La ciudad no es para mí. Ciclismo
Los viernes sociales, modo generosas marquesas de Mingote, pero con dinero público (que “no es de nadie” Calvo dixit).
Convendrán conmigo, a estas alturas del calendario, en que vivimos no ya el día de la marmota, o el dejavu, sino una tediosa repetición de episodios cansinos desde origen. O de los opuestos, lo que viene a ser lo mismo. Una colección de emociones, una cadencia de sensaciones, una secuencia de periodos. O de ciclos.
Un ciclismo, cada vez de más corta frecuencia, dominante en la actividad ciudadana e influyente, en la práctica, en sus actitudes y costumbres diarias.
Y no estoy hablando de las últimas ocurrencias de Grezzi –que lo haré después- sino del timing electoral que ya corre. O, mejor, vuela como un falcon.
El milimétrico adelanto electoral, producto de la impasibilidad como categoría vital del convocante, ha generado ya sus detritus precoces, con movimientos interpartidistas (fuga+adhesión) o sencillamente geográficos (cuneros), apuros con la hemeroteca y análisis de pedigree de honradez académica y fiscal por parte de los medios.
También se repiten y se plagian –caray con la costumbre del copia y pega- los eslóganes, las consignas y discursos. Se recuperan insultos y diatribas, y se maquillan fracasos. Se justifican carencias y se vuelve a prometer lo imposible.
Da igual la escala territorial. Ya sea la nacional, con el tenaz Tezanos y Calvo la pertinaz, en plan epopeya. La autonómica, “un pasito palante … un pasito patrás”, u Oltra y Puig, más musical. O la del cap i casal, cinematográfica y cercana al Paco Martínez Soria que da título a esta columna, con Ribó de protagonista.
Los primeros con sus viernes sociales, modo generosas marquesas de Mingote, pero con dinero público (que “no es de nadie” Calvo dixit). Los ministros en el plato y las tajás (o en misa y repicando), y la oposición mirando el sondeo europarlamentario. Bien traído lo de “viernes electorales” de Casado.
(La tropelía de Borrell con el logo republicano es el colmo de la desvergüenza y la deslealtad hacia el Jefe de Estado)
Los segundos con el Botánico astillado, su catalanismo en el punto de mira y el patrimonio monumental en boca de muchos, más peleados que juntos, dimisión tras dimisión en la flamante agencia antifraude, e inauguración tras inauguración o fasto público. Y Cantó dispuesto a exhibir sus habilidades disputando a Bonig el escenario del Palau.
El tercero, regresado de NY sin jet lag aparente, hará caso omiso del Sindic de Greuges y la calle Cádiz –ahora que empiezan los carnavales- seguirá siendo Cadis, mientras aumentan las críticas a propósito del plan del Cabanyal y vuelven a arder las redes con los memes del cruce de Castelló y Segorbe. Al parecer se ha pronunciado también un catedrático con cierta perplejidad. (Ni una semana sin Grezzi). Y María José Catalá tomando posiciones desde el Club de Encuentro.
Benditas bicicletas, tedioso ciclismo.