El voto mexicano
Los mexicanos tienen una cita importante el 1 de julio: participar en unas elecciones que serán históricas y complicadas, porque se renovarán 3416 cargos
Hace unos días escribí en mi cuenta de Facebook que me sentía mal como ciudadana mexicana porque se me pasó el tiempo y olvidé registrarme en la web del INE (Instituto Nacional Electoral) para votar desde el extranjero en las elecciones que habrá en México el próximo 1 de julio, en las cuales se renovará presidente del país, gobernadores, diputados, senadores y alcaldes.
Sabía yo que si escribía "me siento mal como ciudadana mexicana", mis contactos mexicanos no se lo tomarían en serio y menos me lo creerían. Penosamente esto es así porque en México no tenemos la conciencia del voto; no le damos la importancia que amerita y menos lo ejercemos como ciudadanos responsables.
A mí ciertamente me puede no haber hecho el trámite, porque se me ha ido la oportunidad de participar en una jornada electoral que es considerada ya como la más grande de la historia del país, dada la cantidad de cargos que se renovarán: 3416 en total.
Pero sobre todo porque se elegirá presidente de la República en una contienda de mucha tensión, entre los candidatos de partidos tradicionales como José Meade (PRI); Ricardo Anaya (PAN-Coalición) y Andrés Manuel López Obrador (Morena), el único candidato de izquierda que se postula por tercera ocasión a la presidencia del país y que encabeza actualmente los sondeos presidenciales.
También, por vez primera, participan candidatos independientes como Margarita Zavala, esposa del ex presidente panista, Felipe Calderón, y Jaime Rodríguez "El Bronco", quien dejó la gubernatura del estado de Nuevo León para buscar la presidencia del país.
Aun así y aunque se trate de una jornada histórica, muchos mexicanos saben que sólo les quedan menos de tres meses para decidir si votarán o no; por quién lo harán y, sobre todo, si valdrá la pena hacerlo.
Desgraciadamente los mexicanos estamos muy decepcionados de los procesos electorales que ha habido a lo largo de la historia política de nuestro país, por todas las anomalías que se han registrado, a tal grado que la desconfianza no deja de estar presente nunca.
Lo peor es sentir la sombra de posibles fraudes electorales, como ha sucedido en jornadas anteriores, en las que el INE, entidad que organiza las elecciones, ha dejado mucho que desear con las irregularidades registradas en los resultados que ha dado de los comicios. Este año, sin duda alguna, esta institución tiene una gran responsabilidad ante la sociedad mexicana, a la cual debe entregar buenas cuentas.
La credibilidad en las elecciones también se ha deteriorado cada vez más en la sociedad mexicana, sobre todo luego de ver que el PRI, el partido que permaneció 70 años en el poder, siempre ha ganado gracias al despliegue de su enorme maquinaria de gente y dinero que ha comprado votos de ciudadanos de escasos recursos y de los más desfavorecidos del país, que suman un alto porcentaje de la población.
Durante décadas, los 32 estados que conforman la República Mexicana fueron gobernados por el tricolor, hasta que en 1989, en Baja California Norte, el PAN, el partido que más ha hecho oposición al PRI, se hizo con la gubernatura en la persona de Ernesto Ruffo Appel.
De ese año tuvieron que pasar 10 más para que México experimentara un cambio político y "democrático", cuando, por fin, la presidencia del país la ganó el PAN con Vicente Fox, convirtiéndose en el primer presidente de la oposición.
Aun así, anomalías siempre ha habido en las elecciones, porque el PRI y hasta el mismo PAN, aunque en menor escala, no han dejado de incurrir en actos ilegales, con tal de tener más votos.
El gasto excesivo que se destina a las campañas políticas; la compra de votos que se hace; el trato mediático y preferencial que se le da casi siempre al candidato del PRI y el fenómeno del fraude en los resultados finales, siempre han estado presentes en las elecciones mexicanas, por eso es que la credibilidad y la confianza de que se realicen elecciones transparentes, nunca se ha tenido entre los ciudadanos.
Aparte, en México no se les castiga a los partidos votando por otro, cuando estos no han hecho bien su papel al momento de gobernar; por el contrario, los ciudadanos a veces vuelven a dar su voto al mismo partido por el temor a un cambio, o simplemente aplican el abstencionismo no acudiendo a votar, lo cual es peor.
A este tipo de situaciones se suma otro, que es más inadmisible. Con el paso de los años (y las elecciones) muchos mexicanos, sobre todo de clase económica baja, han encontrado en el voto una mercancía que pueden vender por unos cuantos pesos, por unas bolsas de comida, por unos favores o por una miseria, que lo único que han dejado es que el PRI se atrincherara 70 años en el poder.
Motivos más, motivos menos, pero lo cierto es que las elecciones mexicanas siempre se han teñido de actos irregulares y corruptos, que deberían ser bien penalizados por los tribunales, pero que desgraciadamente no siempre es así.
Cada jornada electoral que se realiza en México, siempre enfrenta serios desafíos, desde la inseguridad en el ambiente; la desconfianza del votante; la posibilidad de unos resultados fraudulentos y la falta de credibilidad en la transparencia.
Este año el desafío es mayor por el enojo social que hay en la población, la cual está descontenta y decepcionada por el mal desempeño que ha tenido el actual presidente, Enrique Peña Nieto, cuya gestión se ha visto rebasada por el alto índice de corrupción e impunidad que existe en el país en muchos sectores; la inseguridad y la violencia que prevalecen como consecuencia de un fenómeno social poderosamente fuerte, como es el narcotráfico, y las reformas que ha hecho en materia de energía.
Sin duda alguna, México tendrá la mirada internacional en los comicios de julio, por las circunstancias en las que estos se realizan y por la diversidad de los candidatos presidenciales, pero sobre todo por ver si los mexicanos toman conciencia de lo importante que es ir a las urnas a dar su voto a quien consideren puede llevar las riendas de un país que en los últimos tiempos ha estado política, social y económicamente muy convulsionado.
*Periodista mexicana.