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La película de la guerra fría que al final no salió del congelador

¿Se imaginan una película -en plena guerra fría- sobre una civilización que domina el mundo a través de la conquista del Océano Atlántico? Pues estuvo a punto de ver la luz

La película de la guerra fría que al final no salió del congelador

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El joven ingeniero estadounidense Robert J. Flaherty por fin encontró trabajo. Era un poco arriesgado, pero no podía decir que no a su primera oferta laboral: ser explorador de minas en el Ártico, allá por 1913. Le anticiparon en su empresa que allí no había muchas actividades lúdicas para disfrutar, así que –para matar esos ratos- se llevó una rudimentaria cámara y pasó horas y horas grabando a los esquimales.Casi sin darse cuenta inventó “el documental”. Gran invento para la humanidad en general, y para los españoles en particular al acompañarnos tantas veces a la hora de la siesta.

Su primera obra fue un auténtico éxito: “Nanuk, el esquimal”, y tuvo una especie de segunda parte, pero esta vez el documental se centró una princesa de la Polinesia: “Moana” de 1926. Para Flaherty, era fundamental el aspecto humano en sus películas, y nunca trabajaba con actores profesionales, sino con personajes autóctonos y reales: ni siquiera permitía simular tatuajes en sus cuerpos.

Pasados 90 años de su estreno, en 2016 la factoría Disney hizo su versión de “Moana” en dibujos animados 3D. La princesa era una niña que -tras cruzar un arrecife- consiguió llevar comida a su pueblo. Por cierto, en España esta película recibió el nombre de "Vaiana" porque "Moana" era un término ya registrado por una perfumería.

La factoría Disney hizo el “remake” de la película de Flaherty en dibujos animados. Claro, con un ordenador se puede construir en la pantalla la flora y la fauna de la Polinesia. Las cabañas sobre los mares azules y al fondo la selva. Paradisíaco. Las películas de Disney nunca descuidan vestir a la perfección la naturaleza que rodea sus historias.

Demos otro salto en el tiempo -ahora hacia atrás- y vayamos a 1955. El 25 de febrero de ese año, un documento secreto OTAN (y desclasificado en enero de 2015) nos cuenta un sorprendente proyecto que no vio la luz, pero que estuvo sobre la mesa del mismísimo Lord Ismay, quien en esa fecha era el Secretario General de la Alianza Atlántica.

Se trataba de realizar una película: “ATLANTIC EPIC”, que podría traducirse como “La épica del (Oceano) Atlántico” o “La épica atlántica”. El guión era muy arriesgado para la época, casi futurista.

La película habla de 3 continentes -sin especificar- alrededor de ese mar (hay que deducir que son América, Europa y África). Al principio, todo va bien, y van surgiendo civilizaciones alrededor del Atlántico…, pero llega un momento en que el océano se rebela contra los hombres que habitan esos continentes.

Las tres civilizaciones se unen para dominar al mar, y de esta lucha común surge una nueva civilización alrededor del Atlántico. Los valores comunes -los de la Alianza- consiguen unir a tres continentes, crear un nuevo mundo y controlar al elemento que les había desafiado.

Continuando con “la épica”, finalmente los “atlantistas” no sólo dominan ese Océano, sino que su civilización se convierte en la que dirige, bajo los valores de unión y solidaridad, todo el mundo.

Este era el proyecto que la empresa cinematográfica “Producciones de Occidente” presentó a la Alianza Atlántica. ¿La respuesta? Pues que le parecía buena idea, que estaba dispuesta a ayudar y asesorar…. Pero no había “quorum” para aprobar la financiación, así que la película finalmente jamás vio la luz.

Pero….¿se estudió realmente esta opción? Y tanto. Además, la OTAN dejó por escrito cómo debería ser esa película caso de realizarse (cosa que ya sabemos no ocurrió): “debería reflejar el aspecto humano como las películas de Flaherty, mostrando la naturaleza como las películas de Disney”.

Dos maestros que, con semejante guión, seguro habrían hecho una obra de arte (y digo “habrían” porque en 1955 Flaherty ya había fallecido). ¿Y si hubiera que elegir con cuál nos quedamos? Pues ahí ya cada uno tiene que mojarse. Yo soy de los que cree que ningún diseño por ordenador puede reflejar el mundo como es y, al final, da menos problemas: la versión de Disney de “Moana” fue polémica porque “los malos” tienen la piel un poco más oscura que los buenos (aunque todos son de la misma tribu). Cosas de la informática.

Bueno, el caso es que “La épica atlántica” no vio la luz jamás, y el proyecto quedó oculto bajo el sello rojo de “RESTRICTED” haciéndose público muchos años después. Esperaremos pacientes a la próxima desclasificación para comprobar si los silbidos de Mickey Mouse escondían algún código secreto con el que los agentes de la Alianza podían intercambiar mensajes cifrados.

Yo ya no descarto nada.

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