El maltratador uniformado
En las sombras se oculta el alma oscura de aquel que alardea de servir a la justicia con su careta de hipocresía a la luz del sol
Según nuestra Constitución la misión de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad es la de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana, la paz, y el orden público en las calles. Pero qué ocurre cuando el enemigo se encuentra en casa, es decir, me refiero a los maltratadores uniformados, que los hay en todos los cuerpos y escalas, como vigilantes de seguridad, militares, policías nacionales, policías locales, Guardias civiles, Mossos d´esquadra, ertzainas, policía foral de Navarra, Guardia urbanos, y tantos otros cuerpos de seguridad.
El machista uniformado, desgraciadamente, lo sigue siendo las 24 horas del día, cuando está trabajando y fuera de servicio, en todos los ámbitos de su vida diaria, pero quiero destacar con especial atención el hecho de que estos empoderados machistas, haciendo el uso abusivo de sus funciones, y más conociendo las leyes como las conocen, adoptan unos comportamientos, que pueden imaginar ustedes por qué rayan la desesperación, la persecución laboral, el abuso en ocasiones y una obstinación persistente sobre la mujer (sobre todo cuando se cruzan sus vidas en temas sentimentales) que les puede volver locos con respecto a “una supuesta mujer uniformada” que en ocasiones no puede defenderse, al tenerlo todo en contra.
La nota fundamental que se nos escapa es el medio de agresión (última fuerza que puede utilizar), y como elemento fácil: El arma reglamentaria.
Desde mi punto de vista se puede detectar a un maltratador y desenmascararlo pronto si entiendes qué es y en qué consiste la violencia de género, el típico comportamiento narcisista ególatra del que dejan más que un rastro. Al principio puedes pensar que es previsible y evitable. Pero desgraciadamente nos enfrentamos a varios muros difíciles de traspasar.
En cuanto a la prevención existe una falta de formación policial especializada en temas de violencia de género y doméstica, en igualdad, cuando debería ser formación obligatoria y seguida continuadamente. También una carencia de psicólogos durante nuestra carrera profesional policial (que es solicitada por muchos profesionales policiales y que no costean el Estado, las Comunidades Autónomas o las Corporaciones locales). Sobresale el corporativismo de unos cuantos por el hecho de coincidir en la profesión, por afinidad o amistad…o incluso aquellos que se callan porque les han prometido posiciones más ambiciosas o ventajas en el trabajo.
No hay que proteger a este tipo de seres, no hay que tolerar actitudes machistas, y obviamente tiene que caer todo el peso de la ley sobre ellos, porque luego lamentaremos no haber actuado. Cuando llegan a tener el control, las cosas se complican para la mujer, puesto que la violencia puede ser el detonante de la explosión del machista obsesionado. No olviden que representan algo bueno, son un estandarte de la Ley…pero su alma es oscura y su comportamiento manipulador, imprevisible, del que no sabemos las últimas consecuencias.
Estos factores se convierten en verdaderos agujeros en la lucha contra la violencia machista, como muy bien reflejaba el periodista Arturo Checa en su reportaje “El maltrato del sistema”. Sí, del propio sistema institucional hacia las víctimas y sus hijos que son los verdaderos protagonistas, como ya hemos explicado en otros artículos.
El asesinato es la máxima expresión de desigualdad entre hombres y mujeres, ya que no hay prevención posible, y el modus operandi del maltratador uniformado suele ser disparar con su arma reglamentaria a su pareja sentimental, publicado en más de una ocasión en medios de comunicación en la historias de las vidas de aquellas personas que llevaron uniforme.
El Estado debe proteger al ciudadano, pero en la empresa o institución pública es positivo identificar a los maltratadores dentro de las organizaciones para evitar situaciones que ponen en riesgo a sus protagonistas, pero también al resto de trabajadores.
*Grupo EmeDDona