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E. Obrador: “Somos los padres los que fomentamos la obesidad para no discutir”

La mitad de los adultos españoles pesan más de lo que deben y el 23% de los niños presenta obesidad, “una pandemia que no se hereda y que requiere del esfuerzo de todos".

Elena Obrador

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PIlar Tamayo / Foto: Vicente Rupérez

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La irrupción en los medios de comunicación del caso de un joven valenciano con 385 kilos de peso ha situado la obesidad en el centro del debate. Lo analizamos con Elena Obrador, profesora de Fisiología de la Facultad de Medicina. No estamos ante un problema menor: la mitad de los adultos españoles pesan más de lo que deben y el 23% de los niños presenta obesidad, “una pandemia que no se hereda y que requiere del esfuerzo de todos, para evitar que las arcas del Estado saltarán por los aires”. Son matemáticas: no comer más calorías de las que se consumen. Es preferible comer cinco veces al día, con la dieta mediterránea como brújula.

Ningún hipotiroidismo tratado conduce a 385 kilos de peso, si se controla lo que se come. La cirugía bariátrica no es apta para pacientes con comportamiento bulímico compulsivo”. Y añade: “No disponer de una vivienda adaptada no justifica mantener un ingreso hospitalario”.

Elena Obrador pide reflexión a los políticos: responder a estos casos con un inmediato ingreso en una residencia: “Las listas de espera deben respetarse, y al saltárselas de este modo se lanza el mensaje de que las personas con obesidad mórbida tienen prioridad sobre el resto”.

¿Qué nivel de obesidad tenemos?

Los expertos en nutrición suelen distinguir entre sobrepeso y obesidad en función del Índice de Masa Corporal (IMC). Según la OMS, el sobrepeso se encuentra entre 25 y 29,9; la obesidad, si el valor es superior a 30 y obesidad mórbida, cuando supera 40. Si bien es cierto que este parámetro puede inducir a error (las personas muy musculadas pueden tener índices de masa corporal alto, sin estar asociado a patología), utilizar este parámetro arroja cifras alarmantes, ya que el 20% de la población adulta en España es obesa y el 39,3% tiene sobrepeso. Sumando las dos cifras nos encontramos que más de la mitad de los adultos españoles tienen un peso superior a lo que sería recomendable.

La obesidad infantil se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años.

¿Y en los niños?

La obesidad infantil se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años. Según la OMS, en España, entre 1975 y 2016, la prevalencia de la obesidad ha aumentado en niños del 3% al 12% y en niñas, del 2% al 8%. Por otro lado, la incidencia del sobrepeso infantil está en torno al 23%.

¿Cuánto cuesta la obesidad a las arcas públicas en España?

Según datos aportados por la desaparecida Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) hoy AECOSAN, en 2012 en España, el 7% del gasto sanitario anual estuvo relacionado con el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, que representa en cifras absolutas 5.000 millones de euros al año.

Los hábitos dietéticos se adquieren durante la infancia, lo cual hace muy difícil revertir la obesidad infantil durante la edad adulta.

¿A qué edad empiezan los problemas?

El aumento excesivo de peso durante los primeros años de vida está claramente asociado a problemas psicosociales y educativos (baja autoestima y discriminación social) y el desarrollo precoz de patologías. Los hábitos dietéticos se adquieren durante la infancia, lo cual hace muy difícil revertir la obesidad infantil durante la edad adulta. Vemos niños que meriendan bebidas azucaradas y bollería industrial en vez de una fruta o un sándwich y, encima, no se van a correr sino a jugar a la Play, además hasta altas horas de la madrugada, lo cual afecta a la producción de la hormona del crecimiento, que nos previene frente al sobrepeso.

¿Puede revertirse la obesidad infantil?

Es muy difícil corregir los malos hábitos que conducen a la obesidad. El periodo más crítico es el desarrollo fetal y los dos primeros años de vida, donde se desarrollan los centros implicados en el control de la ingesta y el metabolismo basal. Si se acostumbran a nadar en la abundancia, activarán la sensación de hambre y se favorecerá la ganancia de peso.

Los niños se acostumbran a sabores nuevos con dificultad, y si durante esta etapa, los padres nos doblegamos y sustituimos frutas, legumbres y verduras por dulces, será muy difícil introducir dichos alimentos en la edad adulta. Somos padres que fomentamos la obesidad para no discutir, permitiendo que coman lo que no deben, hagan poco ejercicio, duerman poco y mal. Modificar estos malos hábitos cuando se es adulto, requiere de una fuerza de voluntad estoica.

La mayor parte de la población mantenemos un peso relativamente estable a lo largo de la vida porque nuestro cerebro está preparado para activar o no la sensación de hambre.

¿Podemos controlar lo que comemos?

Lo primero en lo que debemos pensar es si disponemos de mecanismos de control del hambre y del peso corporal y la respuesta sin duda alguna es que sí. La mayoría rechazamos comer después de una comida abundante y comemos compulsivamente tras horas de ayuno, o tras perder peso, como rebote a las dietas. La mayor parte de la población mantenemos un peso relativamente estable a lo largo de la vida porque nuestro cerebro está preparado para activar o no la sensación de hambre, en función de nuestro estado nutricional. El problema surge cuando empezamos a comer no porque tengamos hambre sino por el placer asociado al acto de comer o bien por cuestiones sociales. Cuando comer deja de ser una necesidad intrínseca y se convierte en un acto social, la partida está perdida. Siempre se come más en compañía.

¿De qué depende engordar más o menos?

Engordar o adelgazar depende de lo que comes y de lo que gastas. Si hay un equilibrio entre ambas cosas el peso se mantiene. Si tomas más calorías (ya sea con los alimentos o con las bebidas) de las que quemas al día, ganas peso.

Como media un 60% de las calorías las gastamos en mantener lo que se llama el Metabolismo Basal (MB) es decir, mantener las funciones vitales. El MB es un parámetro que depende estrictamente de peso, edad y altura. Resulta evidente que cuanto más alto y más pesa uno, mayor es su MB, lo cual es importante porque muchos pacientes justifican su sobrepeso, argumentando que su metabolismo es bajo. Cuando nos hacemos mayores, el metabolismo basal baja, con lo cual si seguimos comiendo lo mismo puede producirse una ganancia de peso. Y, de hecho, la prevalencia de la obesidad aumenta con la edad.

El consumo calórico diario también depende de nuestra actividad física. Como promedio, en personas sedentarias, el gasto calórico adicional por la actividad física no supera el 30% diario, aunque claro está, si practicamos regularmente un deporte o realizamos un trabajo de gran esfuerzo físico o mental, este porcentaje puede aumentar sensiblemente. El consumo calórico asociado a la actividad física también depende del peso corporal, no es lo mismo correr a 7Km/h si pesas 50 o 100 Kg, ¿ verdad?

Atribuir a la herencia la causa de la obesidad es una forma cómoda de relajar nuestras conciencias.

¿Se hereda la obesidad?

Se conocen problemas genéticos que predisponen a la obesidad, pero solo justifican un ínfimo porcentaje de los casos. En la mayor parte, los malos hábitos de vida son los principales factores de riesgo.

Atribuir a la herencia la causa de la obesidad es una forma cómoda de relajar nuestras conciencias. Es más fácil decir “estoy gordo porque mis padres están gordos”, más que plantearnos si tenemos problemas de sobrepeso porque hemos “heredado” sus malos hábitos de vida. La obesidad no es una condena, es el fruto del desajuste crónico entre lo gastado y lo consumido.

¿Las cinco comidas al día son claves?

Comer 5-6 veces al día es muy recomendable. Ayuda a evitar que entre comida y comida nos baje el azúcar y que se produzca la sensación de vacío gástrico, señales potentes inductoras de la sensación de hambre. Incrementar el número de tomas diarias ayuda a evitar que lleguemos desfallecidos a la hora de comer. Además se potencia lo que se llama acción termogénica de la dieta (consumo calórico asociado al acto de comer). Si gastamos más calorías, más podemos comer sin aumentar nuestro peso. Si a lo largo de un día nos tocan 2000kcal, es mucho mejor dividirlas en varias tomas, que concentrarlas en una o dos tomas.

¿La fruta después de las comidas engorda?

Es mentira. Una manzana tiene X calorías y da igual que sea entre horas o después de comer. Lo que sí es cierto es que un buen modo de incrementar el número de tomas diarias es tomar la fruta entre horas.

¿Se producen cambios con la edad?

En general la prevalencia del sobrepeso y la obesidad aumentan con la edad, lo cual es fácil de entender si tenemos en cuenta que el consumo calórico disminuyen a medida que cumplimos años, con lo cual si cuando envejecemos seguimos comiendo lo mismo, la tendencia natural es la de ganar peso.

Durante el desarrollo fetal y los dos primeros años de vida, el metabolismo basal alcanza sus valores más altos, lo cual es debido a las elevadas necesidades calóricas necesarias para el proceso de desarrollo y crecimiento. En principio, ello debería proteger a los niños frente al sobrepeso, entre otras cosas porque la hormona del crecimiento favorece que en los niños se utilicen las grasas como fuente de energía ¿Cómo podemos justificar entonces el aumento de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en niños? Sin duda alguna el cambio en los hábitos dietéticos y sobre todo el sedentarismo.

Es más fácil culpar a los médicos de mi sobrepeso que tomar conciencia de lo que estoy haciendo mal y hacer propósito de enmienda.

Hemos conocido el caso de un paciente de 385 kilos ingresado en el hospital de Manises. Los familiares justifican el problema asociándolo a un problema de hipotiroidismo ¿es esto posible?

No. Las hormonas tiroideas juegan un importante papel en el control del metabolismo basal y del consumo calórico, y en consecuencia cuando un paciente deja de producir hormonas tiroideas (hipotiroidismo) es fácil que se gane peso aunque coma poco, y además se sentirá fatigado, deprimido, …. y otros problemas que acabarán llevándolo al médico. ¿Cuánto peso puede ganarse? Todo dependerá de la gravedad del hipotiroidismo y del tiempo que se tarde en ir al médico. Con una simple analítica se diagnostica el problema, y se soluciona con facilidad administrando la hormona que le falta. Si es medicado correctamente, los niveles de la hormona en sangre se normalizan, se deja de engordar y el resto de síntomas revierten. A partir de este momento, si la ganancia de peso se mantiene es porque la dosis no está bien ajustada o bien porque el paciente come más de lo que debe, como sucede con cualquier persona sana. Ningún hipotiroidismo tratado cursa con semejante aumento de peso corporal, sin que haya detrás una ingesta calórica excesiva y una falta de actividad física.

¿Un paciente no hipotiroideo puede pesar 385 kilos? La respuesta es que sí, sin duda.

El paciente dice que engorda bebiendo agua…

Es falso y ridículo. El agua tiene 0 kilocalorías, de manera que si dice que solo bebe agua y engorda, es porque está reteniendo líquidos. Habría que revisar su función renal pero antes que eso habría que controlar lo que come a escondidas de la supervisión médica.

¿Se puede engordar 35 kilos estando ingresado en el hospital de Manises?

¿Alguno de nosotros engorda con la comida que nos dan en los hospitales? Además, en un paciente de este tipo, el aporte calórico de la dieta hospitalaria es supervisado de forma muy estricta. Lo que no puede vigilarse son los alimentos y/o bebidas que le proporcionan los familiares.

“Lancemos un órdago…. Elijan ustedes si debemos comprar una cama para obesidad mórbida o pagar la quimioterapia de un paciente con cáncer”

¿No es operable así como así?

Los criterios de inclusión para llevar a cabo cirugía bariátrica son para pacientes que superen un índice de masa corporal de 40 kg/m2 o de 35 kg/m2 con enfermedades asociadas como diabetes o la hipertensión. Además, es necesario que este perfil de personas estén estancadas en peso y que en los últimos cinco años no hayan sido capaces de reducir kilos con ejercicio o dieta.

Como toda cirugía mayor, la intervención no está exenta de riesgos y, además, presenta el agravante de patologías asociadas como la diabetes, problemas respiratorios, cardiovasculares… Esto incrementa el riesgo de las intervenciones y de tener complicaciones posteriores como la reanimación, la infección de heridas, problemas tromboembólicos, fugas del contenido intestinal, … con lo cual es el equipo quirúrgico el que tiene la última palabra.

No se deberá practicar cirugía bariátrica a pacientes con un comportamiento alimentario de tipo bulímico compulsivo. En este sentido, creo que es imprescindible que el paciente demuestre, antes de la intervención, su capacidad de seguir pautas dietéticas que hagan perder peso. Se trata de un punto controvertido, que muchos cirujanos no consideran criterio excluyente, que puede provocar complicaciones graves como el estallido del balón gástrico o la rutura de suturas.

Si la sociedad se ha creído que esta persona ha engordado por un problema médico, ¿mandamos un mensaje peligroso al relativizar la obesidad?

Los humanos somos especialistas en autojustificarnos y darle la culpa a los demás de lo que nos pasa. Es más fácil culpar a los médicos de mi sobrepeso que tomar conciencia de lo que estoy haciendo mal y hacer propósito de enmienda. Teniendo en cuenta la velocidad a la que se va extendiendo el problema de la obesidad (considerado ahora mismo una pandemia), y teniendo en cuenta el coste sanitario que lleva asociado, o bien limitamos el uso de recursos sanitarios para un problema que puede revertirse con disciplina o bien las arcas del Estado van a saltar por los aires.

¿No sería más fácil poner orden en la obesidad mórbida antes de comprar camas que aguanten más peso?

Es casi una causa perdida. Donde sí tenemos margen de maniobra es en evitar que la población llegue a ese punto. Es crucial tomar conciencia de que el sobrepeso y la obesidad no son solo un problema estético, sino que además están asociadas a problemas patológicos y su coste sanitario es enorme. No disponemos de recursos suficientes. Antes o después deberemos tomar consciencia de nuestra responsabilidad y se deberá priorizar qué se puede sufragar o no con los recursos públicos. Lancemos un órdago: Elijan ustedes si debemos comprar esa cama o pagar la quimioterapia de un paciente con cáncer. Aunque, desde luego, puestos a gastar dinero, comprar la cama para un enfermo va muchísimo antes que gastar recursos públicos en exhumar cadáveres.

De lo que no cabe duda es que si tenemos en cuenta la evolución de la pandemia, en breve no tendremos más alternativa que cambiar las camas, camillas… para adaptarlas al perfil del paciente.

“No disponer de vivienda adaptada no justifica mantener un ingreso hospitalario”

Su familia mostró su descontento por haber sido dado de alta, ¿quién da las altas?

Por lo que me has comentado, el paciente fue ingresado por un problema respiratorio, que evidentemente fue tratado para poder darle el alta.

Un alta médica está firmada, registrada y documentada salvo que tú pidas el alta voluntaria con tu firma. Las altas se firman teniendo en cuenta criterios médicos y no atendiendo a problemas sociales. El hecho de que el paciente no disponga de una vivienda adaptada, no es justificación para mantenerlo ingresado. Si se mantuvieran ingresados a los pacientes por problemas sociales, saturaríamos el sistema sanitario. Una persona que pesa 385 kilos es un enfermo, lo mismo que lo son pacientes con cáncer, diabetes, infecciones,…. pero no por ello requiere ser tratado a nivel hospitalario. No es una falta de sensibilidad, es una cuestión de reparto equitativo de unos recursos que son muy limitados.

¿Responsabilidades?

Según argumentan los familiares, el paciente pesaba 90 kilos a los 10 años, debido a que sufría hipotiroidismo. Ni todos los gordos son hipotiroideos ni todos los hipotiroideos son gordos. Me parece inverosímil que ningún facultativo del entorno del niño no tomara cartas en el asunto para revertir esa situación. Sin más datos es difícil señalar posibles responsables pero evidentemente podría revisarse si la hormona administrada era la adecuada, si sus padres se preocupaban de que se tomara la medicación, si se cumplían las recomendaciones dietéticas… En definitiva, si sus progenitores controlaban lo que hacía el menor.

El problema del sobrepeso en los niños requiere de una colaboración muy estrecha entre el personal médico, la familia y el menor. Si los malos hábitos se mantienen, la situación no hace más que empeorar y mientras no exista propósito de enmienda, la Sanidad no puede hacer nada por el paciente, salvo cuidarlo cuando surgen problemas médicos.

Saltarse la lista de espera para evitar la presión social creada por la aparición en los medios de comunicación es discriminatorio y crea precedente

La Generalitat ha anunciado que tramita su ingreso en una residencia.

Tiene un problema de invalidez muy grave, sí, pero hay muchas personas con deficiencias más importantes que aguardan listas de espera. Saltarse la lista para evitar la presión social creada por la aparición en los medios de comunicación es discriminatorio y crea precedente. Cualquier persona de la lista debería protestar.

Las listas han de ser equitativas y el gobierno de turno ha de respetarlas porque si no, se lanza el mensaje de que todas las personas con obesidad mórbida tienen más derechos que el resto.

Si la dinámica se extendiera, las plazas en residencias quedarían cubiertas, bloqueando el acceso al resto de pacientes. Los políticos deberían reflexionar antes de crear estos precedentes, sobre todo teniendo en cuanta la limitación en la disponibilidad de recursos económicos.

¿Qué alimentos han de ser las estrellas en nuestra dieta?

La dieta mediterránea es indudablemente el punto de referencia. La pirámide alimentaria tiene en su base la parte más amplia que habría que comer todos los días: legumbres, pastas mejor integrales, harinas… El 60% de lo que deberíamos comer son hidratos de carbono. Menos de un 30%, grasas que son alimentos muy densamente calóricos: aceites, frutos secos o mantequilla. Las grasas saturadas de origen animal son las que hay que restringir: tocinos, natas, mantecas… Y también las trans (frituras y bollería).¡Lo que más nos gusta!

¿Cuántas proteínas?

Aproximadamente el 10% de las calorías que ingerimos deberían ser proteínas. El orden es: legumbres, lácteos, huevos, pescado y carne, primero las blancas y luego las rojas. Y lo hacemos justo al revés. El consumo excesivo de carnes rojas lleva asociado un aporte excesivo de colesterol, por no mencionar que acabamos recogiendo en nuestro organismo los productos metabólicos y las hormonas que se han dado a los animales para favorecer su crecimiento rápido.

¿Existen las dietas milagro?

No hay. Puedes perder peso haciendo la dieta de la alcachofa, de la pera o de la carne. Si acabas comiendo más de lo que consumes, engordas y viceversa, con el agravante de que además de estar ganando o perdiendo peso, el aporte de algunos nutrientes puede quedar limitado, provocando problemas de salud.

¿Y la moda de las dietas disociadas?

Cuando tienen éxito es porque se come menos de lo que se consume y para llegar a este final, es mejor una dieta equilibrada con restricción calórica ya que se evitarán riesgos para la salud.