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Millán: "El incendio de Llutxent multiplica por 25 el efecto invernadero"

El ex director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) sostiene que el incendio de Lluxent multiplica el efecto invernadero.

Millán Millán

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Pilar Tamayo

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Hace 21 años la Comisión Europea alertó que los cambios en el uso del suelo nos acarrearían la pérdida de tormentas en el Mediterráneo con un aumento de la sequía en el interior, avenidas de barro, más erosión y pérdida de la vegetación.

Una combinación capaz de prender nuestro territorio con incendios forestales y de disparar los termómetros, como estamos comprobando esta misma semana. Y que hoy va en aumento, provocado por el incendio de Llutxent, ya que las partículas en suspensión o el humo negro multiplican por 25 el efecto invernadero y sin viento, no hay parasol por lo que el suelo alcanza valores muy elevados. “No se hizo caso, ya estamos en plena desertificación y vamos a peor”, advierte el ex director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), Millán Millán.

Pero hay solución a medio-largo plazo para evitar que los veranos sean cada vez más calurosos y las noches, más asfixiantes. Consiste en seguir el ejemplo puesto en marcha desde 1995 en China, en una zona desértica y con una elevada pobreza pero transformada en un intenso vergel, reconvertido ya a zonas de cultivo. “Pronto veremos una invasión de verduras chinas”, advierte Millán. El mismo camino van a seguir en el Sinaí, para recuperar, como en el caso chino, el ciclo de las tormentas, roto por las transformaciones humanas.

Recuperar las típicas tormentas de verano, las que descargaban históricamente en Teruel y todo el sistema ibérico, es vital para alimentar los acuíferos en el interior de las cuencas mediterráneas. Desaparecidos los marjales, el río Mijares es clave. Nace en la sierra turolense de Gúdar, a 1.600 metros de altura, y desemboca en los municipios castellonenses de Almazora y Burriana. Alberga terrenos abandonados donde se debería intervenir como en China, con una profundidad de un metro mediante grandes macetas que se descomponen en las que se plantan pequeños árboles que hay que ir regándolos durante años hasta que te recuperen las tormentas. Y para ello, explica Millán, “se justificaría el trasvase del Ebro: en vez de tirar el agua al mar, la lanzas al Mediterráneo hasta que el sistema atraiga agua de nuevo. Es como una hipoteca que obligaría a regar con agua depurada del Ebro”. Para ello, reconoce el ex responsable del CEAM, habría que interiorizar que el agua no pertenece a ningún territorio ni a ningún partido político. Y estamos trabajando en la dirección opuesta: el ahorro del agua, que, según Millán, “nos lleva directos a más desertificación. El reaprovechamiento quita más lluvias. Es como si te comes las perdices de un coto y no dejas ninguna para que críe”.

“Nos esperan picos cada vez más acusados y corriéndose las estaciones: antes la gota fría era en otoño y ahora, en primavera”.

¿Y por qué estamos encadenando noches con temperaturas muy por encima de los 20 grados? “El vapor de agua es 47 veces más importante que los gases de efecto invernadero y cada vez hay más porque no llueve. Este vapor dispara los termómetros sobre todo en la costa y en unos días veremos cómo provoca inundaciones en zonas europeas como Rumanía”, concluye Millán.

Con estas temperaturas, hay que intensificar la hidratación y moderar nuestra alimentación. El jefe de Endocrinología del hospital La Fe, Francisco Merino, aconseja hidratarse o bien con agua o con zumos o con bebidas isotónicas pero siempre libres de azúcar. Con la horchata, explica Merino, hay que ser “prudentes porque refresca pero está elaborada con azúcares y suele acompañarse con algún otro dulce”. Las personas con diabetes o con alguna alteración tiroidea deben ser aún más precavidos, con una mayor hidratación.

Nuestra alimentación debe centrarse en frutas y verduras, que aportan agua y minerales y que, sin embargo, no gustan a los niños, adolescentes o personas mayores, que deben incorporarlas a su dieta. Se desaconsejan, sobre todo con diagnósticos de diabetes, los plátanos muy maduros o los higos y las cerezas, siempre con cuenta gotas.

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