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La ciudad no es para mí. Un paso adelante, 20 atrás

La ciudad no es para mí. Un paso adelante, 20 atrás

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JM Felix

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Me extraña no haber encontrado apenas la interpretación del paso de Núñez Feijóo como un paso adelante. Les aseguro que, desde la distancia y sin conocerle en lo personal, aposté a que no sería candidato.

De traca que se pretendan explicaciones de Rajoy por su neutralidad. Y de protección de menores los lamentos de orfandad (más achacados que reconocidos).

Raya el cinismo tildar de guerra abierta la abundancia de candidatos en las peculiares primarias del PP (si es que hay primarias que no lo sean). Aunque consuela pensar lo ahorrado ya que no hay candidato único.

El paso adelante (adelante y de frente) del gallego lo es por coherencia y compromiso con sus últimos votantes; es decir por honestidad y firmeza. Lo es también por responsabilidad partidaria –a mi juicio independiente- favoreciendo la trasparencia y el faire play ; la hipotética unanimidad que hubiera podido suscitar, también podría haber ocultado en falso discrepancias con indicios de evidencia. Y lo es por oportunidad política que se compadece con las circunstancias, trayectoria y horizonte de su actor.

Le pediré a alguna paisana que le pregunte al Registrador de Santa Pola qué le ha parecido a él mientras –ahora literalmente- “se fuma un puro” a orillas del mediterráneo levantino. Yo hasta me malicio complicidad.

Mientras tanto se han ido cayendo, como por efecto de una granizada descomunal y antes de madurar, las principales intenciones del nuevo presidente del nuevo gobierno del nuevo psoe (y algún ministro). Se han congelado aquéllas y se ha quedado helao el personal.

Las primeras concesiones –más gestuales que otra cosa- a los independentistas, el sonrojo de sostener los presupuestos anteriormente vetados, el reconocimiento de impotencia ante la reforma laboral y de incapacidad para la redefinición de la financiación autonómica, son tal vez los más llamativos de un rosario de pasos atrás inocultables en el sinuoso discurso de la sanidad universal, del valle de los caídos, o de la renovación de presidencias ora en el Consejo de Estado, ora en RTVE.

Si el flamante jefe de gabinete del primer ministro avistó este escenario post motionem de peperos enredados en propia, bailando sin quererlo al son de una traición naranja, chapeau que dicen los franceses.

El desplante al monarca de ese pueblerino ignorante que llaman president y no se vuelve porque no lo es, no resulta tolerable. Muestra evidente de las formas dialogantes que exhiben estos mercachifles de valores, aviso para navegantes.

No vaya a ser que el último paso atrás coincida con el primero –por gestual que aquel fuera.

(Mientras los últimos hechos judiciales alimentan con torpeza el fantasma de la justicia popular)

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