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Valencia Basket: el que juega con fuego se acaba quemando

Valencia Basket 87 - Monbús Obradoiro 94. Los taronja tendrán que afrontar la inminente cita copera con, entre otras, la premisa de borrar la mala imagen ofrecida hoy a su afición.

Will Thomas fue la única nota positiva hoy

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¿Es más difícil tras el batacazo de este sábado para Valencia Basket cumplir el objetivo de terminar la fase regular con el factor cancha a favor o, tal vez, recuperar el estigma de conjunto sólido que hasta hace sólo una semana le acompañaba? Ambas cuestiones parecen, a día de hoy, asemejarse de forma demasiado peligrosa a una entelequia, si bien es cierto que una puede ser la que lleve precisamente a la otra. Veremos.

Un traspié de magnitud semejante al vivido esta tarde en la Fonteta no entiende de secuencias de juego lógicas, por lo que hoy sí el cuadro de Ponsarnau lograba, por fin, establecer las primeras diferencias en el electrónico. Esas que, mediante el 8-0 de salida y el 21-14 de parcial definitivo, convertían al primer periodo en un espejismo a tenor de lo que iba a venir después. Una mera anécdota carente de contenido consistente.

Únicamente el dominio de Will Thomas bajo los aros - terminó con 23 puntos se podría hacer extensivo al análisis de unos tres cuartos posteriores dominados de cabo a rabo por el equipo que de forma magistral prepara el técnico gallego Moncho Fernández. Y, pese a que la diferencia de siete puntos para los locales se mantuvo hasta el descanso, las armas visitantes empezaban a aflorar sobre el parqué de la Fonteta.

El acierto desde el perímetro del sempiterno heleno Kostas Vasileaiadis no sólo le proporcionaba puntos sencillos a los suyos, sino que, de la misma manera, propiciaba que hombres interiores como el cedido por los taronja - sin cláusula del miedo esta vez - Triggvy Hlinason o el futuro NBA eslovaco - proyección tiene para ello - Vladimir Brodziansky comenzaran a sacar el máximo rédito de las ayudas de los interiores valencianos frente a las acciones de bloqueos indirectos del propio Vasileiadis, y ante la desproporcionada amenaza que por momentos éste instauraba en la defensa. Al igual que Valencia Basket, la nada desdeñable cifra de 25 puntos era alcanzada por los de Santiago en este cuarto.

Más daño, no obstante hizo que los gallegos calcaran esa precisa anotación en el tercero. Sin apenas mover Moncho López su banquillo, Brodziansky comenzaba a imponer su ley basada en una gama de recursos inagotable en la pintura para estrechar un marcador en el que los taronja se mantenían con ventaja, ya algo más exigua en este caso, debido al dominio del rebote ofensivo y al esporádico acierto exterior que hoy encarnaba Joan Sastre. La intensidad defensiva ya hacía minutos que brillaba por su ausencia.

Pero el paroxismo aún no había llegado, por mentira que parezca, a lo que se refiere a todo lo que concierne a la endeblez defensiva taronja. Llegados con el marcador equilibrado a falta de cuatro minutos y con todos los ingredientes para apretar atrás, sucedió exactamente lo contrario. Cuando no era por medio de las sencillas continuaciones hacia el aro del internacional Nacho Llovet, el backcourt suplente de los gallegos formado por Pepe Pozas y el ex taronja David Navarro ejecutaba lanzamientos cómodos de media distancia tras bloqueo directo con los que encontró un acierto que ayudaba a los visitantes a decantar el choque a su favor... y, del mismo modo, a dar la puntilla que hoy merecía un cuadro taronja envuelto en un halo de desidia preocupante.

La Copa y el Barça esperan desde el jueves en un partido en el que la indolencia ya no podrá estar presente ni un segundo.

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