La fraternidad cubana: de Colón (no Cristóbal) al innovador Ábalos
"La guerra no era contra España, sino contra el sistema que se aplicaba en Cuba". El rencor que destilan algunas críticas en el PSPV o PP contrasta con el cariño de los amigos de la RACV
“No fue una guerra de odio; solo una lucha por obtener la independencia”. “La guerra no era contra el español, sino contra el sistema que se aplicaba en Cuba”. Con estas sentencias resumía Raúl Izquierdo, historiador cubano y académico correspondiente de la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV), el sentimiento existente en isla caribeña hacia España.
Así se expresa mientras anda sumido en el recuento de bajas de aquella cruenta guerra que se prolongó de 1895 a 1898. Calcula 60.000 soldados españoles fallecidos en total, más de las víctimas militares que provocaron las campañas bélicas de Corea (54.000) y Vietnam (57.000) –oficialmente- a EEUU. También contabiliza las bajas cubanas. Izquierdo “sigue investigando hasta agotar las fuentes y saber la cifra real”.
No obstante, como explicó el pasado jueves en el acto en la RACV sobre la guerra que enfrentó a ambos países, 321.000 autóctonos perecieron en aquel trienio. Señala que la cifra habitual de fallecidos por año en Cuba se situaba, en aquella época, en 28.000 personas. Por tanto, sobre esa premisa, apunta que alrededor de 230.000 cubanos murieron “por alguna cuestión relacionada con la guerra”, y añade que “el bloqueo fue nefasto para el pueblo cubano”.
Todos estos datos los anoté gracias al coste de oportunidad o valor de la mejor opción no realizada. El pasado jueves había escogido acudir a la ponencia de José Luis Ábalos, secretario de organización del PSOE y diputado por Valencia, en el Ateneo. No obstante, su intervención se retrasó media hora sobre el horario previsto inicialmente y antes, mientras me desplazaba hacia el lugar, hablé por teléfono con un amigo de raigambre socialista.
Me recordó su aversión por Ábalos y lo que representa, una persona que ha desarrollado toda su existencia laboral en un cargo público, truene o alumbre el sol para el PSOE. De la estirpe de los “Lerma o Císcar, para quienes lo único importante es sobrevivir, aunque se hunda su partido, mantener su escaño donde sea”, me decía.
Y ya en la entrada del Ateneo comencé a contemplar a cargos socialistas para quienes ni el tiempo ni la renovación parecen pasar ni pesar. Y empecé a perder motivación en asistir a la ponencia de Ábalos, aunque tenga una capacidad oratoria que encandila. No obstante, escucharle hablar de proyectos para España o de cambios provoca, como apuntan los sociólogos, “disonancia cognitiva”. No resulta demasiado creíble.
Y la fraternidad hispano-cubana en la RACV entre Federico Martínez Roda y René González, presidente del Instituto de Historia de Cuba me chocó con el trato que he recibido en Potosí, Bolivia, donde por el simple hecho de ser español me recriminaron el expolio que los conquistadores realizaron en sus célebres minas.
También pensé en que en los prolegómenos de la ponencia de Ábalos no había nadie destacado de los actuales líderes del PSPV en la Comunidad Valenciana. Me parece que no tienen la misma capacidad de olvidar discrepancias del pasado que los historiadores cubanos. Tampoco la han demostrado algunos cargos del PP, ´picados´ por el hecho de que Eduardo Zaplana protagonice unacto público en la autonomía que gobernó. ¡Qué menos! ¡A tanto llega el rencor en política!
Prefiero sentimientos más positivos. Como los que transmitió minutos después, esa misma tarde de jueves, el jefe del Servicio de Innovación de la Diputación de Castellón, Borja Colón de Carvajal, en un coloquioorganizado por Comunicadores por Europa en la sede en Valencia de la Fundación Mainel. “La palabra innovación está sobrevalorada”, sentenció. Definió el término innovar como “crear ideas nuevas que puedan ser implementadas y que generen valor”. También reiteró que “la innovación es un mecanismo de supervivencia”.
Entonces, después de escuchar a Borja Colón, comprendí. José Luis Ábalos es un auténtico innovador. Ha sabido sobrevivir como concejal y diputado en todas las cámaras posibles. Mi amigo aludido anteriormente, experto como pocos en detectar tendencias políticas, no ha sabido interpretar esa faceta del secretario de organización socialista. “La innovación es una actitud”, resumía con énfasis Colón en su brillante ponencia. La actitud de Ábalos.