Diablillos de Descartes
La monomanía de Hawking era encontrar otros ecosistemas más allá de la vía láctea o el sistema solar donde pudiésemos ir si venían aquí los “hombres verdes” a colonizarnos
No había terminado Newton de observar la caída de la manzana cuando le dio el primer bocado y publicó en 1687 su ´Philosophiae Naturalis Principiae Mathematica´(Principios Matemáticos de la Filosofía Natural). En ellos postulaba lo que conocemos como Leyes de Newton, la más importante: “Toda fuerza aplicada a una masa le imprime una aceleración”, o lo que es lo mismo, mientras la fuerza se aplica, el cuerpo aumenta su velocidad. “Cuando cesa la fuerza, el cuerpo sigue en movimiento rectilíneo y uniforme hasta que otra fuerza le cambie o varíe su trayectoria”.
250 años después, Albert Magnus Einstein encontró la manzana de Newton y la comió entera. Einstein comprendió que Newton había cometido un error: la masa no es constante con la velocidad. La masa de un cuerpo aumenta conforme la velocidad aumenta y en velocidades cercanas a la velocidad de la luz la masa tiende a adquirir un valor infinito. En el tiempo de Newton los sistemas de medida eran muy rudimentarios y no podían comprobar que la masa no era constante con la velocidad. Einstein estableció su teoría de la relatividad conforme a su nombre: “Teoría”, Newton estableció leyes físicas, es decir, no era una teoría; eran leyes comprobables.
Einstein afirmaba que no es lo mismo viajar a velocidades cercanas a la de la luz, que observar al viajero a dichas velocidades. El viajero observará que el tiempo se alarga o el espacio se acorta mientras que el observador externo no notará absolutamente nada excepto cuando el viajero vuelva y lo note más joven si el observador vive para recibirlo.
Einstein no comprobó su teoría, pero hoy, tras las experiencias en el CERN del acelerador de partículas, se comprueba que Newton estaba equivocado y Einstein no. Digamos que las leyes de Newton son un corolario de la teoría de la relatividad.
Faltaba, como siempre, una tercera pata, una tercera vía.
Stephen Hawking intentó unificar las teorías clásicas de Newton, la gravedad, con las nuevas teorías de la mecánica cuántica, la Teoría del todo, con el fin de ofrecer un único campo de fuerzas donde, al igual que la energía, cupiese todo: Fuerzas gravitacionales, eléctricas, magnéticas, nucleares y demás. El descubrimiento de las ondas gravitaciones, es decir, el hecho de que la gravedad también tiene una onda asociada, al igual que el “dualismo onda corpúsculo” establecido por Louis de Broglie en 1924 para interpretar que los fotones en ocasiones se comportan como partículas y en ocasiones como ondas, le llevó a perseverar en sus teorías, pero su incapacidad física fue un obstáculo para poder desarrollar lo que Hawking tenía en la cabeza.
Divulgador científico y excelente conocedor de las matemáticas, en 2006 publicó un libro titulado: ´Dios creó los números´, donde, de manera muy didáctica para los iniciados en dicha ciencia exacta, establecía un recorrido alrededor de los grandes matemáticos de la historia, desde Euclides y Pitágoras pasando por Descartes, Laplace, Cauchy, Descartes, hasta Gödel, Weirstrass y otros.
No quiso estudiar medicina como hubiera deseado su padre, puesto que “La biología es imperfecta, padre”, y fue físico, cosmólogo y sobre todo un excelente cerebro al que no acompañó la carrocería y un insuperable divulgador. Sus teorías sobre los agujeros negros sólo las entendía él y, afirmando que el universo no tiene límites, solemnizaba lo obvio puesto que tampoco los números tienen límites y siempre encontrarás un número superior al último que has establecido, basta con sumarle una unidad o un épsilon, la parte más pequeña de los números.
Su monomanía era encontrar otros ecosistemas más allá de la vía láctea o el sistema solar donde pudiésemos ir si venían aquí los “hombres verdes” a colonizarnos. Otra monomanía fue negar la existencia de Dios, no desmontando la filosofía de Santo Tomás de Aquino o filosofía “Tomista”, sino desde su interpretación de la mecánica ondulatoria.
No estuve jamás de acuerdo con esa afirmación, también interpretada desde los principios de la mecánica cuántica, pero con la humildad de ser yo un “épsilon” frente a su inteligencia. Sin embargo la realidad es tozuda, y a todo científico le llega el momento de saber si sus postulados son ciertos, y en estos momentos Stephen Hawking sabrá si estaba en lo cierto, Dios no existe, o bien está discutiendo con él.
*Doctor en Ciencias