Poca salud, mucho orgullo (gay)
Al Hospital de Castellón las donaciones llegan en forma de libros donde sobre la sodomización de un obispo. El centro soporta una de las mayores listas de espera quirúrgica de la Comunitat
La mayoría de los hospitales que se precien de ser "generales" suelen disponer de un bibliotecario de oposición ganada o en puertas. No tiene por qué ser médico, pero sí ser un experto profesional en bibliografía médica (especialidades incluidas). Generalmente los libros en Medicina suelen ser caros empezando por los más básicos y necesarios como la "Microbiología Médica" de Murray o el Medimecum a la hora de saber lo que tenemos en farmacia. Para sí quisieran muchas Facultades universitarias tener los anaqueles de algunas bibliotecas como las de los grandes centros hospitalarios de Madrid y Barcelona, por no hablar de La Fe de Valencia.
Y aunque Internet ya empieza a acumular bastante información sobre la extensísima documentación, desde la investigadora a la puramente atención sanitaria, los volúmenes y apéndices en letra impresa e imágenes continúan siendo la guía científica a seguir por doctores y licenciados en medicina y cirugía, y demás personal sanitario. "En Medicina nunca se acaba de aprender", me dijo un ya vetusto y muy preclaro Severo Ochoa, cerrando una entrevista con una estupenda comida en el Huerto del Cura ilicitano, por donde tanto le gustaba pasear silencios.
Cuento lo anterior porque me llega la noticia, absolutamente increíble salvo que debamos reconocer que todavía vivimos en Zulandia, de cómo en el Hospital de Castellón ha recibido del Ayuntamiento de Torreblanca, vía concejala de Feminismo (y otras respetables materias invertidas), un lote de libros, algunos previamente retirados de la circulación, cuya sabiduría galena se basa tanto del movimiento LGTBI ¿aplastante mayoría en nuestro sistema sanitario?, completados por otros sesudos tratados supuestamente desacralizadores de la moral universal (sin entrecomillar religiones o credos), donde entre ocurrentes lindezas y juiciosos análisis de brillantísimos investigadores y literatos, se nos narra las sodomización de un obispo, ¡dale Passolini!; cómo y también, eso de probar y después opinar sobre las orientaciones de cada cual (decir "Pamplona" la cabeza bajo el agua con un seminarista machongo homosexual detrás); y completar la antología del disparate aceptando que el desamor y repulsa contra el colectivo ‘Jesús es Cristo’ les sienta estupendamente a maricones y bolleras porque la heterosexualidad y el apareamiento para que nazca terceros es un castigo divino, que se equivocó al poner a Eva en lugar del bujarrón de Caín o el apocado consentidor Abel, y así pronto habríamos acabado con la raza resumiéndola en un Génesis telegráfico.
Bueno, pues ya tienen sus anaqueles del hospital de Castellón una colección de heterodoxos/as que para sí la quisiera el marqués de Sade o Bukowski cuando iban más entonados. La paradoja del gasto porno-terapéutico, en lugar de personal y aparataje médicos-sanitarios, es que el referido centro curativo está considerado entre los inferiores en su ranking (si no el peor) de toda la Comunidad Valenciana. Dicen que lo que no cura, reconforta. Pues eso, que no estoy muy seguro de si sanan a muchos castellonenses y extranjería, pero probablemente alguno/a cambiará de orientación sexual que es, ahora que pienso en target gay, para lo que están pensados en la tesis y en la praxis los hospitales, quizá mañana los centros de salud.
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