Algo más que plásticos
Para que nos hagamos una idea de las dimensiones del problema, el 80% de la basura marina actual lo constituyen plásticos, de los cuales la mitad son plásticos de un solo uso
La preocupación por cuestiones medioambientales, concretamente por el cambo climático, es relativamente reciente. La primera Cumbre de la Tierra, celebrada en Estocolmo en 1972, supuso un antes y un después en la lucha contra la consecuencia de las acciones del hombre en la naturaleza de nuestro planeta.
No se trata de que en el pasado se negara la influencia del ser humano sobre su entorno más inmediato, pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando ya resultó imposible mirar hacia otro lado; la evidencia era demasiado apabullante para ser negada. El mundo descubrió, o al menos se vio obligado a reconocer, la gravedad de una situación que nos afectaba a todos.
Se firmaron manifiestos, convenios y protocolos internacionales, como el de Kioto en 1997, a la vez que se sucedían diferentes cumbres medioambientales internacionales donde se alcanzaban compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, se potenciaban las energías renovables, un mejor uso de los recursos naturales a través del reciclaje y la reducción del uso de plásticos; pero sigue sin ser suficiente.
La conciencia ecológica ha crecido con el tiempo, proliferando y logrando representación parlamentaria los conocidos como partidos verdes, cuyo punto principal en si programa político son las cuestiones ambientales. La sociedad ha cambiado y se ha vuelto más concienciada y las instituciones responden en ese sentido.
La Unión Europea no es ajena a las demandas de la sociedad y al serio peligro que nos acecha, y le ha declarado la guerra a los plásticos. El 10 de octubre de este año, la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo aprobó nuevas reglas para lidiar con los productos plásticos de uso único. Entre ellas, se barajaba su prohibición cuando existieran otras alternativas.
Para que nos hagamos una idea de las dimensiones del problema, el 80% de la basura marina actual lo constituyen plásticos, de los cuales la mitad son plásticos de un solo uso: Botellas, tapones, tapas; colillas de cigarrillos; bastoncillos de algodón; paquetes de patatas fritas y envolturas de golosinas, bolsas de plástico; globos y palitos para sostenerlos y un largo etcetera.
Los plásticos en el medio marino degradan el hábitat, entran en la cadena alimentaria de la vida marina y, a través de ella, en la humana, a través de la ingesta de productos contaminados.
Pero estas medidas tomadas ahora no se deben únicamente a una epifanía moral europea, sino a que hasta el momento se había externalizado nuestro problema con los plásticos enviándolos a terceros países, como China, país que ha prohibido recientemente toda importación de desechos plásticos desde la UE. Es decir, ya no podemos esconder el polvo bajo la alfombra, y toca limpiar de verdad.
El futuro pasa, aparte de por el uso de alternativas al plástico, por potenciar el reciclaje para la transformación de los desechos en nuevos productos y concienciar a la sociedad de la importancia de reciclar. Cada millón de toneladas de plástico que se reciclan, suponen el equivalente a quitar de la circulación las emisiones de CO2 de un millón de vehículos.
No es tarde, pero nos acercamos a un punto de no retorno.
*Politólogo y abogado