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Morder el polvo en la Fonteta ya es todo un hábito para el Real Madrid

Valencia Basket lleva, con actuaciones como la de la pasada noche, camino de despedirse de la Euroliga con muy buen sabor de boca. La lástima es que no pueda ya ser más que una despedida...

Morder el polvo en la Fonteta ya es todo un hábito para el Real Madrid

Publicado por
Carlos Botey

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La sensación de partido grande desprendida por la Fonteta desde, incluso, antes de su inicio no era, ni mucho menos, propia de un escenario en el que el equipo local se encontraba sin opciones de llegar a los cuartos de final.

Aún sin contar con aspiraciones de esa índole, el recuerdo de esas grandes victorias ante el rival de esta noche durante el último año serviría de acicate para un cuadro taronja que comenzó anotando en sus seis primeras posesiones en aras de abrir la primera brecha en el marcador (14-7), acometida de inicio ante la cual los madridistas sabrían reaccionar (22-21 al final del primer cuarto), compensando con los bloqueos indirectos y rizos para que Jaycee Carroll anotara, las situaciones de pick & roll de las que tanto provecho habían sacado ya los de Vidorreta, quienes incluso anulaban así las prestaciones defensivas del gigante Walter Tavares, obligándole a salir lejos de su propio aro. Prueba de ellos fueron los triples que ya habían convertido los dos centers "valencianos", Dubljevic y Pleiss , allanando el camino y sirviendo de preludio para el histórico dato que arrojaría el choque: por primera vez en Euroliga, los diez jugadores que un conjunto utilizaba anotaban, al menos, una canasta de tres puntos.

En el segundo cuarto, Valencia Basket aún daría una vuelta de tuerca más; desde el banquillo, hombres como Doornekamp y un colosal Sam Van Rossom se unían a un festival triplista que comenzaba a dejar algo tocado a un Real Madrid que solamente conseguía encontrar en su base argentino Facundo Campazzo al hombre capaz de leer con acierto las situaciones ofensivas que un choque de ritmo tan elevado planteaba (46-40 al descanso).

Era cuestión de tiempo, siempre y cuando la dinámica no variara sustancialmente, que Valencia Basket se acercara a una ruptura, tal vez, definitiva del duelo. Y así fue tras un inicio de tercer periodo en el que su gran defensa, basada en la perfecta ocupación de las líneas de pase y los brillantes ajustes en los bloqueos indirectos para Carroll, propició que el Real Madrid no pudiera sumar punto alguno en los tres primeros minutos de dicho acto. Mientras tanto, la permanente exhibición local desde el perímetro no cesaba, con triples esta vez de Green, Vives o Rafa Martínez que contribuían a consolidar esa brecha (55-42). Ante tal aluvión, el Real Madrid no podía más que recurrir a lo de "siempre": una técnica señalada a Sam Van Rossom, unida a la cada vez mayor permisividad arbitral ante las acciones defensivas de Taylor o Campazzo apretaba ligeramente el marcador (70-60 al inicio del cuarto periodo).

Un último cuarto en el que los de Laso -pese a la notable ausencia de su joven fenómeno Luka Doncic - conseguían el mejor equilibrio ofensivo de la noche, siendo capaz Campazzo (12 asistencias le contemplaron) de encontrar lanzamientos abiertos para Thompkins o Taylor. Pero eso era, precisamente, lo que Valencia Basket estaba sabiendo combatir durante todo el encuentro, ya que su propio "offensive display" era insuperable y hacía ir a la defensa madridista siempre un paso por detrás. Algo que se pudo corroborar, una vez más, con triples de Sastre o Pleiss que, ahora sí, cerraban una victoria útil desde todos los puntos de vista, exceptuando el de la clasificación (aunque, tal vez, a su rival sí pueda complicársela). Y eso, paradójicamente, tiene mucho valor.

Valencia Basket 96: Abalde (5), Rafa Martínez (13), Sastre (11), Thomas (7), Dubljevic (17) - cinco inicial - Van Rossom (10), Vives (6), Pleiss (14), Green (7) y Doornekamp (6)

Real Madrid 88: Campazzo (17), Carroll (9), Taylor (17), Randolph (6), Tavares (2) - cinco inicial - Causeur (12), Randle (-), Rudy Fernández (8), Reyes (1), Ayón (2) y Thompkins (14)

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