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Los incendios y la sequía agravan los daños en la agricultura valenciana

AVA-ASAJA reclama al Consell un plan especial de control con facilidades a la actividad cinegética y ayudas en mecanismos de control.

Refugio de fauna en campos de naranjos

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La magnitud del problema que ocasiona la fauna salvaje está alcanzando proporciones cada vez más alarmantes en el conjunto del sector agropecuario valenciano. Los daños provocados por las sobrepoblaciones de conejos, jabalíes, ciervos, cabras montesas, muflones o corzos, entre otros animales silvestres, atraviesan unos niveles máximos de expansión e incidencia sobre los cultivos y las infraestructuras agrícolas debido a la persistencia de la sequía y a los incendios forestales, según constata la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA).

Esta clase de siniestros, que representan unas pérdidas de 26 millones de euros anuales a los agricultores y ganaderos de la Comunitat Valenciana, se están viendo especialmente agravados este verano con un déficit de precipitaciones –el presente año hidrológico registra en la autonomía un 25% menos de lluvia que el resto de España– y con la acumulación de cerca de 300 incendios forestales en lo que va de año. Ambas circunstancias están teniendo unas repercusiones muy negativas no sólo para el medio rural sino también en particular para la agricultura, puesto que contribuyen de manera decisiva a desplazar la fauna salvaje desde los montes, donde ya no encuentran alimentos suficientes, hasta los campos de cultivo tanto del interior como de la costa, que se convierten en refugio y despensa.

Cítricos, frutales, almendros, olivos, viñedos, hortalizas y arroz, los más perjudicados

AVA-ASAJA advierte de que prácticamente ninguna producción agrícola se salva de los ataques. Cítricos, frutales, almendros, olivos, viñedos, hortalizas y arroz están expuestos continuamente a la acción depredadora de estas especies silvestres.

Igualmente afectan a las explotaciones ganaderas en tanto esta clase de animales constituye un foco de transmisión de enfermedades como la tuberculosis. Sin embargo, los testimonios recabados por la organización agraria a lo largo y ancho de la geografía valenciana muestran una preocupación mayor por los perjuicios sufridos en las nuevas plantaciones –cuyos brotes resultan más tiernos– hasta el extremo de causar la muerte de los árboles. También alertan los daños en los frutos situados en la parte baja del arbolado, aunque los animales cada vez escalan más ramas y llegan a zonas más elevadas, así como las roturas de instalaciones de riego y los desperfectos en márgenes de campos.

Además de la sequía y el fuego, otras causas que explican esta presencia creciente de la fauna salvaje en todas las comarcas valencianas son la ausencia de depredadores naturales, el abandono de campos y las limitaciones que afrontan los cazadores a la hora de llevar a cabo su actividad.

Daño en plantón pese a la valla

El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, denuncia que “el descontrol de la fauna salvaje es una asignatura pendiente para las administraciones. Estamos ante un problema muy grave que no deja de crecer y al que no se le está poniendo coto”. La asociación exige a la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente que atienda las reivindicaciones de las principales entidades del mundo rural que se manifestaron el pasado 26 de mayo en Valencia y consensúe con el colectivo un plan especial de control de la fauna.

Entre las medidas solicitadas figuran ayudas para instalar mecanismos de control, compensaciones por las pérdidas soportadas y cambios normativos que faciliten el control cinegético. “La caza, al contrario de lo que algunos pretenden hacer creer, es necesaria tanto para lograr el equilibrio cinegético como para gestionar el medio rural”, subraya Aguado.

Asimismo, la organización agraria pide que las actuaciones que Adif se comprometió a poner en marcha con ASAJA y que consisten en la instalación de vallado de refuerzo en las líneas de alta velocidad se hagan extensivas a la Comunitat Valenciana. “Es fundamental evitar que los conejos campen por las vías férreas –insiste Aguado– ya que esa libertad imposibilita cualquier tipo de control de la plaga en las tierras colindantes”.