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La ciudad no es para mí. Las mujeres del PP

Me niego a aceptar que los socialistas contemporáneos piensen, como los de 1930, que las mujeres “se dejan influenciar por sus maridos”.

La ciudad no es para mí. Las mujeres del PP

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JM Felix

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He preferido esperar una semana para lamentar la escenificación del Día Internacional de la Mujer, ese nuevo episodio de exclusión, o de intento de monopolización, que es como una exclusión suprema, una suerte de expulsión. Esa deriva que está alcanzando un PSOE hasta ahora desconocido en el que parecen haberse alterado los principios básicos.

La que provoca la ironía de Alfonso Guerra, la desafección de Soraya Rodríguez, el traspaso de Celestino Corbacho y la ira de Rosa Díez. O la retirada de Cipriano Císcar referente y ejemplo para una generación de valencianos a la que pertenezco.

La coincidencia con los modos de Podemos es más que eso, es un encuentro estratégico con el objetivo último de un trasvase de votantes. Una especie de alquimia electoral que pretende sustituir a la realidad en este carrusel napolitano de los últimos tiempos.

Irene Montero ha incorporado ya a su retahíla de consignas la de “feminismo liberal”, tras la tan exitosa de “la foto de Colón”. Menos fortuna tuvo la ministra con lo de “derecha trifásica”¿Mujeres contra mujeres?

No debiera haber vociferado la señora de “mi persona” preguntándose por las mujeres del PP, tras haber provocado previamente su ausencia.

¿Dónde estaban las mujeres del PP? Imagino que estarían allí dónde hubieran elegido. Con absoluta libertad. Y sin cuestionar la libertad ajena que solo pareciera a la búsqueda de la confrontación.

Nunca antes se había citado tanto a Clara Campoamor. Me niego a aceptar que los socialistas contemporáneos piensen, como los de 1930, que las mujeres “se dejan influenciar por sus maridos”. Menos aún que las crean “histéricas”. Aunque bien parece que, al menos, pretenden identificar el voto femenino con el suyo y sueñan con acumular su totalidad bajo el paraguas de sus siglas.

Vana aspiración.

No debiera erigirse la esposa de Sánchez, con sus discutidos antecedentes laborales, con su precaria formación académica, con su suculento aunque improductivo contrato para el Africa Center, en paradigma de la mujer independiente y “empoderada”. Alguien debiera aconsejarle actitud más discreta.

Dos mujeres del PP –Isabel Bonig y María José Catalá- son las candidatas a la Generalitat y a la Alcaldía de Valencia (y nunca me cansaré de reivindicar a Rita Barberá como la hasta hoy mejor edil de Valencia). Una mujer del PP, Marcela Miró, fue la primera presidenta de les Corts. Una mujer del PP, Ascen Figueres fue la primera presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua …

Y una mujer del PP, Isabel Tocino, “abogada, empresaria, profesora universitaria y política … doctora en Derecho nuclear en 1973” (Wikipedia dixit) fue la primera ministra de nuestra democracia.

Ahí estuvieron y están –que yo sepa- las mujeres del PP, señora esposa del presidente interino del Gobierno.

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