Fallece Antonio Escario, arquitecto del Bali y La Pagoda
Con una rara modestia, fruto de su abundante humanidad, Antonio Escario es hoy un referente necesario en la reflexión permanente sobre la Valencia contemporánea
Antonio Escario Martínez ha desarrollado su amplia y meritoria carrera profesional desde la ciudad de Valencia. Ha sido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos y Mestre de arquitectura de la Comunidad Valenciana, galardón otorgado por el Colegio de Arquitectos como reconocimiento a una trayectoria modélica.
Su “opera prima”, la deliciosa Iglesia de San Felipe Neri en su Albacete natal, cuyo proyecto inició antes de culminar sus estudios de arquitectura en la Escuela de Madrid, forma parte de las cien obras seleccionadas para la Bienal de Venecia de 2014 y recogidas en la publicación “Interior” junto a otras de capital importancia a lo largo del siglo XX en toda España.
Dibujante de excepción, trabajador infatigable y eficiente gestor, Antonio Escario supo caracterizar con su entusiasmo y creatividad tanto su experiencia profesional –durante muchos años desde la prestigiosa firma Escario, Vidal y Vives-, como su docencia como profesor de proyectos en la Escuela de Arquitectura de Valencia (yo mismo he sido uno de sus alumnos) o su máxima responsabilidad en la Oficina Técnica del Ministerio de Educación, de la Consellería de Educación de la Generalitat Valenciana o de la Universitat de Valencia.
Y Antonio Escario ha demostrado en la práctica su firme creencia en el trabajo colectivo y en la confluencia de criterios capaces de enriquecer un resultado que, por definición, es siempre diverso, colaborando con colegas como Camilo y Cristina Grau, Luis Carratalá o Francisco Candel en concursos y encargos de envergadura, y liderando equipos de jóvenes profesionales y estudiantes de arquitectura.
Con una rara modestia, fruto de su abundante humanidad, Antonio Escario es hoy un referente necesario en la reflexión permanente sobre la Valencia contemporánea que su pensamiento y su obra construida han colaborado en materializar de forma relevante.
La obra de Antonio Escario se caracteriza por la sensibilidad y el rigor constructivo, alejada de las modas efímeras, en una suerte de sabio eclecticismo en el que la fábrica de ladrillo visto –siempre defendida por nuestro arquitecto- es capaz de protagonizar sin obviar el concurso de otros materiales y técnicas experimentales.
Descansa en paz Maestro.
José María Lozano Velasco