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La “Delgado” línea roja

Dolores Delgado pone a prueba la "delgada" línea roja que Pedro Sánchez impuso al anterior Gobierno y al suyo propio.

La “Delgado” línea roja

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The same old story: otro miembro del Gobierno de Sánchez negando una cosa, luego confirmándola porque hay pruebas, después matizando el uso de formas que un progresista no se puede permitir, y más tarde asegurando que no va a consentir no sé qué. Total, para acabar probablemente dimitiendo cuando quiera el filtrador.

Vaya por delante que lo de que Dolores Delgado llamara “maricón” a un homosexual en una conversación privada no es algo que me escandalice especialmente porque hasta algunos homosexuales se refieren en público así a sí mismos, verbigratia, Moncho Borrajo.

En la Comunidad Valenciana, el hombre que más manda en la Corporació de Mitjans de Comunicación que parió a À Punt, Rafa Xambó, llegó a justificar su forma brusca de expresarse en las redes sociales en que en su pueblo, Algemesí, ya saben cómo nos saludamos, de maneras muy ofensivas para un castellano viejo”.

Decir de alguien que es un “maricón”, en ámbito restringido o como apelativo, me parece un anacronismo que denota falta de delicadeza y sensibilidad, e incluso un punto de rancia superioridad sexual, pero no un motivo para que nadie dimita de nada, salvo que se presuma precisamente de lo que se carece (la corrección política) o que la palabra dicha se convierta en un síntoma. Como tampoco me pareció suficiente en el caso de Carmen Montón que no acudiera a las clases de su máster.

Lo grave en Dolores Delgado y en su antecesora en la rampa de salida -y aun en el mismísimo presidente- es que hayan mentido en público: ni la tesis de Sánchez estaba colgada cuando lo afirmó en sede parlamentaria, ni el TFM de la médico era original, ni ha sido cierto que la fiscal no conociese al famoso comisario Villarejo, más bien al contrario. Dejo conscientemente de lado, hasta nueva orden, los autoalquileres de Pedro Duque. Esos comportamientos apenas esbozados generan descrédito y dan alas a los populismos, ése es el peligro.

Pedro Sánchez y sus socios de ocasión (por fin el presidente ha reconocido que se convocarán elecciones cuando digan los independentistas, es decir, que en España manda Puigdemont) pusieron un cordón sanitario al cuello del PP que se cobró la vida política de Mariano Rajoy. Y que para el actual Gobierno se está convirtiendo en una línea roja, en esta ocasión una delgada línea roja.

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