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La última misión del presidente Putin

El recién reelegido presidente ruso ayudó en 1993 a organizar un referéndum en la ciudad estonia de Narva para integrarse en Rusia. Fue su última acción tras varios años como agente

La última misión del presidente Putin

Publicado por
Juanjo Crespo *

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El pasado domingo Vladimir Putin volvía a ganar las elecciones presidenciales en Rusia con un porcentaje demoledor. Todos los medios de comunicación se lanzaron a escribir sus crónicas –ya preparadas por lo esperado del triunfo- repasando su vida y su figura.

Siempre ha llamado mucho la atención a la opinión pública su larga carrera como agente del KGB primero y luego de la FSB (agencia que sustituyó a la primera tras la Perestroika). Una vida llena de aventuras y de historias.

Uno de los episodios más conocidos en su biografía es el que narra cómo -él solo- fue capaz de frenar en 1989 a miles de alemanes del Este que se dirigían a la sede de la Stasi (la agencia de inteligencia de la RDA) en la ciudad de Dresde con intención de quemarla.

Lo que al joven Putin le preocupaba, más que la destrucción física del edificio, era la imagen humillante para su patria de un edificio estatal ardiendo…, y sobre todo que quedaran en manos enemigas todos los archivos secretos allí custodiados.

La guardia del edificio salió huyendo y se quedó él solo, pero hizo creer a los asaltantes que decenas de hombres estaban apostados en las ventanas dispuestos a disparar si no retrocedían, y -como casi siempre- el ingenio pudo más que la fuerza y Putin consiguió salvar el edificio y toda la documentación clasificada. Los secretos de la KGB en Alemania quedaron salvaguardados gracias a él.

Años después llegaron otros destinos más burocráticos, como el que ocupó de 1991 a 1993 de asesor del alcalde de San Petersburgo…. al menos a tiempo parcial. Me explicaré.

En esa época Putin ya había "colgado el uniforme” de espía, o al menos eso se pensaba hasta que hace unos pocos años Vladimir Chuykin -el entonces alcalde de la ciudad estonia de Narva- contó en una entrevista cómo estuvo a punto de lograr la anexión de esta ciudad a Rusia.

Chuykin se reunió con un coronel del KGB para asegurarse de que, una vez lanzado el referéndum, tropas rusas impedirían a la policía de Estonia detener el proceso y las votaciones. Esa era la clave del éxito: que se pudiera votar, y para eso necesitaban que sus “hermanos rusos” les dieran cobertura.

¿Quién era ese coronel? Pues sí, no podía ser otro. El coronel Putin, que “compaginaba” su puesto de asesor en San Petersburgo con el de conspirador en Narva.

Al final, la Corte Suprema de Estonia frenó in extremis la convocatoria del referéndum, por lo que no hubo votación y no hubo tropas rusas que frenaran la intervención de la policía. Faltó poco.

En 2012 -tras ser elegido Putin por tercera vez como presidente ruso- Vladimir Jushkin, Director del Centro de Estudios para el Báltico, predijo que el nuevo zar mandaría tropas a Crimea o Narva con el pretexto de defender los intereses de Rusia.

A finales de 2014, el “referéndum interruptus” que no se materializó en 1989 en Narva tuvo éxito en la península de Crimea, como había anticipado Jushkin.

¿Tienen motivos en Narva para estar preocupados por esta nueva victoria electoral de Putin? Bueno… el miedo es libre. Sólo un dato más. Un cable del Ministerio de Asuntos Exteriores de Estonia, publicado en 2009 por Wikileaks, afirmaba que Putin tiene una obsesión especial con Estonia.

El mensaje secreto no explica el motivo de la “obsesión”, pero que la unidad militar en la que combatía su padre fuera traicionada por soldados estonios durante la II Guerra Mundial podría tener algo que ver.

Decíamos la semana pasada que en la ciudad de Narva se habían librado dos batallas de verdad y una simulada en un entrenamiento de la OTAN.

¿Y los rusos? ¿Se entrenan pensando en Narva? Ellos lo niegan, pero el general Riho Terras, Jefe de las Fuerzas Armadas de Estonia, ha desvelado que el pasado mes de septiembre Rusia simuló la invasión de su país y de todo el Báltico en las maniobras Zapad 17.

Pareciera como si esas maniobras rusas fueran una segunda oportunidad de lo que no pudo acabar en 1993. Una especie de “regreso al futuro” o un viaje en el tiempo del joven espía.

Hay personas que no soportan una “mancha” en su trayectoria…, y en el expediente militar del joven coronel del KGB hay una escrita en mayúsculas: NARVA. ¿Podrá vivir con ella?


* Experto en Seguridad y Geoestrategia.