La ineficacia propia y el arbitraje, losas demasiado pesadas para los granotas
Tras este partido, el Levante UD ha conseguido un gol (y además marcado por un rival en propia meta) en los últimos cinco disputados, algo ciertamente preocupante.
El CD Leganés se presentaba en Orriols con unas credenciales claras (sólo 14 goles encajados) determinantes en su, hasta ahora, gran singladura liguera. Mientras tanto, el Levante UD sabía de la trascendencia de hacer un buen partido y resultado antes del parón; para lo cual esta vez no se podía permitir comenzar a remolque como sucediera en los dos anteriores encuentros en el Ciutat, y es por eso que nadie podrá, en esta ocasión, poner en tela de juicio la intensidad con la que se desenvolvió en el primer cuarto de hora, contando con sendas llegadas al área y remates de Lerma y Campaña (siendo especialmente claro el de este último).
Sin embargo, en el siguiente tramo de la primera mitad las tornas cambiarían; Gumbau (con buena intervención de Oier), Amrabat, y hasta un gol bien anulado a Beauvue plasmarían el dominio visitante haciendo recular al Levante UD. Precisamente fue en los últimos compases del primer acto, donde entraba en juego uno de los factores desestabilizadores (al menos para el Levante UD) de la contienda: el colegiado Jaime Latre dejaba sin señalar un meridianamente claro agarrón dentro del área de Ezequiel Muñoz a Enes Unal cuando este último se disponía a cabecear.
Los primeros veinte minutos de la segunda mitad siguieron con las mismas coordenadas: dominio del conjunto madrileño, a la vez que esté mostraba su oficio parando cualquier atisbo de contra o elaboración de ofensiva por parte del Levante UD. Precisamente eso hizo que el marroquí Nordin Amrabat viera su segunda amarilla en el ecuador del segundo periodo; pero esta cuestión acabaría por tener un efecto contrario al que sería presagiable: se harían, a medida que transcurrían los minutos y en superioridad numérica, patentes todas las carencias ofensivas que arrastra el Levante UD, y ya fuera en forma de centros precipitados o decisiones erróneas, acababa por resultar poco menos que imposible elaborar juego ante un defensivo y siempre ordenado CD Leganés, para terminar con una igualada a cero goles que lleva, a su vez, aparejada esa cada vez más instalada sensación de querer y no poder a medida que el equipo se acerca a la zona de remate.