El Levante resurge en el debut de Paco López

Paco López apostó en su puesta de largo en el banquillo por la continuidad de Cabaco y Róber Pier en un centro de la defensa que había mejorado sus prestaciones en los últimos encuentros, acompañada por la jerarquía de la dupla que forman Lerma y el renacido Campaña en la medular como ingredientes más destacados dentro de su primera alineación.

Sin embargo, las labores de contención en las que pretendían incidir estos cambios quedaron pronto en entredicho mediante permanentes llegadas locales en las que Amath; el ex levantinista Ángel y, fundamentalmente, Jorge Molina llevaban el peligro hasta la meta de Oier, destacando el balón que este último envío a la cepa del palo mediado el primer tiempo.

Más tarde, la resistencia granota -esta vez sí, acompañada de cierta dosis de fortuna- dejó paso a un tramo final dela primera mitad marcado por lo trabado del mismo, y en el que Leandro Cabrera debió ver el camino de los vestuarios tras su agresión sobre el hoy único punta levantinista de inicio, Roger Martí.

En el segundo acto, el Levante se iba a mostrar, desde el inicio, decidido a cambiar la dinámica del duelo. Y a fe que lo logró. Y lo más importante; lo consiguió a través de mostrar unas constantes radicalmente opuestas a las que hasta ahora había ofrecido. Y es que los granotas no dejaron de hacer daño a su rival a balón parado.

Cabaco estuvo a punto de abrir el marcador a los pocos instantes de la reanudación mediante un balón suelto en el área chica a la salida de un córner; premio que, milagrosamente, no obtendría Róber tras cabecear a la perfección topándose con el travesaño otro lanzamiento de esquina en corto bien entrado ya este periodo.

Pero a la tercera acaba siempre por llegar la vencida, dicho que Coke iba a lograr hacer bueno a falta de once minutos, al rematar a placer y libre de marca en el segundo palo otro saque de esquina botado magistralmente por Ivi (0-1). Era una acción de estrategia, algo tan fundamental en el fútbol actual como, desgraciadamente, infructuoso y dejado al azar en toda la etapa de Muñiz durante esta temporada.

Mientras el Levante manejaba el partido, en parte, gracias a la frescura que le aportaban las entradas al terreno de juego de Boateng y un recuperado Bardhi, el Getafe comenzaba a llegar sólo a cuentagotas al área de un Oier que, eso sí, tuvo que hacer gala de la seguridad que lleva demostrando en los últimos choques para detener un mano a mano del hoy falto de concreción Jorge Molina. Al final, el Levante conseguía resistir sin tantas apreturas, a la vez que unos, por momentos, violentos jugadores locales manifestaban su frustración en forma de agresiones como la final por parte del siempre maleducado Damián Suárez sobre Morales.

En resumidas cuentas: tres puntos que que significan un extraordinario y más que necesario balón de oxígeno y que, a la par, reafirman en sus convicciones al nuevo inquilino del banquillo granota. Y es que esta tan decisiva para el levantinismo última fase de la temporada apunta de otra manera con un entrenador solvente a los mandos de la nave.