Las "estrenas" y la "casca", contra las estrafalarias Magas de la Navidad
La Navidad valencia está llena de tradiciones propias que se pierden en el tiempo y que también están a punto de ser olvidadas por las nuevas generaciones, como las “estrenas” o “la casca”. Su vigorización es el mejor antídoto contra el absurdo de las Reinas Magas, que llevan cuatro años saliendo en Valencia.
La Navidad en la Comunidad Valenciana ha tenido un peso significativo desde hace siglos. No es una casualidad que la industria del juguete nos sitúe en el mapa navideño de Occidente una vez al año. Sin embargo, el avance de las generaciones ha supuesto, como en tantas otras cosas, la pérdida paulatina de tradiciones que crecieron en un contexto distinto al actual y que solo la fuerza y el empeño de los ciudadanos puede hacer que no decaigan.
La superviviencia de estas tradiciones quizás vaya unido al olvido de estrafalarias iniciativas como la de las Reinas Magas, que desde hace cuatro años consecutivos se llevan a cabo en Valencia ciudad. Quizás dentro de unas décadas, cuando alguien escriba curiosidades sobre la historia de la Comunidad o de la navidad valenciana, haga un pequeño inciso de carácter divertido sobre la absurda idea del sexo de los Reyes Magos.
De las tradiciones en peligro de extinción, destacan las “Estrenas” y “La Casca”, un regalo y un dulce, expresión total de las fiestas navideñas.
Las “Estrenas” hunden sus raíces más allá de principios de siglo, en el avance social que la industrialización iba, poco a poco, generando en la Comunidad Valenciana. La familia se reunía el día de Navidad para celebrar una gran comida, al igual que ocurre hoy. Lo típico era el puchero, el tradicional cocido de garbanzos, chorizo y las conocidas pelotas valencianas de carne envueltas en hilo de coser. Si había algo de sitio, para los postres se reservaban dulces y, como no podía ser de otra forma, la carabassa y el boniato torrado, aderezado con miel. En las casas más pudientes, frutos secos exóticos (castañas, nueces, dátiles, avellanas, porrat) ponían el broche final a la abundancia.
Una vez concluida la comida, antes del inicio de la tertulia familiar, los niños demandaban la consabida “Estrena”. Hay variantes según la población o la zona de la Comunidad donde se haga. Básicamente, es un dinero, en forma de regalo o aguinaldo, que se da por los miembros más mayores de la familia a sobrinos, hijos o nietos. Éstos recorren la mesa felicitando a cada uno de los comensales y recogiendo sus “estrenas”. En la zona sur de la provincia de Valencia, por ejemplo, las “estrenas” tienen que ser billetes nuevos, recién salidos del banco, sin usar. En la zona norte, más hacia Sagunto, el dinero se da en forma de monedas. No valen billetes.
En todas partes, eso sí, la tradición imponía que los niños, después, con las “estrenas” se marchasen a la feria a disfrutar de la tarde. En Valencia ciudad, había dos puntos de encuentro para esos niños: la feria navideña de la plaza San Francisco, actual plaza del Ayuntamiento; y en la zona del Puerto, para los más pequeños del Grao.
La otra tradición valenciana que pocos recuerdan es la de “La Casca”. Un dulce típico de la ciudad de valencia y del sur de la provincia que vendría a sustituir al Roscón de Reyes. Un dulce mucho más sabroso, confeccionado a base de mazapán, donde el azúcar y la almendra reinan de nuevo. “La Casca” se caracteriza, sin embargo, por su forma. El dulce navideño adopta la forma de rosca o de serpiente. Incluso en algunos lugares, lo decoran como un reptil, con azúcar endurecida. Con el tiempo, se ha presentado parecido al Roscón, rellenándolo de boniato, calabaza o yema, y dotándolo de sabores especiales como la canela o la naranja.
Para mayor deleite de los comensales, “La Casca” se entregaba, y se entrega, en una bonita caja redonda decorada con pinturas, estampas navideñas o dibujos de niños. Unas cajas de cartón que han dado lugar a muestras artísticas, como la que se llevó a cabo en Gandía. La zona de La Safor es de los pocos lugares donde aún las siguen vendiendo en las panaderías. Toda una tradición de siglos, se dice que desde el XVI, y que fue muy popular en los años 70.