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Escrache a Mónica Oltra: De fascismos y evidencias

Los tribunales han absuelto de los delitos leves de amenazas, coacciones y falta de respeto a la autoridad a los participantes del escrache contra la vicepresidenta del Consell Mönica Oltra.

Escrache a Mónica Oltra: De fascismos y evidencias

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"Ayer vinieron a por mí, pero mañana pueden ir a por cualquiera; si no frenamos al fascismo, se apodera de todo"

Con esta lapidaria frase, hace escasos siete meses nuestra vicepresidenta alertaba a la sociedad civil del mal al que todos nos enfrentamos: el fascismo se apoderará de todos (y de todas, no vayamos a discriminar a nadie) si no lo remediamos.

Y tras siete meses, la justicia se ha pronunciado respecto al escrache de la única forma válida en un Estado de Derecho, mediante sentencia, y ésta exculpa a los acusados de todas y cada una de las acusaciones que recaían sobre ellos. Dicho de otra manera, emular a Manolo Escobar al son de “Qué viva España” ataviado con una bandera nacional no es ser un fascista violento Sra. Oltra, cosa por otro lado no muy difícil de prever y así lo adelantábamos algunos en distintos foros.

Pretendo, una vez más, ser sincero en estas líneas, a la par que comedido y siempre respetuoso con el que no piensa como yo (a pesar de que la propia Sra. Oltra no dudaría un solo segundo, y así lo evidencian sus propios actos, en tildarme de facha violento por el simple hecho de no pensar conforme a sus ideales o de manifestar públicamente mi respeto y amor a la bandera nacional).

Soy un férreo defensor del Estado de Derecho, puede que por deformación profesional, puede que por responsabilidad intelectual, puede que porque el quebrantamiento de éste ha amparado las mayores desgracias y crímenes que se han cometido en la Historia, o simplemente porque tengo el firme convencimiento que sin Estado de Derecho no hay libertad, y sin libertad nunca puede expresarse la democracia.

Vaya siempre por delante, por si no me he expresado correctamente y alguien puede malinterpretar el sentido literal de mis palabras, que nunca justificaré el que interrumpan a alguien en la tranquilidad su casa mientras su asistente doméstica trata de dormir a los niños y prepara una opípara cena para el deleite de nuestra vicepresidenta, nunca defenderé esos actos independientemente de quien los realice o cual sea su orientación política, pero lo que sí que reprocharé siempre es la actitud de aquellos que ante un incidente de este calibre tratan de encarcelar bajo el apelativo de fascistas a todo un sector de la sociedad. Precisamente ese sector que no piensa como ellos, y que entiende que los reproches impartidos por la justicia han de dirigirse hacia los hechos cometidos y nunca hacia quienes cometen tales hechos.

Hace escasos días publiqué un artículo titulado “La incoherencia como principio”, en el que detallaba lo que a mi parecer es un cúmulo de despropósitos intelectuales difíciles de sostener en una sociedad democrática del siglo XXI. Denunciaba en él lo peligroso que me parece guiarnos como sociedad anteponiendo el quien al qué. Reconozco que hay veces en que abro Twitter y me dan ganas de plegar velas y retirarme al más puro estilo ermitaño a un pueblecito de la dehesa Extremeña al comprobar cómo puede haber gente con estudios universitarios profanando una serie de barbaridades a los cuatro vientos, y cito textualmente algunas de ellas para contextualizar: “Vergüenza de justicia fascista”, “Carta blanca a la extrema derecha”, “Horror y miedo, ¿acaso eso no fue terrorismo?”, “Injusticia”, “El PP controla la Justicia”, etc.

Como dijo Jack el destripador: vamos por partes. A cierto sector de la izquierda más radical sólo le parece justo aquello que se dicta conforme a sus propios principios morales, y todo aquello que no les parezca bien o sea contrario a dichos principios lo consideran un ataque a la democracia y un acto controlado por las cloacas del estado para oprimirles, ya que para algunos no hay más justicia que la que ellos impartirían.

Hablaba antes de la imperiosa necesidad de juzgar hechos y no ideologías o pertenencias a determinados partidos políticos, actitud fascista donde las haya todo dicho sea de paso, y así se recoge expresamente en la sentencia absolutoria del famoso escrache:

Sin embargo no es la sede penal el lugar idóneo para analizar el ideario genérico del partido político al que pertenecen los denunciados, partido político cuya ilegalidad no se ha alegado, o si, a consecuencia de dicho ideario, los denunciados suponían sin más una amenaza para la denunciante, dada la proscripción del denominado derecho penal de autor por resultar contrario al principio constitucional de culpabilidad”

Reconozco que no era difícil adelantar el sentido jurídico de la Sentencia cuando has leído, al menos, un libro de Derecho Penal, y más aun cuando en la Facultad de Derecho un ilustre compañero (entonces profesor) como D. Javier Boix me enseñó lo mucho o poco que se sobre esta materia, quedando grabada a fuego en mi cabeza esa idea que ya citaba Charles Dickens: “No juzgue nada por su aspecto, sino por la evidencia. No hay mejor regla”.