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Las repercusiones para Ximo Puig del caso "Alquería"

Las repercusiones para Ximo Puig del caso "Alquería"

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Pedro Sánchez y Jorge Rodríguez le han roto el discurso al president Puig en una semana: sus banderas contra la corrupción y por la reforma de la financiación ya no tienen un mástil ejemplar al que agarrarse. Y encima el líder del PSPV está rodeado.

Primera bandera, la financiación

Ya lo hemos contado aquí varias veces, pero no estará de más recordarlo: Pedro Sánchez anunció durante el debate de la moción de censura que derrocó a Mariano Rajoy que no habría reforma el modelo de financiación autonómica durante esta legislatura. Lo dijo antes de que los diputados del PSPV y todos los demás votaran cambiar un presidente que no arregló el problema por otro que ya había dejado claro que de momento tampoco lo hará.

Su flamante delegado en la Comunidad, Juan Carlos Fulgencio, lo dejaba claro a quien no se hubiera enterado durante su toma de posesión: la reforma se hará “sin prisas”. Imagino al conseller Vicent Soler apretando fuerte los dientes. ¿Cuántas veces habrá urgido a cambiar el modelo de manera urgente e inaplazable? Tampoco se ve mucho movimiento en la plataforma #FinançamentJust con Salvador Navarro (CEV), Arturo León (CC.OO.), e Ismael Sáez, (UGT) a la cabeza. En el resto de España deben pensar que para qué queremos más dinero, con todo el que se nos escurre entre los dedos con tanta corrupción.

Segunda bandera, la regeneración

La detención de Jorge Rodríguez, el portavoz del PSPV (además de presidente de la Diputación y alcalde de Ontinyent, que es que hay políticos a los que les sobran horas para hacer cosas) destroza el discurso de “no todos (los partidos) somos iguales”. De los grandes, eso ya sólo lo pueden decir Ciudadanos y Podemos. De entrada, y a falta de concretar el alcance de la operación, “Alquería” pone al PSPV a la altura del PP, y encima, desde la Diputación de Valencia. Pasó con Alfonso Rus y ahora pasa con Rodríguez.

Consecuencia, la pérdida de la centralidad

La imagen de centralidad que ha venido trabajando Ximo Puig para el PSPV con esfuerzo en estos tres años de Botànic también va a quedar en entredicho. El posicionamiento del president y su partido como elemento limpio y de centralidad del terreno político valenciano -junto a Ciudadanos- dejando las bandas para PP y Compromís ya no va a ser tan fácil que perdure. A Puig le venía bien tener a Ciudadanos de cartucho en la recámara por si la aritmética parlamentaria lo aconsejaba. Pero esa opción ahora puede que le manche más a los de Rivera que un acuerdo post-electoral con un PPCV con la cúpula regenerada.

El empujón

Ha sido precisamente Ciudadanos, con Fernando Giner una vez más a la cabeza, quien apretó el acelerador con el registro de una moción de urgencia para el pleno municipal valenciano de este jueves pidiendo la “dimisión inmediata” de Rodríguez, con lo que por primera vez se iba a poner a los socialistas frente al espejo de una votación sobre un caso de corrupción que afecta a su partido.

Casi simultáneamente, en el Senado, José Luis Ábalos, que es ministro pero también secretario de Organización del PSOE, sentenciaba políticamente a Rodríguez diciendo que no estaba “en condiciones” de seguir en sus cargos.

Así las cosas, entre el pulgar hacia abajo de Ábalos y la votación que Giner proponía, Puig, que es también secretario general del PSPV, no tuvo más remedio que reunir de urgencia, ya por la noche del miércoles, al núcleo duro de su amplia Ejecutiva, el llamado “Secretariado” para suspender en sus funciones a Rodríguez, buscarle sustituto, e iniciar los trámites disciplinarios correspondientes. El Código Ético socialista prevé medidas cuando se notifica la apertura de juicio oral, no antes. Pero esta vez no se podía esperar tanto, y más con el precedente del anterior alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri.

La aparatosidad de la operación policial de “Alquería” ha hecho sospechar incluso en el PSPV que quizá haya algo más que la creación de cargos de alta dirección -a pesar de 12 informes en contra- en los que colocar a afines de PSPV y Compromís. La operación la dirige la Policía, la Udef. Y recuerden que la secretaria de Estado de Seguridad es la valenciana Ana Botella.

Estamos rodeados

Botella, que fue delegada del Gobierno en 2010-2011 y tiene buena relación con Puig, no acudió a la toma de posesión pocas horas antes en la Universitat del nuevo delegado, Juan Carlos Fulgencio, que, en comparación con la de su antecesor en Capitanía, el popular Juan Carlos Moragues, resultó un poco menos lucida porque además tampoco hubo ni ministros ni presidente de la Generalitat que le acompañaran.

Fulgencio es mucho más sanchista que ximista, dónde va a parar. De hecho el cargo lo pretendía el president para alguien más afín a su forma de entender el socialismo. Sanchista es ahora el Gobierno, los ministros valencianos, el delegado del Gobierno, y la estructura provincial del PSPV (con Mercedes Caballero al frente). Así que la Diputación no podía ser la siguiente muesca. Puig, hábilmente, propuso para sustituir a Rodríguez al político que se le enfrentó con escaso éxito en las Primarias de 2014, Toni Gaspar, alcalde de Faura y vicepresidente en la Diputación. Así conseguía bloquear cualquier movimiento sanchista.

Dimitir no es un nombre ruso

Ya saben el chiste: Dimitri es un nombre, pero dimitir no. Som Valencians, que usa las armas que puede para conseguir más presencia mediática con la que dar a conocer sus propuestas, ha hecho suya esa confusión eslava y ha anunciado la confección y puesta a la venta de camisetas con el lema “Dimitir. Renunciar a un càrrec” acompañando a una foto de Mónica Oltra, otrora reina del género, Su secretario general, Jaume Hurtado, lo justifica en el mestizaje entre PSPV y Compromís en la Diputación: “no me creo que Oltra no haya negociado el reparto de cargos de alta dirección, se los han repartido”, nos dice.

Hurtado lamenta que “la imagen que se está dando de los políticos valencianos es la de que somos irresponsables, inútiles y corruptos. Los partidos afectados dejan de tener autoridad moral para reclamar con fuerza en Madrid la financiación que nos corresponde, y lo pagamos todos los valencianos”.

La financiación otra vez. Como diría Miguel Ríos, “y así el círculo se cierra y la gente ni se entera”.

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