Las notas y el acoso escolar docente
Todos los que tenemos hijos en edad escolar, bien sea en el colegio, en el instituto o en la universidad, hemos pasado una semana llena de sorpresas y de sonrisas y lágrimas, las temidas notas finales han llegado con todo su crudeza, pero en algunos casos no reflejan fielmente el resultado académico.
¿Quién no ha escuchado la famosa frase “ Es que el profesor de tecnología me tiene manía", “es que la tutora no me hace caso en clase, le pregunto y me contesta mal”, "le mando correos con dudas y no me los contesta” como intentando justificar las malas notas escolares? Pero … ¿qué ocurre cuando algunos padres que hacen caso (lo normal es que lo entendamos como excusa y no hagamos ni caso) de esta queja de sus hijos comprueban que es verdad, que a su hijo lo están maltratando?, ¿qué es el acoso escolar docente?
Una de las modalidades de bullying que más se han puesto en práctica últimamente es la que se denomina acoso escolar de profesores a alumnos, a veces pasado por alto o disfrazada como ejercicio de poder o de autoridad. Pero esto se ha ido convirtiendo en un auténtico problema para algunos alumnos que ven día tras día cómo son sometidos por sus propios docentes, sin motivos aparentes.
El acoso escolar por parte de profesores hacia los alumnos es doblemente agravado. Si bien el bullying que se practica entre compañeros supone una relación de poder dialéctica entre dominador y dominado, el problema se establece entre pares, entre dos de una misma condición. No es el mismo caso cuando sucede de esta manera, ya que la equiparación de fuerzas es imposible. El poder es todo de uno. Y el docente es quien decide en última instancia.
Pero ¿cuáles son las maneras concretas de acosar un profesor al alumno? Las hay muchas y muy variadas. Y lo que es peor, el blanco a elegir suele ser bastante amplio. Para empezar, lo más común es la agresión mediante palabra, la humillación en público frente a los compañeros, la burla, el desprecio, la mala calificación en notas y, por encima de todas las cosas, el trato desigual ante los demás. El comportamiento diferencial con unos y otros alumnos hace de esto algo mucho más grave de lo que parece en un sitio donde tendría que reinar la equidad.
Algunos docentes abusan de su situación de poder, por una razón o por otra, de los alumnos “tomados como blanco”, que sufren desaprobaciones de exámenes sin causa visible, utilización torticera de los criterios de evaluación , trato distante, mentiras, castigos sin mediar motivo y lo que es peor, sin prueba alguna, hasta llegar a casos más graves de acoso.
El profesor que ejerce el acoso escolar suele ser una persona que transporta sus problemas cotidianos y sus frustraciones hacia su alumnado, que en realidad tendría que recibir de ellos instrucción y formación. Generalmente están convencidos de que deben aplicar rigurosamente su autoridad. Incluso el reconocido autor en materia de bullying Tim Field ha llegado a trazar un perfil bastante elocuente de estas personas, que tienen “rasgos narcisistas, paranoides, se auto-convencen de que tienen razón en su hostigamiento y de que su comportamiento es justo (…). Tienen sentimientos de inferioridad y fracaso; son incapaces de afrontar su incapacidad y para desviar la atención sobre sus limitaciones arremeten contra otros; son irresponsables e incompetentes”.
Lo peor de todo es cuando los padres acuden al centro de enseñanza a pedir explicaciones y se encuentran con la negativa y reticencia de la dirección del centro, ese exceso de celo corporativista que impide asumir errores, o lo que es peor la connivencia de la dirección del centro, y ya el acabóse es cuando la dirección del centro participa de una manera u otra (siendo cómplice o por omisión). También se convierte para ciertos profesores con una baja, muy baja catadura moral, la queja de los padres hacia ellos en acicate para pagarla con sus hijos ya que no tienen la valentía de hacerlo con sus padres.
Existe un problema más sobre este asunto: el acoso de profesor a alumno suele quedar impune y contar con mayor complicidad aún que el bullying entre pares. Es que, generalmente, los espectadores no suelen intervenir por temor, “los compañeros temen defender a la víctima por la posibilidad de pasar a ocupar su lugar. Muchos se divierten ante la humillación de un compañero, también pueden sentir que el agresor hace aquello que ellos mismos no se animan. Se produce un contagio social que inhibe la ayuda e incluso fomenta la participación en los actos intimidatorios”.
Tengo información acerca de un colegio concertado de Valencia capital cuyos padres van a presentar querella criminal en el juzgado de lo penal. En un próximo articulo al respecto contaremos con pelos y señales lo sucedido .
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