La ciudad no es para mí. Orgía de humores
Poco puede añadir este humilde opinador a los ríos de tinta que han anegado las páginas de los periódicos desde que hace una semana la censura sobrevoló la Moncloa. A toro pasado es más el asombro que otra cosa.
Todos contra el pp, o todavía más complejo pero más fácil, todos contra Rajoy es una consigna sencilla y pegadiza que con el “váyase señor González” inauguró con éxito esos mecanismos de banalización de la política que siempre resultan los personalismos exacerbados.
Politólogos, analistas sociales y expertos en comunicación se ejercitarán en los próximos días para interpretar índices de satisfacción ciudadana con el resultado final. Los más finos indagarán en aspectos sectoriales relacionados con la economía y el consumo, o con hábitos diarios o extraordinarios de la ciudadanía que permitan reconocer, con cierta objetividad, agrado o desagrado ante la nueva situación.
Nos explicarán cómo no une un NO y cómo el SÍ arrastra cuando es un no disfrazado. Y entrarán en detalles y gestos, valorarán palabras de unos y otros hasta llegar a conclusiones parciales y diversas que lleven a la vez a una cosa y su contraria.
Los partidarios del gobierno saliente comparten desconcierto, tristeza y amargura -por este orden- mientras lamen las heridas que la corrupción le ha infligido. El resto, satisfechos con el mínimo común denominador de “echar a Rajoy”, persiguen objetivos muy distintos, opuestos en algunos casos. Y algunos, los naranja, se han quedado tambaleantes, un poco fuera del tiesto, con su No en forma de SÍ diferido.
Veremos si los populares entran al trapo ante la actitud provocadora, al menos en el plano verbal, de los que se han apresurado en hacer leña del árbol caído. Sería descender un nuevo escalón en la calidad y la ética de la política nacional. Una pérdida de calidad democrática en lenguaje de los provocadores. Mejor será que, serenos, se centraran en los problemas de fondo que en su confluencia formal de las pasadas semanas, han terminado con su gobierno como lo han hecho.
Veremos si los socialistas se mantienen abstemios en la resaca del éxito de esta sorpresiva obtención del gobierno. Bien harán en procurar cosechar prudentemente una recuperación de electorado como objetivo prioritario, desde una gestión sensata y discreta.
Veremos que los de Iglesias ejercerán el abrazo del oso cuando toque y que los independentistas pretenderán lo imposible.
Cosas veremos. Aunque lo que ya hemos visto ha sido suficiente, una orgía de humores que parece haber humedecido las bancadas parlamentarias y ablandado las neuronas de sus ocupantes.