¿Debe el Valencia destituir a Marcelino? Tres pros y tres contras para su cese
Aunque la paciencia del Director General Mateu Alemany con el técnico asturiano llame la atención, muchas son las voces que apuntan lo inconveniente de que el club repita decisiones del pasado que, a posteriori, se revelaron como precipitadas.
Marcelino comenzó la temporada con el enorme pero no ilimitado crédito que le confería el trabajo realizado durante la anterior. A continuación, repasamos motivos para mantener la confianza depositada en su trabajo y, en la misma medida, razones que invitarían a su despido.
A favor de su continuidad:
Acabar con la habitual inestabilidad del banquillo valencianista:
Hasta 10 técnicos desfilaron por el mismo durante las pasadas seis campañas. Una cifra tan impactante como indigna para un club que aspira a consolidarse entre los grandes. Pues bien, destituciones tan cuestionables como las de Pellegrino, Djukic o Nuno – todos ellos mejoraban los números de Marcelino cuando fueron relevados antes de terminar la primera vuelta – no solamente engrosan esa lista, sino que también definen bien a las claras el cambio en la apuesta de Alemany, intuyéndose ésta como algo más conservadora.
Síntomas de mejoría a los que acogerse:
El último encuentro ante el Girona conllevó, entre otras cuestiones, el resultado más cruel e injusto de todos cuantos el Valencia CF ha sufrido en lo que llevamos de curso. De accidente se puede calificar que un bagaje conformado por 27 disparos a puerta no lleve aparejada la consecución de algún tanto que hubiera hecho que el panorama variara de forma ostensible. La confianza en esa evolución positiva puede extenderse a los choques venideros, sobre todo una vez ya recuperados jugadores importantes como es el caso de Gonçalo Guedes.
La carrera por seguir en la Champions:
Pese a haber sumado tan solo dos puntos en las tres primeras jornadas, el cuadro de Mestalla sigue con sus opciones de llegar a octavos de final de la máxima competición europea intactas. Una victoria – asequible en teoría - como locales frente al Young Boys el próximo miércoles bien podría combinarse con una más que probable derrota del Manchester United en Turín, lo que dejaría a los ches ostentando el segundo puesto del grupo en solitario a falta de dos jornadas. Además, siempre la cercanía de compromisos importantes hace más desaconsejables los relevos en la dirección técnica.
En contra de su continuidad:
Crisis... ¿Qué crisis?:
El título no obedece de forma exclusiva a un disco del grupo musical británico Supertramp, ni tampoco nos retrotrae a la insistencia de un reciente Presidente del Gobierno por hablar de desaceleración dentro de un contexto económico más que delicado.
Y es que el propio Marcelino ha contestado reiteradamente con evasivas ante quienes le han venido preguntando si la situación por la que el Valencia CF atraviesa se puede definir a través del término crisis. Nada sencillo resulta valorar de una manera distinta a un equipo que transita por el decimoquinto puesto de la tabla clasificatoria a dos de puntos del descenso, arrojando datos tan paupérrimos como los siete goles u once puntos obtenidos en otras tantas jornadas que se saldan con un balance global de dos derrotas, una sola victoria y... ¡la friolera de ocho empates!
Falta de soluciones:
Si no hay crisis tampoco son necesarias las soluciones. Eso parece pensar un técnico asturiano empecinado en el uso su 4-4-2; un sistema, dadas las características de sus hombres, tan poco proclive al juego por banda como previsible para los rivales en estos momentos. Por si fuera poco, la por algunos anunciada revolución en su once también lleva camino de quedarse a medias, ya que su valor para sentar a los pesos pesados – no lo habría hecho con Parejo de no mediar su lesión - merece ser puesto en entredicho.
Mestalla siempre tiene la razón:
La realidad es que pocos entrenadores han culminado un curso entero a partir del momento en el que la grada ha comenzado a cuestionar su labor. Algo que ya se vio el pasado sábado con la siempre exigente hinchada valencianista utilizando sus pañuelos en señal de desaprobación. A partir de ahí, cabe formularse la cuestión de si el caldo de cultivo que genera una situación de rechazo de la parroquia hacia su técnico puede redundar en perjuicio de unos cada vez más presionados jugadores.