El Valencia se deja dos puntos en Balaídos

El Valencia CF, basándose en la combinación que mejores dividendos le ha proporcionado esta campaña - repliegue y contragolpe -, se hizo acreedor al mérito de salir vivo de tierras pontevedresas en el duro envite en el cual desembocó el choque debido al empuje vigués.

Esa intensidad local se iba a percibir desde el principio, propiciando peligrosas incursiones en el área de Neto fundamentadas en las combinaciones entre unos Pione Sisto, Brais (sustituto del hoy ausente Iago Aspas) y Daniel Wass. Precisamente, este último reclamaría - no sin razón - la pena máxima en una carga por detrás del joven Lato y tras servicio de su compañero Sisto.

La clave ya empezaba a pasar por el momento, si es que lo hacía, en el que el conjunto valencianista consiguiera sacudirse ese dominio. Y, producto de ello, Gonçalo Guedes pudo por fin empezar a carburar. Un perfecto pase que habilitaba a un Andreas Pereira que se toparía con la intervención de Sergio Álvarez, unido a un robo de balón que le permitiría ejecutar una acción tan habitual en él como la de perfilarse y buscar el disparo al palo largo - el balón pasó rozando la cruceta -, servirían como detonante para un cambio de tornas que provocaba que los celestes se vieran, por primera vez en el encuentro, obligados a recular durante el tramo final de la primera mitad.

El propio Guedes olía la sangre; sabía que el partido había entrado en otra dimensión ya con el segundo tiempo en el horizonte. Sergio Álvarez hizo gala primero de unos grandes reflejos para detener su latigazo. Pero pocos instantes después, Santi Mina ofreció la alternativa de asociarse al atacante portugués; y previa asistencia de éste, empalmó el balón cruzándolo fuera de los dominios del arquero vigués, para así rentabilizar a la perfección su gran desmarque en la jugada.

Pero el Valencia no supo adaptarse a la nueva realidad del choque, y el Celta logró equilibrar el marcador. Y es que cuando Maxi Gómez se encuentra falto de vigilancia en una acción a balón parado no acostumbra a perdonar. Su testarazo marca de la casa volvía a poner las tablas a un duelo cada vez más vibrante.

Curiosamente, pese a la continuación de un dominio territorial celtiña en el cual Brais y Wass continuaban intentándolo, el conjunto dirigido por Marcelino disfrutaría de las dos mejores opciones de desnivelar el tanteador. Garay, después de saque de esquina, volvería a poner a prueba las cualidades de un Sergio Álvarez que respondió a las mil maravillas y, fundamentalmente, Ferran Torres fue quien dispuso de la más clara de las posibilidades de hacer el tanto que hubiera significado el triunfo; si bien la bisoñez del más que prometedor extremo de Foyos acabaría por quedar patente en el uno contra uno frente al arquero celeste.

Ante tales circunstancias no queda sino hacer uso del tópico a la hora de mencionar aquello del "justo y merecido reparto de puntos". Y lo cierto es que lo fue.