La orientación como clave en la educación

Uno de los principales retos de nuestro sistema educativo es formar personas íntegras, que son capaces de tener autonomía para desarrollar su vida personal y laboral en la sociedad. Pero, para conseguir que una persona pueda tener su máximo desarrollo cognitivo, social y de sus habilidades, es fundamental el papel que ejercen los maestros de pedagogía terapéutica y los orientadores.

Vivimos en una sociedad de continuos cambios a los que debemos adaptarnos y esto puede resultar difícil en determinadas etapas de la vida de las personas. Uno de los momentos clave es, sin duda, la detección de necesidades de apoyo educativo. El alumnado que recibe las atenciones necesarias puede conseguir de una manera ventajosa superar dificultades y sentirse acompañado en el proceso de aprendizaje.

En ocasiones, la falta de personal específico, las ratios elevadas en el aula y la sobresaturación de tareas de los docentes impiden que este proceso tan necesario pueda llevarse a cabo de la manera necesaria. Nuestros recortes en personal no deberían existir nunca en estas situaciones, pues pueden suponer el éxito o fracaso de una persona en su vida. Es más, el hecho de acompañar a nuestros alumnos en estos momentos del aprendizaje puede suponer un éxito. Dentro de la detección de necesidades, y para prevenir el fracaso escolar, debemos asumir que no todo el alumnado aprende de la misma manera y que no menos importantes son los alumnos que tienen altas capacidades, pues favorecer su máximo desarrollo va a suponer la clave del éxito y el no aburrimiento en el aula.

Además, dentro del departamento de orientación, se van a llevar a cabo distintas funciones de acompañamiento que van a ser imprescindibles para la vida de nuestros alumnos en sociedad. La orientación académica es importante, pues puede facilitar el estudio de aquello en lo que la persona destaca, pero también aquello que le gusta.

Por otra parte, el hecho de elaborar materiales didácticos interesantes para los tutores así como trabajar en el aula temas de actualidad, favorecen la tarea de los maestros y profesores. Afortunadamente, me he encontrado a lo largo de mi trayectoria profesional, grandes equipos de trabajo en los que existe implicación directa, interés, voluntad en mejorar la información y la formación de nuestro alumnado. Gracias a este trabajo conjunto se pueden emprender grandes proyectos. Digo grandes no porque necesiten gran financiación, sino porque necesitan gran predisposición de toda la comunidad educativa para que realmente funcionen.

Dentro de las funciones a la atención a la diversidad y el apoyo al aprendizaje es importante recordar que el Tratado Internacional de los Derechos del Niño establece que “la educación debe estar encaminada a desarrollar su personalidad, aptitudes y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades”. Nuestros gobiernos no deberían nunca restar importancia por tanto a orientadores ni maestros de pedagogía terapéutica que facilitan que estos derechos puedan cumplirse, así como tampoco al resto de maestros y profesores que actúan en este proceso.

Es más, antes de implantar proyectos educativos politizados, debería respetarse esta base, fundamental en su desarrollo, y valorar las condiciones personales, sociales y culturales de nuestro alumnado. En nuestras manos está nuestro futuro, debemos ser capaces de reconocer las diferencias y respetar que cada alumno procesa la información de una manera distinta, favoreciendo el pleno desarrollo neuronal y mejorar el rendimiento no sólo académico sino también afectivo. Los niños que aprenden en un clima de tranquilidad y bienestar afectivo son niños que pueden rendir y que pueden sentirse como partes activas del proceso de aprendizaje.

*Presidente provincial de Educación del sindicato CSIF en Valencia