Una fábrica escondida en Alicante
" Agentes de la CIA en España detectan que llegan desde Holanda a una empresa de Alicante dos motores de 2.000 caballos de potencia para lanchas torpederas. ¿A Alicante? ..."
Durante muchos años las lanchas torpederas fueron el “pez” más peligroso en el combate marítimo. Eran barcos ligeros, rápidos, no muy grandes, que aparecían por sorpresa para lanzar sus dos torpedos y desaparecer luego a toda velocidad.
En la II Guerra Mundial fueron un arma definitiva en muchos combates. Ayudó a su mitificación el hecho que John F. Kennedy mandara una lancha torpedera en el Pacífico. Su embarcación fue embestida y estuvo a punto de morir. Además, tras la guerra John Ford dirigió la película "No eran imprescindibles", donde se cuenta la increíble historia de la tripulación de una lancha torpedera que, cuando creía que iba a terminar la guerra sin entrar en acción, recibe la orden de una importantísima misión (que no desvelaré para el que no la haya visto).
En España estas embarcaciones no son tan famosas ni tan conocidas. No tenemos ningún presidente que haya mandado lancha alguna, ni tenemos ninguna película de este género "torpedo" (sí, yo también echo de menos a Chiquito). Sin embargo, tenemos una historia que yo creo que os va gustar.
Al acabar la guerra civil, la Armada Española estaba diezmada y la dotación de torpederas era crítica. Tan sólo quedaban un par -y en muy mal estado- de la antigua flotilla de lanchas.
En 1943 España compró a Alemania, por ocho millones y medio de pesetas, seis lanchas torpederas S-Boot de segunda mano. En el precio se incluyeron las licencias y los planos para poder construir en sus astilleros de San Fernando (Cádiz) más lanchas de este mismo modelo.
La primeras lanchas S-Boot comenzaron a ensamblarse en 1945, y a principios de los 50 ya estaban de alta en el inventario de la Armada. Esta es la historia oficial de las lanchas torpederas en la posguerra. Existe, como casi siempre, una cara B de esta realidad. Algo que se nos había escapado y que constituye una pieza -aún sin encajar del todo- en el proyecto de volver a dotar de estas embarcaciones a nuestra marina.
En el verano de 1948, mientras se están acabando de construir las primeras unidades de las S-Boot en San Fernando, saltan las alarmas en la sede de la inteligencia estadounidense. Agentes de la CIA en España detectan que llegan desde Holanda a una empresa de Alicante dos motores de 2.000 caballos de potencia para lanchas torpederas. ¿A Alicante? Pero...¿no se estaban construyendo en Cádiz?
Inmediatamente se activa el protocolo de vigilancia a dicha empresa “Badiola y Cía” que ocupa una nave casi abandonada del barrio alicantino de Benalúa. Los agentes comprobaron cómo esa vieja fábrica era remodelada y equipada con nueva maquinaria. Incluso se construyó un laboratorio químico para la prueba de materiales y diversos hornos -eléctricos y de gas- para la fabricación de piezas.
La vieja nave se iba tornando en una fábrica de alta tecnología. Pronto identificaron al “encargado” de la fábrica: Patricio Rodas, al que una fuente de la CIA señaló como un Oficial de la Armada. La cosa ya iba teniendo sentido....
La fábrica tenía 300 trabajadores que, según constataron los agentes, tenían orden de no revelar ninguna información de lo que ocurría dentro de sus paredes. Además fue necesario contratar algunos “aprendices” de la zona, a los que también se les daba instrucción militar una vez a la semana.
Toda esta información quedó reflejada en un informe de la CIA de fecha 17 de marzo de 1949 que fue desclasificado hace un año por la administración norteamericana. Tengo que reconocer que no puedo atar todos los cabos de esta historia. Tras darle muchas vueltas, voy a lanzar una idea que el tiempo confirmará, desechará o simplemente olvidará.
Para esto, me apoyaré en dos datos: el primero, que en mayo de 1942 la Marina había archivado lo que se llamó “el anteproyecto nº 23”: un plan para construir lanchas torpederas diseñadas en España. El proyecto fracasó y dos años después se decidió la compra a Alemania de las lanchas y los planos.
Otro punto sobre el que se apoya la teoría que formularé es que el principal problema al que se enfrentaba la Armada Española para la construcción de las S-Boot era que se necesitaban doce toneladas de aluminio para cada unidad. En aquella época España ni tenía este material ni era fácil que ningún país se lo proporcionara. Tan difícil era, que de las veinte lanchas torpederas que se iban a construir en Cádiz, al final se quedaron sólo en seis unidades. Estos dos datos, unido a la importante inversión en equipamiento y tecnología de la fábrica de Benalúa, y a la construcción de un laboratorio para la prueba de materiales, me inclina a pensar que lo que en esa nave se intentaba lanzar era un modelo alternativo y más ligero de lancha torpedera que -al final- no salió bien. Un proyecto para que España pudiera tener esa "capacidad militar" a pesar de nuestro déficit de aluminio.
Me gustaría poder preguntarle a Patricio Rodas: ¿Qué hacías en ese barrio de Alicante? ¿Tenías orden de resucitar el anteproyecto nº 23? ¿Qué falló? Y al servicio de inteligencia de Estados Unidos le preguntaría ¿ayudasteis a este proyecto... o tuvisteis algo que ver en que fracasara?
Ni el marino Rodas ni la CIA van a contestar mis preguntas. Pero eso no es lo peor, lo realmente malo es que John Ford jamás leyó este informe secreto por lo que no pudo inspirarle película alguna. Eso sí que es una pena.
“El laboratorio de los mares”, “Anteproyecto nº 23”, “ Los 300 de la fábrica secreta” o “Proyecto Benalúa”. Cualquiera de estos títulos habrían valido. Yo la he titulado “Una fábrica escondida en Alicante”. He cerrado los ojos y me he imaginado allí: viendo planos secretos, leyendo fórmulas químicas, oliendo material de laboratorio, y girándome de vez en cuando para asegurarme que no me seguía ese tipo tan raro de la gabardina.
Si me toca "el gordo" esta Navidad la llevo a la gran pantalla. Palabra.