Alavés 2-Valencia CF 1 (2-3): Jaume bien vale unas semifinales
El Valencia CF, a pesar de dejar luces y sombras, vuelve a unas semifinales coperas dos años después.
Lo cierto es que el Deportivo Alavés no mereció, en ningún caso, quedar apeado de esas semifinales. En realidad nadie lo mereció. Y es que, la eliminatoria tuvo, por momentos, tintes epopéyicos.
A los pocos minutos de juego, el cuadro valencianista recibió ya una mala noticia que, finalmente, no parece que vaya a resultarlo tanto: Gabriel Paulista caía lesionado tras una mala caída que, al parecer, afortunadamente no conllevará afectación de los ligamentos de la rodilla.
Bien, para ser exactos las malas noticias eran dos; la segunda guardaba relación con el gran nivel del Deportivo Alavés, que avisaba de que las dificultades para pasar de ronda serían enormes. Alfonso Pedraza estaba convertido ya en una pesadilla para la defensa valencianista en la que, el recién entrado Garay (recambio de Gabriel) utilizaba las manos para cortar una acción ofensiva vitoriana en lo que bien le podría haber costado el castigo de la pena máxima.
Pero sería durante los primeros 20 minutos de la reanudación cuando el asedio del cuadro babazorro se asemejaría a una estampida humana, pudiendo resistir el Valencia lanzamientos con peligro de Ibai, Duarte y Sobrino, así como a la acción del gol bien anulado a Guidetti por falta previa sobre Gayá. Poco después, tras un amago de estirarse por parte de los ches mediante oportunidades de Guedes y Kondogbia (topándose este último con el travesaño), precisamente sería J. L. Gayá quien no acertaría a seguir la marca de un recién incorporado Munir, el cual acabó por cabecear a placer el 1-0 a los 73 minutos, siendo éste el gol que ponía momentáneamente al conjunto blanquiazul en semifinales por segundo año consecutivo.
De todos modos, la sucesión de pequeñas historias que la eliminatoria y, en particular, el encuentro iban a deparar no acabarían, ni mucho menos, aquí; por lo que Santi Mina conseguiría aprovechar la pelea de Zaza para colocar el 1-1 provisional sólo cuatro minutos más tarde, y así, poder emular a su ex compañero Munir, puesto que el punta gallego fue capaz de hacerlo 30 segundos después de su entrada al césped.
El Valencia había conseguido revertir la situación, si bien el Alavés no se daría por vencido. Los nervios y el cansancio comenzaban a pesar, por lo que los de Marcelino parecían optar por recular, cosa que Rubén Sobrino (probablemente el mejor de la eliminatoria) iba a lograr penalizar a tres minutos de la conclusión, tras una jugada a balón parado mal defendida por los visitantes.
Irremisiblemente nos íbamos a la prórroga, donde pronto se vieron las muestras de flaqueza alavesistas; la plenitud de unos Rodrigo y Santi Mina utilizados hoy de refresco por el técnico asturiano contrastaba con el agotamiento de zaga y mediocampo (con, por ejemplo, Dani Torres con calambres) locales, a la vez que ponía en jaque a un marco que sólo el arquero Sivera pudo resguardar mediante sus buenas intervenciones en el tiempo extra.
Con todo esto, cada vez nos aproximábamos más a un desenlace con los 11 metros como testigos. Exactamente el lugar en el que el magnífico guardameta Jaume Doménech agigantaría aún más su figura elevándola casi a la categoría de leyenda, algo que Pedraza, Hernán Pérez y Sobrino (aunque éste no encontró los tres palos en una clara muestra de que los mejores son los que acostumbran a fallar en estas suertes) bien podrán corroborar.