Dios o el César, cisma en la iglesia catalana
En vísperas del 1-O y con la honda preocupación por la deriva independentista en Cataluña, la posición de más de 300 curas catalanes ha venido a añadir un nuevo desgarro, una nueva desazón.
OPINIÓN: En vísperas del 1 de Octubre y con la honda preocupación por la deriva independentista en Cataluña, la posición de más de 300 curas catalanes ha venido a añadir un nuevo desgarro , una nueva desazón en quien, como me ocurre a mí, compatibilizo sin ningún tipo de conflicto el sentimiento de ser y sentirme valenciano, con el de la pertenencia a ese proyecto común que se llama España. Soy y me siento valenciano y español.
Si me duele España, otro tanto, si cabe mayor dolor, he experimentado al ver que en el seno de la Iglesia Católica Catalana un sector nada desdeñable asume un discurso ,que como mínimo considero se puede calificar de poco cristiano.
Un Cisma que se vislumbra de manera dramática. Mientras el Cardenal Juan José Omella solicitaba en su homilía del día de la Merced “seny” y “evitar la confrontación, la violencia y el menosprecio por los otros”, en el Monasterio de Montserrat el Monje Sergi d’Assis impartía una homilía-Mitin calcando las falacias a las que nos tiene acostumbrado el independentismo más recalcitrante, más carca y reaccionario, eso sí, envolviéndolo en la dialéctica y el ropaje de un progresismo burgués en el que no faltó la referencia a la represión y a la libertad.
He recordado en estas aciagas horas una larga conversación que tuve ocasión de mantener con el fallecido Cardenal Ricard María Carles con motivo de una visita a la población valenciana de Albaida cuando ya era emérito en el Arzobispado de Barcelona y yo desempeñaba la Presidencia de la Diputación Provincial de Valencia. Confieso que cambió profundamente la percepción que tenía del Cardenal que estaba distorsionada por los clichés que en demasiadas ocasiones nos formamos de los demás. Pude adivinar el sufrimiento que un Buen Pastor, como lo fue el Cardenal Carles, tuvo que experimentar en su tarea pastoral. El Clero más radicalizado no aceptaba que no fuese catalán y nacionalista. Sufrió mucho en silencio la incomprensión y el fanatismo de un Clero politizado que le agasajó con todo tipo de ingratitudes y de desafecciones, a pesar de todo lo cual siguió amando a Barcelona y a su grey.
Ahora puedo intuir el sufrimiento que atenazará el corazón del Cardenal Omella después de su posición dialogante y no dudo en calificar de fidelidad a su Fe. A la Cruz con la que carga, para él deseo y estoy seguro que no le faltará, el acierto a la luz de la Fe.
La posición de ese clero independentista engendra un fuerte rechazo y dolor en el corazón de muchos católicos españoles que ni con la mejor voluntad pueden concebir que sacerdotes católicos apadrinen posicionamientos políticos tan excluyentes que, no me cabe la menor duda , en muchos casos harán un flaco servicio pastoral, cuando no provoquen el rechazo hacia la propia Iglesia a la que pertenecen y deben servir.
Y yo me pregunto, ¿qué opina este clero independentista de la fractura que se está provocando en el seno de tantas y tantas familias catalanas y en la sociedad en general?
¿ Qué opina de los odios que se están alimentando desde hace años por el independentismo?
¿Qué opinan de la violencia moral a la que se está sometiendo a tantos ciudadanos y cómo se señala al discrepante?
¿ Qué opinan de la vulneración sistemática del derecho a la educación?
¿ Qué opinan de la imposición del pensamiento único nacionalista?
¿ Qué opinan de quienes en vez de predicar el Amor siembran el odio?
¿Cómo se puede conjugar el Evangelio con sus posicionamientos?
Como católico no soy capaz de comprenderlo.
Uno no puede mas que recordar la cita evangélica : “Dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del Cesar .”