la entrega, el de los abrazos o las riñas, pero todo esto muy de cara, sin falsedades, con la autenticidad del pueblo. Y luego está el otro “mundo”, el de los políticos, el de los que hacen cosas, pero no las hacen por lo que tú pensabas, las hacen porque eso hace que el otro caiga, o que uno salga en la tele, o que del otro se diga, o vete a saber por qué interés, pero que no cuadra con los intereses de los primeros, las personas normales, las de ese otro “mundo” que les contaba.
Así que le digo a Melquiades que me parece que no vamos bien porque hay mucha gente muerta y muchos damnificados que han perdido su casa, o han perdido su sustento, porque ya no tendrán trabajo en aquella empresa, o su vehículo, o su familia, o todo a la vez, y mientras, como ajenos a todo esto, pero poniendo esto como parapeto, los políticos pierden tiempo y esfuerzo en echarse las culpas, los unos a los otros.
No es que han apartado la vista y no miran ahora a los damnificados, es que nunca los miraron realmente. Cuando “paseaban” por la “Zona CERO”, como dicen ahora, no veían lo que usted o yo veíamos, ellos veían el cómo argumentar todo aquello para que cayera alguien que no fuera de los suyos. Esta es la podredumbre que vivimos en la política. Algunos no esperaron ni a que se terminara el río incesante de muertos y desaparecidos y salieron a las calles a gritar.
Después de lanzar esta soflama de pensamientos revueltos que tengo en la cabeza, Melquiades me mira, y remedando aquellos sainetes de nuestro ilustre Carlos Arniches, me dice: “Aprobao to lo que has dicho, pero no por unanimidad, sino por dos nanimidades” . Y se queda tan tranquilo como vino.
Melquiades disfruta de esta temperatura primaveral, de la playa y de la merecida pensión. Le entristece que, mientras “el pueblo” encuentra razones para estar unido y pelear juntos en esta desgracia, los políticos se empeñan en dividirnos y separarnos.
Melquiades me insta a hablar del Real Madrid, ese equipo que nos tiene enganchados a los dos. El equipo que nos da una de cal y otra de arena. Nos dolió perder contra el Barcelona, pero después nos dolió más perder contra el Milán, así que miramos cada fin de semana contra quien nos toca jugar, por si nos “desangramos” poco a poco. Aunque, como dice el camarero que nos atiende, que es del Barcelona, todavía queda mucha liga, frase que utilizaba una conocida cupletista, en sus espectáculos del Madrid de los 60, según me comenta mi estimado Melquiades, con aquellos graciosos dobles sentidos y que hoy sería totalmente criticado por más del cincuenta por ciento de los españoles, que son los progres que forman nuestra nación.
A Melquiades lo tengo invitado hoy a tomar unos callos que yo aderezo con mucho arte y que él ya me ha reconocido que están de campeonato. Los “maridaremos” con un vino de Ribera del Duero, un crianza de “Lagar de Isilla”, un vino modesto, agradable al paladar y cuyos aromas nos trasladan a los bosques de Castilla León y a la leña recién cortada, un vino de fácil combinación con platos de cuchara.
Busquen refugio en los mundanos placeres de la gastronomía y la enología, si no tienen otro plan preparado. Descansen y dediquen tiempo a la persona amada, será enriquecedor para ambos espíritus.
Feliz fin de semana, como siempre, servidor de ustedes…