Segunda fase del brexit: ¿y ahora qué?
La primera fase de las negociaciones para la salida de la Unión Europea, referida al acuerdo de retirada, puede darse ahora por concluida
Tras el mazazo para el proyecto europeo que supuso el referéndum del 23 de junio de 2016, la salida de Reino Unido de la Unión Europea continúa de modo imparable. La Unión Europea, repuesta del golpe inicial, trabaja arduamente y con una visión común para minimizar el impacto negativo en el interior de la Unión, mucho más de lo que se puede decir respecto de un Reino Unido, donde sigue faltando unidad, claridad y, en definitiva, coherencia.
El tiempo apremia y ambas partes negocian contrarreloj, como si de un divorcio se tratara, tanto la liquidación de las sociedad de gananciales como el marco de las futuras relaciones entre las partes, toda vez que se comparten intereses comunes y es imposible una separación que no contemple cuestiones económicas claves y de derechos de los ciudadanos de una y otra parte viviendo fuera y dentro de los territorios de ambas partes.
La primera fase de las negociaciones, referida al acuerdo de retirada, puede darse ahora por concluida. Los días 13 y 14 de marzo de 2018 se ha discutido y votado en el Parlamento Europeo el Borrador del Acuerdo de Retirada que establece las condiciones de la retirada de Reino Unido y el Ulster de la Unión Europea y, tampoco hay que olvidarlo, de la Comunidad Europea de la Energía Atómica.
La resolución aprobada el miércoles por el Parlamento Europeo supone una clara apuesta por la existencia de un acuerdo de asociación como marco regulador de la relación entre la UE y el Reino Unido tras el brexit. Dicha resolución fue aprobada sin sorpresas por una holgada mayoría de 544 votos a favor, 110 en contra y 51 abstenciones.
Los pilares en torno a los cuales se articulará presumiblemente la futura relación son cuatro: Comercio y relaciones económicas; Seguridad interna; Cooperación en política exterior y defensa; Áreas de cooperación específicas (p.e. proyectos de investigación e innovación).
En todo caso, deberá respetarse la integridad del mercado interior, la unión aduanera y las cuatro libertades (Circulación de trabajadores, mercancías,servicios y capitales). Además, basado en un principio de reciprocidad, deberá darse un tratamiento justo y sin discriminación a los ciudadanos de la UE en Reino Unido y los británicos en la UE y el Acuerdo del Viernes Santo tendrá que ser respetado y evitar endurecimientos en la frontera con Irlanda que supongan una merma en los derechos de los ciudadanos.
Los eurodiputados no olvidan la necesidad de dotar a cualquier acuerdo que se llegue de un mecanismo de resolución de disputas. En este caso, están pensando lógicamente en que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sea el encargado de dirimir todas las disputas que puedan surgir entre las partes. De ahí también la necesidad que Reino Unido acepte respetar el acervo comunitario.
Este debate y votación ahora no es casual, llega justo antes de la Cumbre Europea de los días 22 y 23 de marzo en que los líderes europeos aprobarán las orientaciones del Consejo para las negociaciones sobre el marco futuro de relación con Londres. Sin embargo, el papel del Parlamento Europeo no termina aquí, puesto que no solo el acuerdo de salida, sino cualquier futuro pacto de asociación o acuerdo internacional suscrito con Londres requerirá su visto bueno.
Todavía quedan muchas incógnitas abiertas, más por la parte británica que por la europea. Quién sabe si, después de todo, acabarán echándose atrás; hacen autocrítica y llegan a la lógica conclusión que se votó sobre premisas irreales, con el corazón y no con la cabeza, y que la posición de Reino Unido no sólo no mejora con la salida, sino que empeora notablemente su capacidad de influencia en el mundo y con sus antiguos socios.
*Politólogo y abogado