La profesión más maravillosa del mundo
Somos muchos los docentes de la concertada con vocación, muchos los que la vivimos con responsabilidad y compromiso. Desde luego, la inmensa mayoría.
Para mí, ser profesor es la profesión más maravillosa del mundo. Aunque a la vez, una de las que exige mayor responsabilidad. Nuestra obligación es hacer que nuestros alumnos sean mejores que nosotros. Lo que les digamos (o no les digamos) puede cambiar su vida.
Tratar de transmitirles ilusión por aprender, hacerles creer en sí mismos y convencerles de que, con trabajo duro, prácticamente pueden conseguir cualquier cosa es algo que mueve cada día a miles de docentes como yo; y además nos lleva a querer mejorar constantemente. Ver sus caras cuando entienden algo que llevas rato explicándoles, participar de sus suspensos y sus aprobados, de sus pequeños logros, ayudarles a superar sus frustraciones y sus problemas por el camino, para nosotros, es impagable.
No podría encontrar nada mejor que hacer y, afortunadamente, tengo la posibilidad de hacerlo día a día, con el compromiso de brindar a todos las mismas oportunidades y seguir haciéndolo mientras pueda. Cuanto más preparados estén los alumnos mejor podrán adaptarse a esos cambios y aprovechar las oportunidades que la vida pueda brindarles.
Somos muchos los docentes de la concertada con vocación, muchos los que la vivimos con responsabilidad y compromiso. Desde luego, la inmensa mayoría... ¿De qué otra forma podría ser cuando nuestro trabajo deriva en horas infinitas de programación, correcciones, entrevistas con padres...? ¿De qué otra forma podría ser si nuestro salario es muy bajo, muy inferior al del profesorado de la pública? ¿De qué otra forma podría ser en estos momentos, viviendo supresión de unidades, y con ello, el despido de compañeros? ¿De qué otra forma podría ser cuando se vive en el aula la falta de respeto de alumnos , el escaso respaldo de los padres en muchas ocasiones....? Se me ocurren cientos de interrogantes más.