Oliendo a vino
Me gustaría poder convertir este escrito en un homenaje a la vendimia, a los hombres y mujeres que estos días colaboran de una u otra manera en la recolección del fruto de la vid
Me gustaría poder convertir este escrito en un homenaje a la vendimia, a los hombres y mujeres que estos días colaboran de una u otra manera en la recolección del fruto de la vid que se convertirá en vino, después de una compleja y elaborada transformación. Porque lo que en estos días se vive en los pueblos y comarcas vitivinícolas de nuestra provincia es un verdadero rito en sus campos, una forma de vida en sus calles, unos aromas que se perciben, y hasta una actividad que se conmemora antes y después de comenzarla.
Estamos viviendo el denominado “veranillo de San Miguel”, con lo que las altas temperaturas, el intenso sol, mezclado con la humedad que aún transmiten nuestros campos, por las generosas e intensas lluvias de las semanas anteriores, hacen que se intensifique el olor a mosto, no sólo por los campos de recolección, sino por las calles y zonas, camino de tractores cargados con las uvas, que van a descargar a los almacenes, bodegas y cooperativas.
Porque la actividad está en su momento más álgido, tanto como el entusiasmo e ilusión de esos agricultores y bodegueros, que sienten culminado su intenso trabajo en estos días (los que han tenido a suerte de que las inclemencias del tiempo no les hayan destrozado la cosecha, que ha sucedido en algunas zonas).
Os invito a pasar estos días por los municipios de las comarcas de la Hoya de Buñol-Chiva, o los de la Comarca de Utiel-Requena, que son a los que me refiero, para vivir y ver el ambiente que se transmite por sus calles. Y no digo nada si te acercas por la tarde, entrando la noche, a los bares más concurridos del pueblo, normalmente, “los casinos”, donde empresarios agrícolas y recolectores intercambian experiencias y necesidades para el día siguiente, que vuelve a comenzar muy temprano, incluso antes de salir el sol, ya que hay que tener todo preparado y no perder mucho tiempo. Mientras el cielo lo permita!
No quiero dejar de referirme, en estas breves palabras, a las otras posibilidades que ofrece el fruto de la viña, y es la recolección para uva de mesa, otra gran oportunidad comercial que ofrece el fruto. En este caso, los cuidados y protección de los racimos son mucho más minuciosos, para evitar que tanto las aves, como otros animales, o el pedrisco, produzcan ningún tipo de daño en los racimos, que deben tener una imagen perfecta para su venta.
Coincidí el otro día con un agricultor joven en Cheste, en la zona de “ El Campillo”, que me explicaba cómo obtenía tan magníficos resultados, y cómo realizaban una cuidadosa recolección manual, para la cual hay que tener ciertas dotes de artista, ya que el resultado debe entrar primero por la vista, y luego por el paladar. Pude corroborar, el gran trabajo que realizan, y creo que el resultado seguro que será un éxito.
Desde aquí, pues, espero haber hecho un pequeño homenaje, a tantas personas que viven y trabajan el fruto de la tierra, y que a menudo son relegados en sus demandas y necesidades por nuestros responsables públicos. Creo que estás empresas favorecen el desarrollo de nuestra economía, y ayudan a rememorar nuestras tradiciones, que también ofrecen otro abanico amplio de posibilidades para nuestro sector turístico.