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Valencia Basket, o cuando la actividad médica supera a lo deportivo

Valencia Basket, o cuando la actividad médica supera a lo deportivo

Publicado por
Carlos Botey

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Durante los últimos diez días han caído lesionados dos de los principales buques insignia de la entidad taronja: casos de Rafa Martínez y Sam Van Rossom; siendo, a tenor de las sensaciones que desde dentro se desprenden, especialmente delicada la situación del capitán. Si bien, por desgracia, ya no es posible hablar de plazos previstos para sus respectivos restablecimientos. El propio club ha decidido dejar de darlos.

Y es que el sinfín de errores acumulados en los, desafortunadamente, innumerables casos de problemas físicos sufridos por los jugadores taronja han llevado a una drástica decisión consistente en cuestionar las bases que, hasta ahora, habían sido consustanciales a todo protocolo médico deportivo.

La prácticamente nula participación de Latavious Williams y Antoine Diot a lo largo y ancho de toda la campaña - de inicio se habló de tres meses de baja para cada uno de ellos -; unida a las modificaciones de los períodos de baja de hombres tan trascendentales como Guillem Vives o Fernando San Emeterio - los dos podrían, por fin, reaparecer este domingo frente a Estudiantes... toquemos madera - no constituyen más que algunos de los otros ejemplos - aunque parezca imposible, aún habría más -de la alarmante situación vivida desde el mes de septiembre en todo aquello que atañe a cuestiones relativas a una siempre más que poblada enfermería.

Por lo que respecta de forma específica a los dos protagonistas del "penúltimo" episodio médico vivido en la Fonteta, las sensaciones son contrapuestas:

Por un lado, al bueno de Sammy, tras aquel espectacular batacazo con desplazamiento de dos vértebras al penetrar hacia el aro ante el Khimki, le corresponde el honor de haber sido el único en cumplir o, incluso, adelantar los plazos de recuperación previstos - ¡bravo por él! -.

Mientras, el caso de Rafa Martínez es bien diferente; ciertamente el líquido presente en su rodilla derecha nos hace plantearnos, una vez más y dados los precedentes de tan nefasto curso, lo peor. Aunque, por otra parte, uno siempre tenga sus reticencias a la hora de admitir injusticias tan flagrantes como sería la de que el mejor jugador de la historia del club se viera forzado a abandonar definitivamente la práctica activa por una causa como esta. Volvamos a tocar madera.