Parla amb Joan Ribó
Parla amb Joan Ribó. Así de sugerente y directo se titula uno de los anuncios (´banners´ para los anglófilos) que aparece en la web del Ayuntamiento de Valencia.
Atraído por la posibilidad de hablar con el alcalde de la ciudad a través de la página digital, pincho. Entonces me topo con que ese diálogo oral que presuponía se convierte realmente en la clásica cumplimentación de un cuestionario, con datos personales y formulación de una pregunta o consulta escrita. También el verbo de acción cambia, el ´parla´ del titular externo pasa al ´volem escoltar´ del formulario. La teórica conversación al final queda en enviar un mensaje y esperar respuesta.
Sí, desde luego se trata de un avance que introdujo en junio de 2015, recién iniciado su mandato, al igual que la apertura del balcón del ayuntamiento al público. Dos novedades de aproximación al ciudadano que, sobre todo la segunda, llamaron la atención. No obstante, de la novedad a la rutina e incluso después a la insustancialidad, el camino es corto. Máxime en una sociedad cuyo cambio constante lo devora todo.
Y volviendo al ´Parla amb Joan Ribó´y a la realidad de que más que de una conversación ese titular se diluye en el envío de un correo electrónico, me pregunto si ese hecho simbólico tiene una traslación general a la gestión del alcalde y del equipo de gobierno. El intento de transmitir imagen de cercanía, ¿contrasta en la práctica con una lejanía real? Joan Ribó no se prodiga en ruedas de prensa y entrevistas. Dosifica su asistencia a actos públicos y la centra en aquellos que realzan especialmente su perfil institucional (Fitur, recepción de premios) o reafirman las novedades introducidas bajo su mandato y en las que quiere dejar su impronta (magas republicanas, por citar un ejemplo cercano en el tiempo).
Aunque no los descarta, cada vez evita más embarrarse en ´charcos´ sociales o enzarzarse en discusiones públicas de cariz ideológico que puedan erosionar su imagen. Sigue la senda del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, de realizar una enconada defensa de la necesidad de más financiación estatal para la Comunidad Valenciana y para Valencia. Ha encontrado entre su equipo a animosos voluntarios para escaramuzas de menor empaque. Tres concejales acaparan titulares por encima del resto de ediles de Compromís.
No haría falta ni citarlo, porque hasta en conversaciones de calle ciudadanos que desconocen el nombre de la mayor parte de sus políticos pronuncian (a pesar de su aparente complicación) el apellido Grezzi para aludir al concejal delegado de Movilidad Sostenible. En el caso de Giuseppe, no elude polémica alguna, afecte o no a su gestión. Más bien parece incluso que las busca cuando lanza andanadas tuiteras contra rivales políticos en algunos sin aparentemente venir a cuento.
Ese papel institucional, incluso distante (resulta más sencillo encontrarse con el alcalde paseando por el barrio de Patraix que opinando públicamente sobre los cambios en la EMT o los cortes de calles), genera la duda de si Ribó decide las alteraciones fisonómicas urbanas de Valencia con los atascos que provocan, si lo hace Grezzi por su cuenta, o si se trata de una decisión del concejal con la aquiescencia del primer edil. Por silencio administrativo y por delegación de alcaldía, se presupone que la respuesta correcta es la ´c´. A falta de confirmación que acalle especulaciones.
Los otros dos concejales que han sobresalido en estos primeros dos tercios de mandato también forman parte del elenco masculino de la candidatura de Compromís. Sí, me refiero a Pere Fuset, delegado de Cultura Festiva. Destaca por su don de la ubicuidad, que le hace aparecer en todas las refriegas de un área que despierta especial sensibilidad. Fallas, Semana Santa Marinera, San Vicentes… los frentes se le acumulan. Después, ya selecciona. Se prodiga en unos y se ausenta de otros. Pero su figura, sus omisiones o sus decisiones parecen omnipresentes. Hasta el punto de solapar a Gloria Tello, concejala coordinadora general del área de Cultura, su teórica superiora.
Carlos Galiana, concejal de Relaciones con los Medios (una pena que el salón de cristal consistorial ya no acoja la celebración del patrono de los periodistas cada 24 de enero), delegado de Comercio, de Control Administrativo y de Espacio Público, también ha cosechado un alto grado de conocimiento por su polifacética gestión y carácter, que en este último caso le lleva a ejercer incluso de presentador televisivo.
Sobre esos tres pilares cimenta Joan Ribó la visibilidad de la gestión municipal de su partido. Después, ya la salpimenta con las delegaciones de concejalas cuya tarea queda más difuminada. Incluso la de Desarrollo Humano que coordina la pedagoga Consol Castillo, número dos de la candidatura de Compromís en los pasados comicios y de quien dependen los potentes servicios sociales municipales. Gloria Tello también aporta un plus de notoriedad centrada en su singular delegación de Bienestar Animal.
Al final, ese ´parlar´ de Joan Ribó se percibe más en los hechos y frases de algunos de los concejales de su equipo de gobierno y de Compromís, sobre todo en Grezzi, Fuset y Galiana. En cualquier caso, el alcalde tiene año y cuatro meses para continuar hablando con sus gobernados. Sea directamente, a través de respuestas a un cuestionario digital o por medio de sus concejales delegados. Después, los electores dictaminarán con sus votos si les ha convencido la conversación o prefieren a nuevos interlocutores.