Empatía para una sociedad menos violenta
A niños y niñas se les enseña que los animales considerados de granja nos aportan carne, huevos, leche, plumas y cuero. Los libros muestran imágenes de animales felices y descontextualizados
En breves días dará comienzo un nuevo curso escolar. Una vez finalizadas las vacaciones, los nervios y el ajetreo darán paso a diez meses de aprendizaje. En los centros escolares se imparten materias muy diversas, pero lo que es más importante: se convive.
Los niños y niñas pasan muchas horas al día en un espacio que deben compartir tanto con el profesorado, como con sus iguales. Y la convivencia implica respeto y tolerancia.
Por desgracia, vivimos en una sociedad donde la opresión y falta de respeto a otras formas de vida está totalmente asumida. Y la escuela, no es una excepción.
En los centros ya se trabaja por educar para romper con los comportamientos racistas, las actitudes machistas, las conductas que atentan contra la diversidad en cuanto a identidad de género y orientación sexual, y se trata de poner freno al acoso hacia quiénes no siguen las pautas de la mayoría.
Sin embargo, se sigue perpetuando la opresión hacia aquellos y aquellas que sufren una discriminación, tan arbitraria como las anteriormente mencionadas, y que es la discriminación por pertenecer a otra especie.
Cuando se habla de los otros animales (porque no debemos olvidar que el Homo sapiens es sólo una de las casi 8 millones de especies que pertenecemos al reino animal) en los libros de texto, y por tanto, en los centros escolares, se hace desde una perspectiva totalmente antropocéntrica, poniendo al ser humano en el centro de todo. A ellos nos referimos para considerarlos, desde la perspectiva de la especie, como algo a conservar o eliminar, por su función en los ecosistemas, o desde la perspectiva utilitarista, como meros instrumentos que nos proporcionan bienes y servicios.
¿Quién no ha visto en los libros, sobre todo en los infantiles, donde el sufrimiento se desdibuja entre vivos colores, imágenes de circos y zoológicos en que los animales, muy felices, realizan piruetas para nuestra diversión o muestran lo maravilloso que es vivir a salvo de otras “fieras” en un reducido recinto para poder ser observados?
A los niños y niñas se les enseña que los animales considerados de granja nos aportan carne, huevos, leche, plumas y cuero. Los libros muestran imágenes de animales felices y descontextualizados y con frecuencia se hacen excursiones a granjas escuela, unos espacios donde se ofrece la perversa ocasión de convivir y encariñarse con quienes después van a ser ejecutados y terminar descuartizados en sus platos.
Y yo me pregunto: ¿qué mensaje les estamos lanzando? Despojamos a los animales no humanos de la capacidad de sentir y sufrir y asumimos que retener a alguien para nuestro propio disfrute no está mal, que obligar a alguien a hacer aquello para lo que no está preparado está bien y que es normal matar a alguien de quien te has encariñado, porque los sentimos como propiedad y esa es su función… ¿no resultan demasiado familiares estos discursos?
Son ya numerosas las estadísticas y estudios que ponen de relieve el vínculo que existe entre la violencia hacia los animales y la violencia interpersonal
Cada vez más profesionales, de todos los ámbitos y a nivel internacional, muestran su preocupación por estos aspectos y son ya numerosas las estadísticas y estudios que ponen de relieve el vínculo que existe entre la violencia hacia los animales y la violencia interpersonal y las conclusiones de que una detección temprana de la violencia hacia los animales y una educación en el respeto y la empatía, sin discriminaciones arbitrarias de ningún tipo, podrían frenar las escaladas de violencia.
Por suerte, hay cada vez también más profesionales de la enseñanza que trabajan el respeto hacia todos los seres sintientes para construir una sociedad más junta para todos, también para los animales.
Y esta es una de las muchas asignaturas pendientes de la administración en materia de educación y que distintas organizaciones llevan años reclamando. Incluir también en los currículums el respeto y la empatía hacia todos los seres sintientes, como materia transversal en todos los niveles educativos de la enseñanza obligatoria. Estoy segura que tarde o temprano, llegará. Es una necesidad imperiosa, si queremos construir un futuro libre de violencia.
*Coordinadora provincial de PACMA en Valencia