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El valencianismo regionalista llega desgajado a la precampaña electoral

La plataforma Valencians en Moviment se ha diluido y los partidos valencianistas centrarán sus esfuerzos en hacer listas para conseguir concejales cada uno por su cuenta

La plataforma Valencians en Moviment se ha desgajado

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PP, PSOE, Ciudadanos, Compromís, Podemos, Vox... y hasta aquí hemos llegado en las encuestas. Ya no aparecen más partidos con posibilidades, según los diferentes estudios sociológicos, de conseguir diputados autonómicos o concejales en las grandes ciudadanos. Si los sondeos se trasladan a la realidad electoral el 26 de mayo, los partidos valencianistas de tinte regionalista se quedarán de nuevo sin representación. Cada vez mas desgajados y centrado cada uno en su particular taifa o microcosmos, no parece que sean capaces de revertir la situación.

En septiembre de 2018 se presentó la plataforma Valencians en Moviment, que unía a Som Valencians, Renovacio Política y Unió i Germania. Han pasado cuatro meses largos desde entonces y, lejos de consolidar su enlace, se han distanciado. Som Valencians, que no ocultó desde el principio que su aspiración real consistía en que esa plataforma se llamara finalmente Som Valencians en Moviment, hace desde entonces la campaña por su cuenta. El partido que dirige Jaume Hurtado ha quedado atascado en la proclamación de candidatos autonómicos y en Valencia ciudad. Eso sí, en otras poblaciones va sumando. El próximo que proclamará será en Manises.

Mientras, con el paraguas de ´Centrats en Valencia´, Som está orientando sus esfuerzos en denunciar las actuaciones del equipo de gobierno en la capital autonómica mientras se prepara para acelerar esta semana el cierre de candidaturas.

Por su parte, Unió i Germania, la formación liderada por el exdiputado provincial Julio Chanzá, se ha centrado en la faceta cultural que forma parte de su esencia, esa que vincula a algunos de sus líderes con Lo Rat Penat. Su actividad se ha alejado de la política para orientarse a reivindicar la esencia autóctona, apoyar al nuevo decano de la RACV y arremeter contra cualquier atisbo de catalanismo. La batalla electoral se aleja de sus objetivos.

Y la tercera pata del taburete, o el tercer gajo de la mandarina valencianista, Renovacio Política, dejó la plataforma cuando comprobó que el triunvirato equitativo de Valencians en Moviment se transformaba en absorción por parte de Som Valencians al anteponer su primer nombre al de la coalición. A partir de aquí, el partido que preside Benjamín Lafarga se centrará en bastiones locales en los que tiene agrupación, como Rafelbunyol o Burjassot.

Fuera de esta plataforma, y siguiendo con el símil de esa piel cítrica valenciana, existen otros gajos que quieren engordar su atractivo. Ese camino lo sigue Poble Democrátic, que con una labor sigilosa aunque inasequible al desaliento en el último lustro, presentará su ramillete de candidatos locales y también afrontará la misión imposible de tratar de obtener diputado autonómico. Posiblemente de nuevo con Agustí Zacarés en el rol de cabeza de lista y aspirante a presidir la Generalitat. Y con Elena Vera como baluarte local en Elche con Poble Ilicitá.

Su actividad la focaliza en municipios donde tiene agrupación, como Puçol, Almàssera, Valencia, Massanassa, Catarroja, o incluso Albal o Sedaví. Aquí aspira a configurar candidaturas que le brinden alguna opción de lograr concejales.

Para las formaciones valencianistas, llenar las citadas candidaturas ya constituye todo un reto por sí mismo. Implicar a familiares y amigos para que apoyen a la militancia en este objetivo supone un esfuerzo extra en un contexto social de alejamiento, o incluso antipatía, por la política. No resulta sencillo. Más bien lo contrario.

Como también le ocurre a Demócrates Valencians, que esta semana ha destinado su energía a recorrer Bruselas para sellar acuerdos de cara a las elecciones al Parlamento Europeo y para incidir en aquellas cuestiones que afecten a intereses valencianos.

Y podríamos seguir, porque todavía quedan más gajos por saborear. No obstante, las posibilidades reales de que el electorado opte por cualquiera de ellos y lo impulse para obtener diputados o concejales son las mismas o incluso menores que en 2015. La historia se repite. Y el fracaso cosechado entonces no parece haber sido revulsivo para aunar fuerzas y cambiar la dinámica.