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La gala de los ‘Gracias’

Qué aburridos son los discursos de los ganadores de los Goya desde que no gobierna el PP. Ya no hay frases emotivas, ni protestas ni reivindicaciones. No hay pancartas ni trasfondo político

Antonio Banderas y María Casado, presentadores de la gala de los Goya 2021

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No hay nada más aburrido en un discurso que escuchar la innumerable lista de amigos, familiares y compañeros de trabajo que tienen los premiados –y premiadas-. Parece mentira que quienes pronunciaban esos discursos tórridos, interminables y de corta distancia fuesen personas dedicadas al mundo del espectáculo, esa parcela de la cultura que necesita conectar con el espectador, o –de lo contrario- cogeremos el móvil para saciar nuestra sed de entretenimiento mientras simulamos atender la función. Es lo que pasa cuando un artista no conecta. El patio de butacas se empieza a iluminar de pantallas táctiles y el público se abstrae en otras cosas, esperando que acabe la función.

A mí me pasó. Salvo algún momento en el que Antonio Banderas y María Casado me volvían a conectar y algunas actuaciones musicales -como Vanesa Martín- me transmitieron sensibilidad, el resto me pareció aburrido, sobre ensayado, sin emoción y –sobre todo- sin mensaje. No digo yo que los actores y actrices –directores, productores y demás trabajadores del séptimo arte- sacasen pancartas en sus conexiones ni pronunciasen discursos para aislar a algún partido político o denostar al presidente. Me hubiese bastado con que hubiesen dado unas pinceladas sobre el papel que juega el cine en la sociedad. En estos momentos cabría una reflexión sobre la importante misión de quienes crean, desarrollan y cuentan historias increíbles. Lo dijo Banderas –menos mal que había alguien allí-, pero los demás se limitaron a dar las gracias “a mis padres, mis amigos, el equipo, quien me dio la primera oportunidad…”. En fin, que podrían enviarles una carta a cada uno y librarnos de tanto aburrimiento a quienes teníamos una expectativa de entretenimiento, concienciación, glamour y aprendizaje en esa gala.

Me transportaron a las ruedas de prensa de pueblo, donde el político local dedica los primeros cinco minutos a dar las gracias a tal colectivo, a tal persona o a sus compañeros de grupo

Los Goya de este sábado me transportaron a esas ruedas de prensa de pueblo, donde el político local dedica los primeros cinco minutos a dar las gracias a tal colectivo, a tal persona o –incluso- a sus compañeros de grupo o al alcalde o alcaldesa del municipio- “por su gran apoyo y sin el que este proyecto no hubiese salido adelante”. Ya lo sabemos señora –o señor-, llámelos y se lo dice en persona pero ¿hay algún mensaje con trasfondo? Entonces, cuando los periodistas preguntamos por lo que –modestamente- consideramos ‘temas de interés’, no saben y no contestan. Nos dicen que no han contemplado ese debate. Un argumento “paupérrimo”, por parafrasear la expresión que Mónica Oltra dedicó este viernes a la vicepresidenta de la Diputación de Alicante, Julia Parra, por discrepar de su cartel del 8M.

Tras la gala de los Goya me quedé desconsolado. Los intelectuales españoles del cine ya no tienen mensaje para el populacho. Ya no critican al gobierno, ya no exponen sus injusticias sociales en un acto tan influyente como la cita de los premios del cine español. Será que ya no hay asuntos que denunciar, que se acabaron las injusticias, que no hay abuso de poder… o que ya no gobierna el PP. Qué suerte tienen PSOE y Podemos de tener a los ‘Bardems’ de turno entre su grupo de amigos. No hay nada como ser agradecido.