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Ferran Torres brinda al Valencia su triunfo más frenético

Girona 2 - Valencia 3. Ni la inferioridad númerica imposibilita al Valencia CF proseguir su carrera hacia una Champions cada vez más viable.

Guedes volvió a marcar

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Rodrigo Moreno es, cada vez en mayor medida, un jugador capaz de dar al equipo aquello que necesita de forma más perentoria. En este caso y vistas las últimas críticas, la prioridad empezaba por recuperar la mejor versión de un Gonçalo Guedes que hoy recibía otra oportunidad de demostrar sus cualidades. Con tan solo 12 minutos transcurridos, el perfecto servicio en profundidad del delantero - hoy también mediapunta - hispano-brasileño lo alojaba el portugués en las redes visitantes al batir a Bono en su desesperada salida. El choque no podía comenzar de mejor manera para los intereses valencianistas.

Y todo ello se produjo dentro de un contexto tan entretenido para el aficionado como inquietante desde el punto de vista de ambos entrenadores. Desde incluso instantes antes del 0-1, las llegadas empezaban a sucederse para los dos lados. Pere Pons ponía a prueba los reflejos de Neto, siendo respondido por el omnipresente Rodrigo con otro disparo lejano en la acción previa a su asistencia de gol.

Tampoco el triunfo parcial del Valencia CF iba a permanecer durante excesivo tiempo en lo alto del electrónico. Gayá cometía antes del ecuador del primer periodo una infracción que le iba a costar, al margen de la amonestación, la igualada. Ramalho, sorprendentemente libre de marca, aprovecharía la circunstancia para cabecear a placer ante Neto un centro de Granell sin que se hubiera aún alcanzado el ecuador de los primeros 45 minutos.

El impasse para amoldarse a un nuevo contexto no existía, por lo que primero Stuani con la testa y, sobre todo, poco más tarde Guedes, a través de un latigazo que Bono no acertaba a detener y que Bernardo sacaba casi sobre la línea, eran los protagonistas de sendas acciones que hacían que el 1-1 en el intermedio se mantuviera de forma milagrosa.

A pesar de que el descanso acostumbra a servir para enfriar los ánimos y/o cambiar las cosas, en esta precisa ocasión ocurriría exactamente a la inversa. El guion no variaba para ninguno de los dos conjuntos. Primero fueron los centros laterales del Girona, hasta cuatro en los primeros seis minutos, y con Stuani volviendo a rematar con peligro el último de ellos. Pero dicho asedio daría paso a un estiramiento che en el que el capitán Dani Parejo colocaba el 1-2 a través de un perfecto zapatazo pegado al palo desde casi 20 metros. Corría el minuto 54 y, en un partido de constante ida y vuelta, aún se tenían que seguir escribiendo mucho capítulos

Marcelino optó por retirar a Gameiro y Rodrigo ya fuera para aguantar el resultado - o para darles descanso de cara al jueves -; cuestión que el cuadro de Eusebio rápidamente interpretó como el paso atrás que era necesario para el embotellamiento final en pos de darle la vuelta al choque. Impresión que, de forma obvia, se acrecentó todavía en un mayor grado con la expulsión de un Roncaglia que sufrió en sus propias carnes la pillería de Stuani, quien le forzó dos tarjetas amarillas en un espacio menor al de diez minutos.

Alcanzábamos el cuarto de hora final y el frenesí que imperó en la confrontación ya no se iba a detener ni por un instante. Diakhaby saltó al césped para seguir conformando la zaga de cuatro, pero con lo que Marcelino no contaba era con su toque del esférico con la mano en el interior del área. El VAR y el propio Stuani hicieron el resto para que la pena máxima supusiera una igualada a dos tantos a falta de ocho minutos que se consideraba ya por ese entonces incluso positiva.

La inferioridad númerica provocó que también Guedes fuera relevado - por el propio Diakhaby - por lo que Ferran Torres resultaba ser el único de los cuatro hombres destinados a labores de vanguardia que permanecía sobre el rectángulo. El lógico dominio gironí venía acompañado de algunas prisas, como las que tuvo Roberts al perder el balón intentando la difícil misión de driblar a un Kondogbia que, lejos de conformarse con recuperar ese cuero, lo puso en profundidad para que Ferran Torres, con sus 19 primaveras recién cumplidas, regateara al Bono al sacar rédito de la mala disposición defensiva local. Impulsar el balón hasta las mallas, ya al borde una extenuación generalizada que el extremo valenciano ejemplificaba, era el último requisito para una victoria antológica. Ferran lo logró y el delirio se instaló entre las filas valencianistas pese a que dos intervenciones posteriores de Neto en el recién iniciado tiempo de descuento aún darían unos tintes más épicos - si cabe - a una consecución de tres puntos de aquellas que serán recordadas durante mucho tiempo.

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